Por Francisco Olivera/La Nación.- El gobierno de Michelle Bachelet quiere invitar a Macri a la visita que el papa Francisco hará en enero a tres ciudades de Chile. Ya se lo anticipó al Vaticano. América latina viene siendo para el Sumo Pontífice una plaza necesaria en el mapa de adhesiones frente a episcopados que, como el europeo o el norteamericano, le tienen menos simpatía. Y ese eventual encuentro entre tres jefes de Estado, que podría además volverse preludio de un eventual viaje a la Argentina, servirá seguramente para resolver incógnitas que han ido surgiendo últimamente en la relación de la Iglesia con este rincón del mundo.
De la más relevante se ha hablado hasta ahora bastante poco, pero es una preocupación de la diplomacia chilena. ¿Qué sorpresas podría regalarle al país anfitrión un discurso de Bergoglio, que estará allí entre el 15 y el 18 de enero en Santiago, Temuco e Iquique? Las dos últimas ciudades, una elección personal del Papa, resultan estratégicas para la geopolítica regional. Temuco es la capital de la Araucanía, centro neurálgico del conflicto mapuche en Chile. Afectada por frecuentes ataques a campos, propiedades, incendios forestales y en medio de una atmósfera de inseguridad, está entre las obsesiones de Bachelet, que le encargó meses atrás al obispo del lugar la creación de una mesa intersectorial para escuchar y atenuar problemas. Los resultados de esta iniciativa, que la presidenta recibió en un informe en abril, serán seguramente una guía para la visita pastoral.
Más inquietante resulta Iquique, destino que la cancillería no esperaba. Cercano a la frontera con Bolivia, epicentro del litigio por la salida al mar, Iquique tiene además una intensa actividad minera. Apenas se enteraron, los obispos locales le dijeron al Palacio de la Moneda que la elección obedecía a que se trata de una ciudad ideal para hablar de inmigración, muy fluida en esa zona. Pero la sospecha del gobierno es que ese paisaje será el disparador para abordar uno de los temas preferidos de Bergoglio: el cuidado del medio ambiente, que el Pontífice incluyó en la encíclica Laudato si' bajo la metáfora del "cuidado de la casa común".
Hace años que la minería del norte de Chile ha quedado involucrada en pujas por el agua entre las compañías extractoras y las comunidades del desierto de Atacama. Iquique es también una zona franca a la que acuden bolivianos a comprar desde productos electrónicos hasta automóviles. Hace un mes, la justicia local liberó a 9 soldados y funcionarios aduaneros bolivianos a los que había procesado por actividades ilícitas en ese territorio. El caso fue resonante y acrecentó las tensiones con el gobierno de Evo Morales.
Para peor, el diálogo entre Bachelet y el clero ha quedado herido por el impulso del oficialismo a la ley del aborto no punible en casos de violación. En el debate, los obispos volvieron a exhibir el viejo argumento del derecho natural: por atroz que fuere el delito, no hay razones para aplicarle la pena máxima al embrión.
Con todo, la mayor tribulación chilena no está en lo que pasó, sino hacia adelante, y tiene que ver con los litigios con Bolivia. El tribunal de La Haya falló en 2015 en favor de que ambas naciones se sentaran a negociar sobre la salida al mar, y tiene aún pendiente la demanda interpuesta por Chile por el uso del río Silala. Debe resolver, por ejemplo, si ese cauce es o no internacional -Bolivia dice que sí por una canalización artificial hecha a comienzos del siglo XX- y si el uso de las aguas es "razonable y equitativo", dos conceptos contemplados en el derecho internacional sobre el aprovechamiento de los ríos. El fallo tendrá además una gravitación económica: el 100% de ese fluido es captado en Chile por dos conglomerados mineros, uno estatal y otro privado, que lo emplean con fines industriales a pesar de los reclamos de los aborígenes por las condiciones insalubres del agua que consumen.
El agua es parte central de Laudato si'. El Papa plantea ahí que un desigual acceso a este recurso expresa las profundas diferencias en el planeta. En Chile creen haberle detectado al texto cierta "cosmovisión aimara" que se suma a la insistencia en utilizarla de manera "equitativa y razonable". Recuerdan además que Morales cita estos conceptos cada vez que habla del tema y que incluso, gracias a Francisco, ha mejorado su relación con el episcopado boliviano. "Nada es al azar en Evo, y menos en su relación con Chile", dicen.
¿Evitará Bergoglio un asunto tan relevante desde ese núcleo de conflicto que eligió personalmente visitar? Difícil. "Estoy pensando en el mar: diálogo", anticipó en 2015 en su visita a La Paz.
Con Macri, en cambio, los focos de desencuentro parecen disueltos. Aunque la aparición de un elemento nuevo e inesperado, menor si se quiere, podría agregar cierto ruido en la línea: en el clero argentino ven con preocupación que parte de Pro ha empezado a mirar con dudas las cajas de las cooperativas que vigila Juan Grabois, interlocutor predilecto del Papa y referente de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular. El principal foco de atención es El Amanecer de los Cartoneros, donde trabaja la madre de "el Polaquito", el chico que admitió el domingo ser consumidor de paco ante las cámaras de Eltrece y que provoca, desde hace tiempo, pánico en maestras, padres y alumnos del jardín de infantes N° 14 de Villa Caraza, Lanús. Esas suspicacias pueden haber sido, razonan algunos obispos, el trasfondo de la reacción de Grabois contra Jorge Lanata. Grabois no llega a los 35 años, pero razonó esa mañana con lógica setentista: nada es casual. Vio la mano de Néstor Grindetti, intendente de Lanús, en la aparición del menor justo en momentos en que el equipo del canal hacía el informe.
Tanta susceptibilidad viene en realidad de una pelea más o menos reciente que tiene con el gobierno local. Y que se materializó el 23 de marzo de este año en una asamblea de El Amanecer que terminó a las trompadas, y en la que Diego Zurita, ex cartonero y empleado del municipio, intentó sin éxito ganar la conducción de la cooperativa con una lista propia. El argumento macrista para meterse es que hace cinco años que El Amanecer no presenta balances. Son temas sensibles: en Fiorito y Villa Caraza trabajan unos 10.000 cartoneros que recolectan en la ciudad de Buenos Aires. Esos contratos de reciclaje reciben, dicen en Cambiemos, unos 60 millones de pesos por mes del gobierno porteño.
En la iglesia argentina interpretan que sólo eso explicaría la reacción de Grabois, un abogado formado y medido que, además, cometió un desliz del que suele cuidarse siempre: hablar en nombre del Papa. "Desde su mediocridad no tiene acceso a esa posibilidad. No creo que lo atienda", contestó al aire cuando Lanata dijo que no le interesaba hablar con Bergoglio.
Hasta anoche, nadie sabía aquí qué pensará al respecto el Sumo Pontífice y si alguna de estas cuestiones podría condicionar sus declaraciones en Chile o su vínculo con Macri. Los asuntos del César son a veces más intrincados que los de Dios.