Por Aurelio Tomás/La Nación.-
Con reclamos por la corrupción y la inseguridad, se repitió la convocatoria contra el Gobierno, impulsada desde las redes sociales; influyó en la menor concurrencia el luto por la tragedia de Rosario
Aunque multitudinaria, la movilización del 8-A, tres días antes de las elecciones, estuvo lejos de las últimas convocatorias masivas. Quienes la promovieron desde las redes sociales habían pensado que la coincidencia con los comicios podía ser una buena oportunidad. Tampoco ayudó la confusión que hubo respecto de una eventual suspensión por el luto ante la tragedia de Rosario. En referencia a este punto, los manifestantes y los promotores del 8-A indicaron desde Facebook que no era una celebración y no violaba el duelo.
Además de la Capital, hubo grupos que se concentraron frente a la residencia de Olivos, con consignas contrarias a la Presidenta.
En Rosario, tres días después de la explosión que causó diez muertos y once desaparecidos, el 8-A se vivió de una manera diferente. Lo que iba a ser un cacerolazo devino en una "marcha de velas" frente al Monumento a la Bandera.
En la ciudad de Buenos Aires salió a la calle el núcleo duro de los caceroleros. "Creo que hoy salió entre un 10 y un 20% de los que habían salido en las anteriores protestas", reflexionó Mariano, de Belgrano quien participó de todos los cacerolazos anteriores.
Entre las consignas más repetidas, en carteles y cantos, estaba la corrupción y la inseguridad. Dos amigas de Belgrano sostenían un cartel que rechazaba la reforma de la Constitución y la posibilidad de un nuevo mandato presidencial. "Este cartel es de las anteriores, porque ya esta claro que la re-re se acabó", aclaró una de ellas.
Minutos antes de las 19, la concentración comenzó en Callao y Santa Fe, al ritmo del camión de La Solano Lima, una organización de jóvenes cercanos a Pro. Su vehículo encabezó el primer grupo que, antes de las 20, comenzó la peregrinación hacia el Obelisco. Llevaban una pantalla gigante y personas con caretas de la presidenta Cristina Kircher y sus funcionarios más polémicos vestidos de presidiarios.
Un grupo similar se concentró en Corrientes y Pueyrredón. Sobre la 9 de Julio, los manifestantes ocuparon la vía central hacia Cerrito. Durante toda la protesta quedó libre para la circulación la calle Carlos Pellegrini y la vía del Metrobus. En anteriores ocasiones la interrupción del tránsito había sido total.
En el Obelisco, antes de las 21, ya se había dado la mayor concentración de la noche, que ocupó el sector norte de la Plaza de la República. De a poco, fueron avanzando por Diagonal Norte hacia Plaza de Mayo, donde los manifestantes alcanzaron a ocupar la calle Bolívar entre la Catedral y el Cabildo. En anteriores ocasiones, los manifestantes se extendieron más allá de la mitad de la plaza, dividida por un vallado desde 2001. Antes de las 22, la mayoría de los manifestantes se habían desconcentrado y quedaban pequeños grupos frente a la Catedral y al pie del Obelisco.
A diferencia del 18-A, hace cuatro meses, los políticos decidieron no participar del acto. Las excepciones fueron Gerónimo Venegas, del Partido Fe y secretario general de Uatre, y Gustavo Vera, de la organización La Alameda y candidato de Coalición Sur en la primaria de UNEN. Elisa Carrió, Rodolfo Terragno y Ricardo Gil Lavedra, entre otros candidatos, expresaron su apoyo pero decidieron no concurrir por el duelo.
Ante la menor participación, los manifestantes aventuraron tres explicaciones: la proximidad de las elecciones, que permitirá expresar el descontento con el voto, el luto por la tragedia de Rosario -y la confusión que generó- y la baja difusión en los medios.
VELAS, SIN CACEROLAS, Y LUTO
Desde temprano, a través de las redes sociales, en Rosario se alentó a desistir de la convocatoria, dado el luto que estaba viviendo la ciudad. Para muchos, ganas no faltaban, pero golpear una cacerola no era el medio adecuado tras la tragedia.
Por eso, el leitmotiv de la convocatoria cambió y unos cien rosarinos se juntaron al pie del monumento con velas, pancartas y en silencio. No hubo cánticos ni insultos: sólo el Himno Nacional a las 20.30.
En las distintas ciudades del interior, la convocatoria también fue menor a las anteriores. En Salta, Mendoza y Córdoba hubo protestas que también tuvieron una adhesión inferior.
En La Plata se reunieron frente a la sede del Palacio Municipal con reclamos contra el Gobierno tras la inundación de abril, cuando fallecieron más de 60 personas.