El cristinismo se prepara para huir hacia adelante. El tembladeral político de las últimas semanas que se inició con el caso Ciccone, siguió con las denuncias sobre el Proyecto X y culminó con la tragedia de Once, no sólo sacudió al cristinismo sino a la oposición. En realidad, las planas mayores del PRO, la UCR y el Frente Amplio Progresista estaban preparadas para asistir al choque del gobierno con el moyanismo y los nuevos episodios que cambiaron el escenario las tomaron por sorpresa. A 48 horas de iniciarse las sesiones ordinarias del Congreso, estos problemas de reposicionamiento se agudizan. Por ejemplo, el titular del Comité Nacional de la UCR, Mario Barletta, suspendió su ofensiva para remover a Leandro Despouy de la Auditoría General de la Nación. La razón de esta decisión es obvia: la AGN había advertido en un informe del 2008 sobre la falta de mantenimiento de los trenes de TBA. Atacar a Despouy ahora implicaría entonces ser funcional al gobierno. Carlos Tórtora/El Informador.
Con idéntico significado, los diputados nacionales del binerismo consideraron que lo más oportuno era ausentarse de la reunión con 34 legisladores que se realizó anteayer en Ushuaia para reivindicar la soberanía sobre las Malvinas. También en consonancia, en la mesa chica del PRO se estudia que Mauricio Macri tenga algunas frases críticas para la política de la Casa Rosada en materia energética y de servicios públicos, cuando inaugure las sesiones de la legislatura porteña.
El plan para hacer la plancha
Los síntomas de la confusión opositora tienen que ver con varios factores. Para empezar, los bloques opositores en el Congreso saben que no podrán mostrar este año prácticamente ningún éxito, dada la amplia ventaja numérica del oficialismo en Diputados y su facilidad para reunir la mayoría en el Senado. Por esto es que las estrategias electorales para el 2013 se destacan por su modestia. El macrismo, que teje su red nacional para el 2015, estaría convencido de que su mejor chance el año que viene será obtener el segundo lugar, lejos del Frente para la Victoria pero superando a los radicales y el binerismo. Los esfuerzos mayores quedarían entonces para el 2015. Obviamente, en el trasfondo de esta prudencia estaría la convicción de que sería inútil chocar frontalmente con una presidente que conservaría índices de imagen positiva cercanos al 60 por ciento. Pero los últimos acontecimientos abren la duda acerca de si tales índices son sustentables para el cristinismo. Los síntomas del cambio del humor social son cada vez más importantes y, por otra parte, si el gobierno decide acelerar una escalada estatizadora en el Congreso, Macri, Binner y la cúpula de la UCR quedarían en una posición sumamente incómoda. Por ejemplo, la reforma de la ley de entidades financieras que propone Carlos Heller o un eventual proyecto para intervenir o directamente estatizar YPF. Un giro ultrapopulista haría que la oposición se encuentre ante un dilema: confrontar para conservar su capital político o correr el riesgo de terminar diluidos ante un gobierno avasallador.
En este contexto, algunas señales que ayer emitió la presidente en su discurso de ayer en Rosario justifican las alarmas. Por ejemplo, subrayó que el gobierno quiere establecer qué pasa con los subsidios que administra discrecionalmente y casi sin control desde hace nueve años y reclamó como si nada que debe haber un nuevo sistema ferroviario, cuando su difunto marido anunció un programa ferroviario de largo plazo en el 2003.
A estos sin sentido le agregó otro, al reclamarle a la Justicia Federal resultados inmediatos en las pericias sobre el accidente de Once, cuando la Secretaría de Transporte y la CNRT están repletas de expedientes denunciando las fallas de mantenimiento de TBA. Por otra parte, condicionar la adopción de decisiones políticas al resultado de una simple pericia, que de ningún modo equivale a una sentencia, parece el colmo de la arbitrariedad. Cualquiera que se vea perjudicado por la pericia, apelará su resultado. ¿Debería entonces esperar el gobierno que la Cámara de Apelaciones resuelva para decidir si sanciona a la empresa?
Estas líneas argumentales erráticas tienen en común una sistemática negación de la realidad. Pero también hubo otra frase muy infeliz, al decir la presidente que si el gobierno no consiguió más logros es porque no le alcanzó la plata, cuando ella en su primer mandato disfrutó de los superávits más altos de los últimos 100 años.
Esta absoluta incapacidad oficial para corregir errores -y hasta para admitir que existen- augura una nueva huida hacia adelante, que empezaría pasado mañana con el discurso presidencial en el Congreso.
HANNAH ARENDT
En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".
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