La Presidente intentó emparentar su tragedia personal, la de la muerte de su esposo, con la de las familias de los 51 fallecidos en el accidente ferroviario. “Sé lo que es la muerte y el dolor” dijo Cristina Fernández. Fue durante la primera aparición pública de la Presidente tras la ‘Tragedia de Once’. De esa forma la Presidente, quien debe velar por el bienestar de los ciudadanos que transitan a lo largo y a lo ancho de la República, quiso acercarse, familiarizarse, con las familias de los 51 fallecidos y los cientos y cientos de heridos, producto del choque de una formación de la ex línea Sarmiento. Gerónimo Castro/Urgente24.
Cristina Fernández aún atraviesa el luto por la muerte de su esposo, el expresidente Néstor Kirchner, fallecido, según recordó este lunes algún medio oficialista, hace 16 meses. El día 25/02 hubiera sido un nuevo cumpleaños de Kirchner y, seguramente, la Presidente todavía arrastra la angustia de esa fecha.
Sin embargo, la tragedia personal de la Presidente es diferente a las de las 51 familias que hoy lloran a sus muertos. Néstor Kirchner falleció como consecuencia de un problema de salud agravado por su propio descuido. Los muerto de Once son producto de una amalgama de factores que comprometen seriamente al gobierno que encabeza Cristina Fernández.
¿No es el gobierno, como administrador del Estado, el responsable de que el transporte público esté en las condiciones adecuadas para ofrecer un servicio de calidad? ¿No es el gobierno el que debe vigilar que las empresas privadas utilicen el dinero que les llega vía subsidios para brindar un servicio óptimo?
Al tratar de emparentarse con las víctimas, al comparar su tragedia personal con la de los familiares de los 51muertos, la Presidenta evita ubicarse en el lugar que le corresponde: el de la persona que debe responder por los ciudadanos. “No me miren a mi, que también sufro”, parecería ser el mensaje.
Oficialmente el Gobierno también busca ser víctima. Pidió ser querellante en la causa que investiga el accidente. Los que saben admiten que es apenas una estrategia para mirar la tormenta sin ser tocado por la misma.
El Gobierno como víctima. La Presidente cómo víctima. Mientras, las víctimas reales, los familiares, esperan que dejen de aparecer damnificados interesados y que pronto alguien le de paz a sus muertos.