Azul (Buenos Aires), 26 Jun. 09 (AICA)
“La dimensión social-política causa escozor espiritual y hasta cierta irritación a no pocos católicos argentinos. Cuando escuchan alguna homilía proyectada a lo social-político, suelen tildar al obispo o al sacerdote de temporalista o de estar animado por alguna ideología… No los juzgo en sus intenciones. Pero sí, entiendo que no han sido formados en una mentalidad evangélica y desconocen la doctrina social de la Iglesia”. Así lo expresó monseñor Miguel Esteban Hesayne, obispo emérito de Viedma, en su homilía del fin de semana.
Como este desconocimiento es mayor “sobre todo en sus raíces en la predicación de los Santos Padres”, el prelado decidió dedicar esta homilía y la próxima a “espigar algunas homilías de los primeros siglos sobre el tema de los pobres y los ricos, la propiedad privada y el consumo de los bienes…Para que en la Iglesia Católica reine la mentalidad evangélica sobre el tema ricos y pobres”.
En esta oportunidad, rescato el sermón de San Basilio sobre la parábola del rico insensato, y una descripción de la dignidad cristiana del pobre, de San Juan Crisóstomo.
En primer lugar, cita las palabras de San Basilio dirigidas al rico, a quien recordaba que es un “simple servidor de Dios, administrador de los que son siervos de Dios” igual que él… “Piensa que lo que tienes entre manos es cosa ajena… y que de todo se te pedirá cuenta. El pan que tú retienes es del hambriento, los vestidos que guardas en tus arcas son del desnudo. El calzado que se pudre en tu casa es del que está descalzo y en resumen: estás ofendiendo a todos cuantos puedes socorrer”.
Por su parte, de San Juan Crisóstomo explicaba que no está mal disfrutar de los bienes, sino que hay que hacer “algo necesario con lo inútil y superfluo” y distribuirlo “entre los que se mueren de hambre y tiritan de frío”. Asimismo, subrayaba que “el compartir radica en la naturaleza misma del cristiano. Lo suficiente se define por la necesidad de aquellas cosas sin las que no es posible vivir. Nada pretende quitarte el sustento necesario; pero estoy hablando de sustento no de deleites; estoy hablando de vestirse no del lujo en el vestir. O por mejor decir, si miramos las cosas hasta el fondo, el mayor placer está en la sobriedad. Lo que hace al hombre rico no es el mucho tener, sino el no necesitar de mucho”.