Por Juan Diego Wasilevsky/iProfesional.- Pocos productos se vieron tan politizados en los últimos años como los cortes vacunos. Tras un 2016 en el que los precios de venta se dispararon un 40% en promedio, los salarios vuelven a ganar terreno. Con el frente interno cubierto, la apuesta ahora es recuperar el "top 10" de exportadores.
Junto con el pan y la leche, en el país no existe otro alimento tan politizado como la carne.
El kirchnerismo, de hecho, la utilizó como uno de los grandes símbolos de su modelo. Básicamente porque, a través del cierre de las exportaciones, planteó al mercado internacional como el gran enemigo de la "mesa de los argentinos".
Durante la época del entonces secretario de Comercio, Guillermo Moreno, se implementó un complejo andamiaje de trabas para impedir que los frigoríficos locales despacharan mercadería hacia el exterior.
De esa manera, la cadena de la carne en la Argentina quedó en medio de una pelea cargada de ideología, dado que se planteó al negocio exportador como una competencia lisa y llana frente a la demanda doméstica.
Con las fronteras cerradas, Cristina Kirchner buscó propiciar el hundimiento de los precios y así le dio vida a su plan "carne para todos".
La paradoja es que, a poco de cumplirse dos años de la asunción del macrismo, que barrió con buena parte de las trabas –entre ellas las que se le aplicaban a la cadena frigorífica-, este producto tan emblemático para la canasta de consumo hacía tiempo que no resultaba tan accesible para los bolsillos de los argentinos.
Y esta tendencia está repercutiendo en una mayor demanda en los comercios, tras el bajón experimentado en 2016.
De alguna manera, los resultados que está arrojando esta política de apertura chocan con el argumento que había instalado la anterior administración, según el cual no era viable tener bien abastecido el mercado doméstico manteniendo, en paralelo, las fronteras abiertas para la exportación.
A partir de un completo relevamiento realizado por el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA) en más de 200 puntos de venta de Capital y el Gran Buenos Aires, se puede observar que, en lo que va del año, este producto aumentó cerca del 8,5%.
Esto representa casi 7 puntos menos que el Indice General de Precios que difunde el INDEC.
Esta tendencia, en un contexto en el que ya se efectivizaron la mayoría de los ajustes salariales, genera que actualmente –como pocas veces en la última década-, la relación entre los ingresos y el valor de la carne sea más ventajosa.
En efecto, si se considera el precio de una canasta conformada por cuatro cortes de diferentes categorías (asado, picada, bola de lomo y lomo) y se considera el salario promedio neto para el sector privado, se observa que un empleado podrá acceder a 42 de estas "canastas".
No sólo significa una mejora importante respecto de los niveles del 2016 (cuando la misma era de un 38,6), sino que se trata de la tercera mejor relación de los últimos diez años (ver cuadro).
"En los últimos meses se fue desacelerando el precio de venta al público y esto propició un claro aumento del consumo", plantea Miguel Jairala, responsable del departamento de Estadísticas del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA).
Un dato clave, según un relevamiento de este organismo, es que en general son los cortes populares los que vienen experimentando con mayor claridad este "efecto desinflacionario", una variable clave que también sirve para explicar la recuperación de la demanda doméstica.
Si se comparan los valores de venta al público de agosto y se los contrasta con los de mayo, se observa que hay cortes premium como el lomo y la colita de cuadril que experimentaron bajas cercanas al 1%.
En tanto, alternativas más económicas como el cuadril o la bola de lomo, mostraron reducciones superiores, de hasta casi 2%.
En función de esta tendencia, la recuperación de la demanda está a la orden del día:
-Tomando el promedio móvil de los últimos doce meses, los argentinos ya están consumiendo a razón de 57,8 kilos per cápita.
-Esto significa que pasaron a incorporar a la dieta unos 2,1 kilos extra respecto de los niveles de 2016, año en el que se había tocado el segundo peor registro desde la crisis de 2001.
En tanto, desde la Cámara de la Industria de la Carne (CICCRA) proyectan que 2017 cerrará unos 3,6 kilos por encima de 2016, volviendo a estar en sintonía con el promedio de la última década.
Esta expansión, por cierto, llega en un momento clave para la industria, dado que otros sustitutos, como la carne aviar y la de cerdo venían "comiéndole" share año tras año.
Según Miguel Schiariti, titular de CICCRA, estos dos productos, combinados, ya suman casi 60 kilos per cápita, superando por primera vez en la historia a la demanda de cortes vacunos.
De ese total, unos 46 kilos corresponden a pollo, que experimentó un salto exponencial en las últimas dos décadas. Basta saber que en los `90 los argentinos compraban apenas 10 kilos por año.
En el caso del cerdo, la demanda interna se expandió un 250% desde 2002. Y la tendencia se mantiene firme en lo que va de 2017, de la mano de importaciones que ya representan el 11% del consumo total y que -según el Gobierno- contribuyeron a mantener los precios achatados.
Recomposición de stock, clave.
A la hora de explicar la dinámica que vienen mostrando los precios en los comercios, Mario Ravettino, titular del Consorcio Argentino de Exportadores de Carne -que nuclea a verdaderos "peso pesados" de la industria, como Marfrig o JBS-, aseguró que una variable fundamental es la "certidumbre".
"Fue importante tener reglas más claras para operar. Luego de un período de muchas trabas, la normalización del mercado fue ayudando a que se recuperara paulatinamente el stock y, si bien todavía falta mucho para llegar a un punto de equilibrio, este efecto contribuyó a una desaceleración de los valores en el mercado minorista", sostuvo.
Para Ravettino, "la respuesta al principio que intentó instalar la anterior administración, de que la exportación era enemiga del consumo interno, lo único que provocó es que se perdieran 10 millones de cabezas".
"Recién ahora la actividad se está recuperando. El esquema actual está demostrando que se puede tener bien abastecida la demanda de los argentinos y contar con saldos exportables", agregó.
En la misma línea, Schiariti afirmó que medidas como el desarme del sistema de ROE rojo –con el que Moreno administraba de manera arbitraria los cupos para exportar- ayudó a dar previsibilidad al sector.
"En casi dos años sumamos cerca de 2 millones de cabezas al rodeo nacional y esto nos permitió superar los 53 millones de animales", apuntó el directivo.
Sin embargo, el experto agregó que, para garantizar más ventas al exterior de manera sustentable, el rodeo debería trepar hasta los 60 millones, una meta que demandará un trabajo de al menos cuatro años.
A la espera de inversiones
Según datos de Ciccra, entre enero y agosto salieron de los frigoríficos unas 1,8 millones de toneladas de carne, lo que implicó haber volcado al mercado 137.000 toneladas más respecto de igual lapso de 2016 (alza del 8%).
Si bien para los expertos este crecimiento es sumamente positivo tras años con una tendencia declinante, todavía el ritmo no es suficiente como para traccionar una lluvia de inversiones.
Según la cámara, en el último período kirchnerista habían cerrado sus puertas unos 130 frigoríficos, con la consecuente pérdida de más de 16.500 empleos.
"Asistimos a un largo período de desinversión", planteó Ravettino.
Ahora, la reversión del ciclo para esta industria claramente significa una mejora del clima de negocios, pero los referentes coinciden en que, con los niveles actuales de demanda interna y externa, los principales jugadores todavía no ven un escenario propicio para avanzar con grandes desembolsos.
"La realidad es que todavía hay una importante proporción de capacidad ociosa", apuntó Jairala, del IPCVA.
"Hubo una apertura de una nueva planta en Azul, pero fue un caso aislado. No hay mucho ruido en el sector por el momento", agregó.
Schiariti explicó la situación actual con cifras claras: "En la Argentina contamos con una capacidad instalada para procesar 18 millones de cabezas. Ahora estamos faenando entre 12 y 13 millones anuales".
"Para ver anuncios millonarios necesitamos que baje la capacidad ociosa y para ello es vital que las ventas al mundo crezcan más rápido", agregó.
Buscando regresar al top 10
En épocas de "bonanza" para esta actividad, el mix del negocio se repartía en un 80% demanda doméstica y 20% externa.
Ahora, apenas 10% del total se exporta, con el agregado de que la torta a repartir se achicó.
No hay que retroceder muy lejos en el calendario para encontrar un momento en la historia recienten en el que la Argentina ocupó un lugar preponderante en el concierto de los grandes exportadores.
Entre 2003 y 2004, de hecho, el país se ubicó en el tercer lugar entre los principales jugadores, siendo sólo superado por Brasil y Australia.
Este año, en cambio, se debate entre el puesto 11 y el 12, con países como Uruguay, Paraguay y México -que siempre estuvieron por detrás- con una mejor performance.
Según proyecciones de Ciccra y del IPCVA, este año, con viento a favor, los despachos a los mercados internacionales –con China a la cabeza- arañarán las 300.000 toneladas.
De confirmarse, marcará un punto de inflexión frente al amesetamiento de los últimos cuatro años.
Sin embargo, es una cifra que aun estará muy lejos de las más de 570.000 alcanzadas en 2009.
"Lo positivo es que estamos creciendo, aunque todavía no en los niveles a los que apuntamos", señaló Ravettino.
Igualmente habrá un detalle estadístico no menor, que seguro será capitalizado por el Gobierno: según Jairala, la Argentina en 2018 "estará regresando al top 10".
Volver a las "grandes ligas" y poder mostrar un consumo interno pujante, con precios tranquilos, será un capital importante para un gobierno que también entiende que la carne, además de un alimento, es un producto "politizable".