Por Ricardo Roa/Clarín.-
Los bolsos de José López serán todo lo espectaculares que se quiera pero no dejan de ser bolsos amateurs: distintos en tipo y tamaño y hasta con una valija incluida.
Los de Daniel Muñoz, compinche-secretario de Kirchner, eran otra cosa. Ninguno de confección. Todos hechos a medida para que entrase una cantidad exacta de euros y no andar perdiendo tiempo contando o pesando.
Muñoz falleció hace tres meses. Fue el che pibe de los Kirchner en Santa Cruz y mantuvo esa función en la Rosada hasta que fue despedido en el 2009 por la tradicional vía de la renuncia.
Encargado de recibir, trasladar y entregar en mano los bolsos con las coimas se fue quedando bolso a bolso con una partecita del contenido que terminó en montaña. El hombre de confianza de Kirchner lo mejicaneaba. No resultó de tanta confianza.
Muñoz era un funcionario gris, silencioso, desconocido. Pasaba con Néstor dos tercios del día. Era su sombra. Y soportaba sus bromas más pesadas: en uno de los tantos vuelos, muy dormido, Muñoz fue despertado por un sonoro sopapo presidencial para que todo el avión festejara debidamente.
Kirchner le decía a su secretario El Gordo. Eran El Flaco y El Gordo. Un dúo al servicio de la acumulación de plata sucia. Se reían de todos nosotros. Muñoz declaró en 2003 un modesto Volkswagen Gol usado como todo patrimonio. Al irse del gobierno tenía propiedades en Villa La Angostura por US$ 800.000 y dos empresas: DS Mayer para la explotación petrolera y Proxi SRL, radicada en Cipoletti. Ese 2009 fue denunciado por enriquecimiento ilícito. Su patrimonio había crecido entre 2003 y 2008 ¡varios miles de veces! Consiguió el sobreseimiento de rigor.
Esta vez de parte del juez Bonadio. Era apenas la punta del iceberg. Al morir se supo de inmuebles en Miami por 40 millones de dólares adquiridos a través de los marplatenses Sergio Todisco, hijo del dueño de la fábrica de pulóveres Mauro Sergio y su ex esposa Elizabeth Municoy. Este sábado el Miami Herald informó que Muñoz también compró a través de los mismos prestanombres un departamento frente al Central Park de Nueva York por 13 millones de dólares. Fue en 2011. Muñoz, que compartía contador con Cristina, aprendió a ocultar las inversiones en paraísos fiscales. Por el cáncer que le comía la vida se apresuró a asociar a su esposa Carolina Pochetti. Antes de morir, contó que Máximo Kirchner le había enviado en febrero pasado a dos abogados y a Juan Manuel Campillo, histórico valijero K. Y que hablaron de cómo quedaría el manejo de todas las propiedades. Final abierto.