Por Urgente24.- Desde que asumió, en diciembre último, las decisiones que estuvieron bajo su paraguas estuvieron bastante lejos del discurso que pregona con insistencia. Devaluación. Suba de tasas. Saneamiento de las estadísticas que apuntan a volver al mercado de deuda. Componentes de la receta ortodoxa de ajuste de un economista que construyó una fama de keynesiano y marxista.
Seguramente, la estadía de Axel Kicillof en el ministerio de Economía no se debe parecer en nada a lo que él soñó.
Si es que alguna vez soñó ser el responsable del rumbo económico de la Argentina.
Desde que asumió, en diciembre último, las decisiones que estuvieron bajo su paraguas estuvieron bastante lejos del discurso que pregona con insistencia.
Durante su gestión ocurrió la mayor devaluación de la década kirchnercristinista. El Banco Central, en ese tiempo, aplicó una fuerte suba de tasas de interés, con el riesgo que conlleva esto en el nivel de actividad.
En tanto, el jueves, le tocó al ministro ser el rostro de la presentación del nuevo índice de precios, una exigencia del Fondo Monetario Internacional (FMI) para el saneamiento de las estadísticas del INdEC, lo que le permitiría a la Argentina volver a los mercados voluntarios de deuda.
Devaluación. Suba de tasas. Toma de deuda. Componentes de la receta ortodoxa de ajuste de un economista que construyó una fama de keynesiano y marxista.
Eso sin contar el tope que el Gobierno pretende para las negociaciones paritarias que prometen tomar una nueva dimensión a la luz de la inflación, tan realista como alta, que Kicillof dio a conocer el jueves.
Kicillof se convirtió, a su pesar, en el ministro de Economía del ajuste cristinista.
Y lo que sigue es otro impacto de magnitud en el bolsillo de los consumidores. El ministro adelantó que está en estudio una quita de subsidios en el sector de los servicios energéticos (luz y gas) que redundará en una suba de lo que los usuarios deben pagar, como ya ocurrió en el sector transporte.
Kicillof evitó confirmar cuándo se producirá esto.
Más allá de todas estas medidas, Kicillof evita calzarse el sayo de ajustador y se mantiene fiel al relato cristinista. Los ajustadores son otros, dice. Los empresarios especuladores que saquean los bolsillos de los argentinos, y la oposición política que pide un reordenamiento del gasto público.
A Kicillof, que lleva adelante su propio ajuste en nombre de la presidente Cristina Fernández, sólo le quedan chicanas para defenderse. "¿Quieren bajar las jubilaciones, bajar la obra pública, la Asignación por Hijo, el plan Conectar?", dijo este viernes en un reportaje concedido a radio Del Plata.
Kicillof sabe que los recortes apuntan al desmedido gasto público en materia de subsidios, y a despilfarros, como, por ejemplo, 'Fútbol para Todos', de reciente fracaso en una alternativa de financiamiento que le permita al Estado gastar menos en la televisación de los partidos.
Por otro lado, el ministro sigue sin llamar las cosas por su nombre. Dijo que el nuevo índice de precios, denominado IPC-NU, no arrojó la inflación de enero "sino la variación de precios".
No obstante, el funcionario hizo una admisión sui generis de la fuerte suba de precios que aquejó a los consumidores en enero.
Dijo que con ellos, los precios, "pasó algo". Vinculó los bruscos movimientos con "una devaluación más fuerte de lo que venía pasando, un fenómeno un poco fuera de lo común" y con las recurrentes "maniobras especulativas" de empresarios inescrupulosos que el Gobierno combate con pegatinas en la vía pública.
En este contexto, Kicillof espera que la supuesta "campaña se pinche" para empezar "a tener discusiones serias" en materia de salarios, porque hasta ahora "los trabajadores están guiados por el vaticinio de que la variación de precios va a ser gigantesca".
Los números que mostró el ministro el jueves les dan sustento a esas predicciones, que prometen profundizarse sin un plan antiinflancionario, que hasta ahora el Gobierno rechaza anunciar. g" />
