LADRILLOS, SI PERO ¿CUALES?
Inversión lejos de la clase media.
Hizo bien la Presidenta en opinar sobre la conveniencia de invertir en "ladrillos", pero también es su responsabilidad garantizar a los ciudadanos el derecho de acceso a una vivienda digna. La presidenta Cristina Fernández dijo recientemente que “la inversión más segura es en ladrillos”, con lo que cuestionó de manera implícita la natural propensión que tienen los argentinos a colocar sus ahorros en dólares. Está claro que su preocupación es que la fuga de capitales llegó a 18.245 millones de dólares en los nueve primeros meses y podría terminar en unos 23 mil millones este año, según coinciden economistas de distintas extracciones.
Por otra parte, es cierto que las propiedades han sido una buena inversión durante la última década. Lo prueba el hecho de que sus valores se incrementaron por encima del 330 por ciento; sus rendimientos estuvieron por encima de las tasas de interés y mejoraron sus precios más que el de la soja. En 2001, eran necesarias unas 280 toneladas para comprar un inmueble. Con la aplicación de los derechos de exportación, hoy son necesarias unas 315 toneladas, según cálculos del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf).
La sugerencia presidencial es correcta, pero en ese planteo no mencionó las necesidades de la clase media, que por estar fuera de los planes sociales del Gobierno y por carecer, a la vez, de los recursos económicos de los sectores más acomodados, está imposibilitada de invertir en inmuebles y alcanzar el sueño de la casa propia.
Hoy, incluso, está más lejano. Aunque en los dos últimos años crecieron por encima de la inflación, los salarios son insuficientes para comprar un inmueble o para generar los ahorros que permitan dar el primer paso como propietario. Diez años atrás, un salario promedio alcanzaba para adquirir el 90 por ciento de un metro cuadrado de departamento, según la Universidad Argentina de la Empresa (Uade). Esa relación está hoy entre el 40 y 50 por ciento de un metro cuadrado, según la actividad del asalariado.
Los planes de financiación accesibles han sido escasos. A nivel nacional, fracasó el ideado por el funcionario todoterreno Guillermo Moreno, que proponía que la cuota tuviera el valor de un alquiler. En esta provincia, el más exitoso fue el ideado por el Banco de Córdoba, aunque llegó sólo a un reducido grupo de beneficiarios.
La posibilidad de restablecer ese tipo de subsidio por parte del Estado es casi nula cuando los bancos deben pagar a los ahorristas mayoristas tasas en torno del 19 por ciento anual. Además, los plazos de imposición son breves. Esto desalienta la posibilidad de créditos a largo plazo.
Hizo bien la Presidenta en opinar sobre la conveniencia de tal o cual inversión. Pero es también su responsabilidad encontrar soluciones para garantizar a todos los ciudadanos el cumplimiento del derecho constitucional de acceso a una vivienda digna. Esto en forma independiente de que haya sido una de las mejores inversiones desde la debacle de 2001 y sobre la cual Cristina Fernández y su extinto esposo, el ex presidente Néstor Kirchner, han dado los mejores ejemplos.