Ante su inminente licencia, CFK reafirma que ella es el Estado
La enfermedad presidencial, aparte de conmocionar el tablero político, también funciona en cierto modo como un sinceramiento de determinadas estrategias del gobierno. Apurada por marcar el terreno antes de su prolongada licencia, la presidente dio en las últimas horas numerosas señales significativas.
Todas convergen en un solo mensaje: el poder sólo reside en ella y no cuentan, por lo tanto, las instituciones ni las fuerzas políticas.
Con relación a su vicepresidente, lo retó irónicamente en público, enfatizando además que él debe pensar lo mismo que ella. O sea que se preocupó en dejar en claro que Amado Boudou sólo está autorizado a actuar como su mandadero y que la institución de la vicepresidencia es una simple entelequia o un juguete de la Casa Rosada. El avasallamiento del sistema republicano también se dio en este caso por omisión. Ante una situación de salud delicada, a Cristina ni se le ocurrió reunirse con la Corte Suprema para informarle a la misma, como correspondería institucionalmente. En cuanto al Congreso, tampoco hubo una reunión formal con las autoridades de las dos Cámaras y todo se limitó a mostrar a Boudou y Beatriz Rojkés de Alperovich.
Esta indiferencia con los otros poderes también se extendió a lo político. Es significativo que la presidente haya reunido a los gobernadores grupalmente y que su enfermedad no justificara una reunión a solas con Daniel Scioli. El mensaje a la opinión pública es claro: Scioli es, para Olivos, sólo un gobernador más, no el primus inter pares ni mucho menos la segunda figura política del gobierno.
Macri sí
Sí hubo, en cambio, una larga y respetuosa referencia presidencial a Mauricio Macri, con la excusa de la negociación del traspaso de los subtes a la Ciudad. La mención de Cristina, entrelíneas, vuelve a colocar al jefe de gobierno como el opositor reconocido oficialmente. Estos gestos reafirman el rumbo emprendido por la Casa Rosada en julio pasado para rediseñar el mapa de la política nacional, con Macri en la centroderecha y Hermes Binner en la centroizquierda de un kirchnerismo que pretende acaparar el centro y parte de la centro izquierda. En alguna medida, este esquema repleto de falencias está empezando a funcionar. Ante la sanción de las escandalosas leyes antiterrorista y de estatización de la fabricación y comercialización del papel de diarios, no se escuchó crítica alguna por parte de Macri, y Binner sí hizo, en cambio, algunos cuestionamientos, pero sumamente lavados.