SARMIENTO Y LA ENSEÑANZA RELIGIOSA EN LAS ESCUELAS.
La Plata (Buenos Aires), 15 Feb. 11 (AICA)
El arzobispo de La Plata y presidente de la Comisión Episcopal de Educación Católica, monseñor Héctor Aguer, destacó que Domingo Faustino Sarmiento, de quien se conmemora el bicentenario de su natalicio, fue “durante toda su vida, aquel genio apasionado y no poco contradictorio, un convencido difusor del catecismo”.
“En 1839, el año en que escribía en El Zonda, por él fundado, creó en San Juan una escuela para señoritas, que puso bajo el patronazgo de Santa Rosa de Lima y la protección de la Asunción de María. Él redactó los estatutos y prescribió la enseñanza de la religión y la moral católica, la oración de la mañana, el rosario por la tarde, la misa dominical y la novena de la santa patrona”, precisó.
El prelado recordó, además, que “quince años más tarde, en su primera circular como director del Departamento de Escuelas del Estado de Buenos Aires, ordenó puntillosamente a los maestros las oraciones que se debían rezar, la asistencia a misa y la preparación de monaguillos para ayudar a los párrocos”.
“Por aquellos años en que propiciaba la enseñanza religiosa en las escuelas, Sarmiento no encontraba textos adecuados. No le satisfacían los de Astete, Pouget y Fleury, en uso comúnmente entonces; por eso tradujo del francés el catecismo de la doctrina cristiana ‘Conciencia de un niño’, de Schenidt –compuesto originalmente en alemán– y lo editó para usarlo en la Escuela Normal durante una de sus estadías en Chile. Este libro se difundió ampliamente en colegios y parroquias, también en nuestro país, donde José Manuel Estrada lo adoptó, en 1866, para la provincia de Buenos Aires”, indicó.
Monseñor Aguer pidió “no olvidar, además, que escribió una ‘Vida de Jesús’, que debía emplearse como complemento del catecismo”, aunque reconoció que “entre 1882 y 1884 renegó de lo que había sostenido, asumiendo el programa anticatólico de la masonería, y en el debate sobre la Ley de Educación Común no aceptó la religión como parte del currículo escolar; proponía mantenerla antes o después del horario de clases. Despuntó en esa época, sobre todo en su discusión con los líderes católicos, un viejo relente anticlerical y el carácter descuidado y superficial de su formación religiosa”.
“Sin embargo, en aquel período todavía continuaba editando y distribuyendo catecismos y su ‘Vida de Jesús’, para la que obtuvo la aprobación del obispo de Cuyo. Quienes han hecho del gran sanjuanino un ícono del laicismo tendrían que admitir y apreciar cabalmente este otro aspecto de su compleja personalidad”, concluyó.
El párrafo referido a Sarmiento fue incluido por el arzobispo plantense en su discurso inaugural ante los participantes del Curso de Rectores, que se realizó recientemente en Córdoba.+