HANNAH ARENDT

En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".

domingo, 21 de febrero de 2010

CONVERSIÓN Y TESTIMONIO



EL CAMBIO SOCIAL COMIENZA CON LA CONVERSIÓN PERSONAL, DICE EL PAPA.

VATICANO, 21 Feb. 10 / 09:58 am (ACI)

Durante el Ángelus del primer domingo del tiempo de Cuaresma 2010, el Papa Benedicto XVI recordó que para cambiar nuestra sociedad es necesario iniciar con la conversión personal.

Al comentar el pasaje del Evangelio de las tentaciones del Señor, el Papa recordó que “Cristo ha venido al mundo para liberarnos del pecado y de la ambigua atracción de proyectar nuestra vida prescindiendo de Dios. Y lo ha hecho luchando en primera persona contra el Tentador, hasta la Cruz". "Este ejemplo -agregó- vale para todos: el mundo se mejora comenzando con uno mismo, cambiando, con la gracia de Dios, aquello que no está bien en la propia vida”, dijo el Papa. El Pontífice hizo una reflexión sobre las tres tentaciones a las que hace frente Cristo cuando se retira al desierto: “La primera tiene su origen en el hambre, es decir en la necesidad material". "Seguidamente el diablo muestra a Jesús todos los reinos de la tierra. El engaño es el poder. Finalmente el Tentador propone a Jesús realizar un milagro espectacular. Y Jesús siempre antepone a los criterios humanos el único criterio auténtico: la obediencia, el conformarse con la voluntad de Dios que es el fundamento de nuestro ser”. “Si llevamos en la mente y en el corazón la Palabra de Dios, si esta entra en nuestra vida, si confiamos en Dios, podemos rechazar todo tipo de engaño del tentador”, agregó el Santo Padre. Al final el Pontífice explicó la Cuaresma como “un largo retiro durante el cual se entra en sí mismo y se escucha la voz de Dios para vencer las tentaciones del Maligno y encontrar la verdad de nuestro ser. Un tiempo a ser vivido con Jesús, no con el orgullo o la presunción sino con las armas de la fe, es decir la oración, la escucha de la Palabra de Dios y la penitencia”.

A continuación el Papa rezó el Ángelus, saludó en diversos idiomas e impartió su Bendición Apostólica.

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