Todos los procesos políticos, sociales y populares de envergadura nacional en la Argentina, fueron coronados siempre, mediante el voto popular. La historia política de nuestra patria nos relata claramente esa secuencia. Pronunciamientos populares que luego fueron confirmados, nunca engendrados por el acto comicial. Esta característica habla de la naturaleza, importancia y lugar que ocupa en la realidad política de nuestra sociedad el voto o acto electoral. El testimonio de los hechos previos y de lo actuado, informan el acto electoral como corolario institucional de una acción política triunfante. Los dos ejemplos claros y contundentes que abonan esta descripción son: Irigoyen y Perón. Irigoyen con su persistente y triunfal abstención y Perón con el 17 de octubre antes que el 24 de febrero de 1946. El pueblo argentino presiente e intuye en el gobierno y en la dirigencia en general, la ausencia de sustancia y verdad, desde hace mucho tiempo. Sospecha que poco o nada va a cambiar la circunstancia electoral por sí misma su situación y destino. Pocos recaudos se han podido tomar al respecto, pero uno si es seguro. Y es el que ha producido la emigración de ese lugar mal llamado acto democrático. Aunque vaya a votar, el hombre argentino ha emigrado de allí. Reclamarle a Kirchner o a cualquiera una gesta como currículum, nos parece un chiste de mal gusto. Pero son ellos mismos los de las épicas invocaciones negadas con los hechos. Falta que se le escape un "¡¡Síganme que no los voy a defraudar!!" El famoso doble discurso ya se aproxima a uno solo y es el de lo que verdaderamente son sin vuelta. El fraude de la promesa incumplida, de lo dicho y no realizado. El fraude de candidaturas que no lo son realmente. El fraude de los montajes engañosos. El fraude de la mentira persistente como política de gobierno. El fraude del clientelismo. Y también flota en el ambiente y en las denuncias la posibilidad del fraude electoral para este domingo 28 de junio en Argentina. El gobierno pareciera que deja correr la versión, intentando capitalizar una supuesta firmeza y voluntad de un triunfo necesario a cualquier precio y para la “causa popular”. Aspira a pasar por vivo y en un guiño cómplice obtener la aprobación de la gente que se mataría de risa al ver al hábil Néstor quedarse con el triunfo. Las viejas picardías del menemismo. Sería una suerte de fraude necesario frente al avance de la derecha, vio doña. Un fraude patriótico, versión tinelizada y validada por un profundo desprecio y cinismo del que se hace gala desde hace poco más de treinta años en los desgobiernos que nos sucedieron
HANNAH ARENDT
En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".
jueves, 25 de junio de 2009
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