Por Gabriel Sued/La Nación.-
El Movimiento Evita pidió personería para un gremio de cooperativistas y cartoneros; respaldo del Papa
Pese a que el audio era defectuoso, la voz saturada que salía por los altoparlantes resultó inconfundible. "El hecho de que sean trabajadores excluidos no justifica que no tengan sus derechos sociales; tienen que luchar por eso, sindicalizarse." Desde el Vaticano, el papa Francisco daba su apoyo a los miles de "trabajadores de la economía popular" que habían llevado su reclamo hasta las puertas del Ministerio de Trabajo.
Fue el broche inesperado de una movilización peculiar: el Movimiento Evita, una de las agrupaciones más importantes de militancia kirchnerista, y fuerzas opositoras como Marea Popular y el Frente Popular Darío Santillán marcharon juntos para reclamar, en el Día del Trabajador, el reconocimiento de los derechos de los trabajadores de la economía informal.
Lo hicieron como integrantes de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP). Es una organización con más de 90.000 afiliados en todo el país que reúne a empleados de las cooperativas del programa Argentina Trabaja, a cartoneros, campesinos, vendedores ambulantes y otro tipo de trabajadores informales.
Su secretario general es el "Gringo" Esteban Castro, y su ideólogo, Emilio Pérsico, los dos del Movimiento Evita.
"En la Ctep hay oficialistas y opositores, la mayoría nos conocemos de los movimientos de desocupados de 2001", dijo Pérsico a LA NACION en el inicio de la marcha, que salió a las 15 desde la carpa de organizaciones villeras instalada en el Obelisco. Acompañado por el legislador porteño Jorge Taiana, el líder del Movimiento Evita explicó que la construcción de este espacio es un "objetivo estratégico" para su agrupación, que de ninguna forma pone en duda su pertenencia al kirchnerismo. "La gran diferencia [respecto de 2001] es que gracias a este proceso político hoy la mayoría tiene trabajo. Pero el problema es que no todos los trabajadores tienen los mismos derechos", agregó.
Esa extraña dualidad marcó la movilización, de unas 20.000 personas según los organizadores. El sello distintivo fue, de todos modos, la composición de las columnas que marcharon por la avenida Corrientes. Ante la mirada pétrea de bailarinas y vedettes que sobresalían desde las marquesinas de los teatros se abrieron paso trabajadores de mameluco azul y casco blanco de albañil. Todos llevaban sus herramientas de trabajo: carretillas, bordeadoras, palas, rastrillos. Compartían la calle con dirigentes de Quebracho, muchos con la cara cubierta, y de grupos kirchneristas, como Los Pibes, de Lito Borello.
También del Movimiento de Trabajadores Excluidos, nexo con el Papa.
"Necesitamos una buena obra social y ser reconocidos como trabajadores", dijo a LA NACION Liliana Ledesma, de 25 años, con cuatro hijos. Llevaba un uniforme de La Fábrica, una cooperativa del programa Argentina Trabaja con sede en Avellaneda. De lunes a viernes, cuatro horas por día, limpia el arroyo Yapeyú a cambio de 2300 pesos por mes.
El pliego de reclamos, que la Ctep ya le entregó a Tomada, incluye, además del reconocimiento gremial de la confederación, derecho a vacaciones pagas, licencia por maternidad o enfermedad, pago de ayuda escolar y asignación por maternidad, entre otros puntos. El documento reclama también la "resolución pacífica y popular de los conflictos sociales" y dice: "No a la ley antipiquetera".
Esa última consigna levantó sobre el escenario el Frente Popular Darío Santillán, una de las fuerzas opositoras que integran la Ctep: "No vamos a bajar los brazos a pesar de esos proyectos de ley antipopulares que nos quieren sacar de la calle".
Con el discurso del "Gringo" Castro, el acto dejó de lado el tono antikirchnerista. Después, fue el tiempo de Francisco.
