HANNAH ARENDT

En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".

sábado, 8 de marzo de 2014

ÉXODO K: renunció el secretario millonario de Cristina


    Por Diario HOY.- Con 31 años, Martín Aguirres había aumentado su patrimonio un 260% en 12 meses. Enriquecimiento ilícito: la década ganada de los funcionarios K. Durante sus dos años como secretario privado de Cristina Kirchner, a Martín Aguirres se lo vio en contadas ocasiones: caminando a su lado, en El Calafate, y con un maletín, secundándola, en la Casa Rosada. Ese maletín contenía, contiene, secretos, el bien más preciado en el entorno presidencial.
Tan preciado que le permitió, con apenas 31 años, convertirse en millonario: en sus primeros doce meses de trabajo como ladero K aumentó un 260% su patrimonio, lo suficiente para decir adiós. Ayer, Aguirres renunció al cargo a través de una carta que fue aceptada y firmada por la propia mandataria y su jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, y que sin mayores precisiones sobre los motivos, agradece “los valiosos servicios prestados”. Más que valioso, caro, ya que en 2012, su primer año como secretario, su patrimonio creció de 320 mil pesos a $1.150.000. En su última declaración jurada, además, admitió percibir más de $600.000 anuales, casi $47.000 por mes, sueldo similar al de su jefa. Envuelto en un cúmulo de sospechas, siguió los pasos de sus antecesores: cuatro exsecretarios privados de la presidencia en la era K abandonaron el barco acusados de enriquecimiento ilícito. 

 La casa propia 

 Ser secretario dio buenos frutos para Aguirres, oriundo de Chivilcoy. Allí construyó una casa sobre un terreno de 633 metros cuadrados, (sub)valuada en menos de 400 mil pesos. Pese a su juventud y la corta carrera que forjó, el ahora exfuncionario K tiene además otra propiedad en su pago chico, una casa con un terreno de 304 metros cuadrados, dos lotes de 333 mts2, y la mitad de un departamento que fue adquirido mediante una “donación”. Sí, sabemos todos lo que cuesta tener la casa propia. Para nosotros, simples mortales alejados de la función pública. Pero no se indigne, la lista ya termina. El exsecretario declaró, finalmente, 240 mil pesos en efectivo y depósitos por $ 50.000. Con esto (más el maletín) basta y sobra, dijo Aguirres, y abandonó el barco, justo cuando se está hundiendo. Pero no es el único. Pues no sólo Martín Aguirres llevaba los papeles de la Presidenta, ni sólo a él le fue tan bien en esta “década ganada”. Pablo Barreiro, otro de los secretarios privados de Cristina, también tuvo un aumento del 70 por ciento en su patrimonio, según su última declaración jurada, con un sueldo estimado en 45 mil pesos que le permitió realizar inversiones en su Santa Cruz natal. Sí, él también es pingüino. Pero antes que Martín y Pablo, los jóvenes secretarios K, estuvieron otros. Todos se enriquecieron, todos renunciaron en medio de sospechas y denuncias. 

 Los antecedentes de un puesto clave (para lucrar) 

 Barreiro ingresó en lugar de Fabián Gutiérrez, uno de los cuatro secretarios privados de los Kirchner que fue investigado por la Justicia por supuesto enriquecimiento ilícito. Cada uno de ellos logró esquivar la cárcel pues justificaron su injustificado patrimonio a partir de la utilización de viáticos extraordinarios. Gutiérrez dejó su cargo en febrero de 2010, después de que se revelara que estaba construyendo una casa millonaria en Santa Cruz. En seis años, su patrimonio había crecido un 756%. Ese mismo mes también renunció Julio Daniel Álvarez: sus bienes declarados habían crecido de $6.000 a casi $300.000. La lista (el prontuario) continúa: el exsecretario presidencial Daniel Muñoz dejó el cargo en 2009, cuando la prensa santacruceña publicó que había construido una casa en El Calafate de 480 metros cuadrados. Uno de sus sucesores, Isidro Bounine, renunció a mediados de 2011. De acuerdo con sus declaraciones juradas, sus bienes se habían multiplicado casi 50 veces en tres años. Los datos hablan por si solo, no hay nada más que agregar, pero está claro quienes son los primeros que huyen cuando el barco se hunde. Cada uno, antes, arma prolijamente su valija. O su maletín.

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