Invierte fortunas en indumentaria. Es capaz de cambiarse hasta cinco veces por día y jamás repite los atuendos. Es muy elegante. Pero también es la Presidenta de un país que tiene al 40% de sus habitantes viviendo bajo la línea de la pobreza
Elegante y siempre atenta a las últimas tendencias internacionales, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner es la feliz propietaria de un oneroso vestuario que, según las infidencias de la propia Casa Rosada, hace ya más de un año que desbordó la generosa capacidad de los placares de Olivos y de su residencia en el Calafate. No hace falta ser un experto en alta costura -ni siquiera un entendido en modas- para advertir que la reina Cristina combina perfectamente zapatos, joyas y relojes, y que jamás repite un atuendo. Tanto es así que quienes la acompañan en sus giras comentan que ha llegado a cambiarse hasta cinco veces por día. En rigor de verdad, la elegancia es una virtud que arrastra desde hace mucho. Sólo que al ser la primera mandataria de un país con el 40% de la población viviendo en la pobreza, el contraste es inocultablemente fuerte. ¿Qué hacen con los vestidos que ya no usa? ¿Cuántos compatriotas podrían comer con lo que vale un par de zapatos? Son las preguntas que muchos se hacen. Está claro que un presidente tiene que cumplir al pie de la letra con los mandatos protocolares, y que la forma de vestir tiene mucho que ver con eso. Pero hay una delgada línea que separa al buen gusto de la ostentación.
De etiqueta
Ya desde sus años de primera dama cayó rendida ante la irresistible tentación de las grandes marcas. Las creaciones de Susana Ortiz -a quien llaman su diseñadora fetiche-, de Martín Churba y de Marcelo Senra ocupan varios de los peldaños más altos entre las preferencias de aquella niña que se crió en La Plata y que durante sus años mozos militó en el combativo peronismo universitario. También sus favoritos son los abrigos de Gloria López Sauqué y los zapatos de Ricky Sarkany, que también calza a las grandes estrellas de la farándula vernácula. Se dice que las comparaciones son odiosas. Pero también son inevitables. Veamos: los críticos del matrimonio K -que cada vez son más- aseguran que entre prendas y alhajas Cristina es muy capaz de exhibir -en una sola presentación pública- lo que mostraría un acaudalado o monarca. Hablan del equivalente a lo que cotizaría un automóvil de alta gama, es decir unos 50 mil dólares, sin contar los 20 mil dólares del Rolex Presidente, que da la hora como cualquier otro.
La mudanza
De la quinta de Olivos a un departamento de la calle Uruguay. Ese fue el recorrido que en 2008 hicieron los vestidos que ya no entraban en el placard que -según se dijo aquella vez- ocupa unos 95 metros cuadrados, el equivalente a la superficie de un cómodo departamentito de cuatro ambientes al que millones de argentinos no pueden acceder. El presupuesto para alimentarlo supera el millón de pesos, cifra con la se podría calzar a muchos de esos niños que heredan las zapatillas estropeadas de sus hermanitos mayores, o a los chicos que -a mediados de este año, cuando acechaba la gripe A- pidieron medias para hacerle frente al frío lacerante de aquellas escuelas que no están debidamente calefaccionadas.
Carteras
Otro accesorio que puede a la Presidenta son las carteras. En su rutina diaria prefiere siempre el modelo “Birkin Bag de Hermés” y las clásicas carteras Chanel, cuyos precios no bajan de 30.000 euros, sin olvidar los accesorios al tono de Louis Vuitton y bulgari para combinar con los taco aguja de Sarkani y Claude Bernard. Una de sus asesoras de moda favorita es Susana Ortiz, pero no prescinde de Carlos Di Domenico ni de las prendas de Tramando, la marca de alta gama Martín Churba, que está entre sus diseñadores locales predilectos. Amante de las buenas telas y estampados exclusivos suelen llamarla “la dama de los 100 vestidos”, ya que en cada presentación pública jamás repite un solo modelo.
Zapatos
Durante su campaña a la presidencia, Cristina había manifestado que “para ser buena política no tengo que disfrazarme de pobre”. Fiel a marcar claramente esa enorme distancia, elige calzar zapatos carísimos, fundamentalmente europeos. Son su perdición los zapatos (y también las carteras) del diseñador francés Louis Vuitton, valuados en cientos de dólares. Si de ropa hablamos, Cristina apuesta fuerte por la industria nacional. Al igual que varias figuras del jetset local, la primer mandataria elige los modelos de Ricky Sarkany en pie de igualdad con muchos de esos personajes.
Las Joyas
Las impresionantes alhajas que exhibe la Presidenta constituyen otro accesorio importante dentro del elevado presupuesto que destina a su imagen. Según estimaciones periodísticas la Presidenta en cada acto usa alrededor de 50 mil dólares en alhajas de diferentes joyerías de alta gama. Con respecto a algunos accesorios, por ejemplo: sus colgantes oscilan entre los 15 y 25 mil dólares; sus anillos con brillantes y piedras preciosas no bajan de los 8 mil dólares y sus aros rondan los 10 mil dólares el par. Es recordada su aparición en abril de este año en un acto que realizó en Plaza de Mayo, en el que lanzó una durísima crítica al campo. Para esa ocasión la presidente llevaba un Rolex President que ronda los 20 mil dólares, en su mano izquierda un anillo de oro blanco y oro amarillo de 18 quilates, al que llaman solitario con brillante, y la derecha, uno con zafiro de oro y platino, traídos de exclusivas casas del exterior, valuados en 10 mil dólares cada uno. El par de aros que utilizó también fue tasado en 10 mil dólares.
Cirugías
Según afirman, la Presidenta se sometió a dos cirugías, una lipoaspiración y a otros tratamientos sin bisturí, como el relleno facial con ácido hialurónico, inyecciones de bótox, la aplicación de hilos tensores en el cuello, la radiofrecuencia y las sesiones de endermologie y con electrodos, entre otros secretos de belleza. Esta afición por la cirugías le valió la denominación de “reina del botox” para el diario Inglés The Guardian, que además señaló que “ella niega haberse hecho cirugías, pero admite pintarse como una puerta”. FUENTE: DIARIO HOY