Y se abren más incógnitas, porque el massismo, integrado en su mayor parte por ex funcionarios del matrimonio Kirchner, también podría sufrir el impacto negativo del declive electoral del kirchnerismo. Al intendente de Tigre sólo le quedaría el camino de abandonar la moderación y lanzarse a una ofensiva demoledora contra la Casa Rosada, rol que le queda incómodo, dada su condición de ex Jefe de Gabinete de CFK. No es casual que un reconocido sciolista, el diputado riojano Jorge Yoma, haya puesto el dedo en la llaga esta semana, proponiendo lisa y llanamente que la presidente debe renunciar. En ese caso y, dando por descontada la subsiguiente renuncia de Amado Boudou, debería reunirse la Asamblea Legislativa y designar al funcionario electo nacional que complete el mandato. Un interinato en el poder y la recomposición del peronismo purgándolo del cristinismo podrían tal vez mejorar el posicionamiento electoral del PJ con vistas al 2015.
Hoy, como quedaron planteados los números en la elección de octubre pasado, el retroceso electoral del oficialismo, aun antes de que se insinuara la recesión, se hizo notar en Mendoza, Capital, Santa Fe, Jujuy, La Rioja, Santa Cruz y Entre Ríos, entre otros distritos. No así en Buenos Aires, donde sí se suman los guarismos del Frente para la Victoria, el Frente Renovador y el denarvaísmo, el voto peronista superó el 70%, lo que puede variar rápidamente con una inflación del orden del 40%.
Jugar a perder
A todo esto, el arco no peronista que en la Capital se expresó en UNEN va tomando la iniciativa ante la confusión que reina en las filas del PJ. Cuando Jorge Capitanich asumió la jefatura de gabinete de ministros, algunos gobernadores creyeron que había aparecido un vocero de una supuesta liga de gobernadores que iba a enmendarle la plana a los dislates de La Cámpora y el ultracristinismo, corrigiendo de a poco las políticas económicas de la Casa Rosada.
Sin embargo, ocurrió lo contrario: el mandatario chaqueño se fue subordinando primero a Carlos Zannini y luego también a La Cámpora, pasando a ser un vocero más del relato oficial, al punto que terminó esta semana denunciando conspiraciones empresarias para desestabilizar al gobierno, o sea, el libreto oficial sin matices.
La beligerante reaparición presidencial ante las cámaras ratificó además que el gobierno no cederá ante la disconformidad peronista, que cualquier disidencia será castigada y que ella les habla a los propios, sin interesarle el resto. Así las cosas, las encuestas dirán hasta qué punto el enfriamiento de la economía le hace perder votos sólo al gobierno o también a Scioli y Massa. En este último caso, la fractura del PJ sería la última chance para evitar una segura derrota electoral en un ballotage al cual llegaría el gobierno y el frente de centro izquierda, donde Elisa Carrió hasta se anima a hablar de un acuerdo con Mauricio Macri.
En los hechos, Cristina parece estar asumiendo algunos hechos. El primero, que el kirchnerismo podría llegar al ballotage en el 2015, pero que lo perdería contra cualquiera.
De ser así, el verdadero objetivo político del gobierno ya no sería ganar las elecciones, lo que parece imposible, sino salir segundo conservando una masa significativa de legisladores, gobernadores e intendentes que le permitan negociar con el futuro gobierno y atenuar así la posibilidad de un Nüremberg de la corrupción.
De más está decir que, en este contexto, no hay tesoro más preciado para los radicales y los socialistas que la continuidad de Cristina hasta el último día de su mandato, porque sólo ella crearía las condiciones perfectas para que surja un gobierno no peronista después de 12 años en el poder del peronismo. En este orden de cosas, la UCR se va acomodando para cumplir el rol de apuntalar la subsistencia del gobierno, lo que ya se advierte en el tono moderado de Ernesto Sanz y Julio Cobos. Para la coalición de centro izquierda, que el cristinismo vaya asumiendo la responsabilidad del ajuste no deja de ser una bendición del cielo.
El grito de Yoma, en este panorama, expresaría el sentimiento de miles de dirigentes peronistas que empiezan a advertir que con el ajuste la presidente está optando por la derrota del PJ a cambio de conservar -tal vez- una importante cuota de poder.