Ciudad del Vaticano (AICA): Al mediodía de este domingo, 29 de diciembre, Fiesta de la Sagrada Familia, el papa Francisco dirigió la oración mariana del Ángelus ante cientos de personas que se reunieron en la Plaza de San Pedro. Igual que a ellas se concentraron en diversos lugares otros miles de fieles para celebrar la festividad de la Sagrada Familia y escuchar sus palabras.
Entre estos sitios se encontraba Madrid, Nazaret, Barcelona y Loreto. El Pontífice invitó a los asistentes a “pedir con fervor a María Santísima, Madre de Jesús y Madre nuestra y a san José, su esposo para que iluminen, conforten y guíen a cada familia del mundo, para que puedan cumplir con dignidad y serenidad la misión que Dios les ha confiado”.
Al mediodía de este domingo, 29 de diciembre, Fiesta de la Sagrada Familia, el papa Francisco dirigió la oración mariana del Ángelus ante cientos de personas que se reunieron en la Plaza de San Pedro. Igual que ellas se concentraron en diversos lugares otros miles de fieles para celebrar la festividad de la Sagrada Familia y escuchar sus palabras.
Entre estos sitios se encontraba Madrid, Nazaret, Barcelona y Loreto.
El Pontífice invitó a los asistentes a “pedir con fervor a María Santísima, Madre de Jesús y Madre nuestra y a san José, su esposo para que iluminen, conforten y guíen a cada familia del mundo, para que puedan cumplir con dignidad y serenidad la misión que Dios les ha confiado”.
Francisco exhortó: “Mientras fijamos la mirada en la Santa Familia de Nazaret en el momento en que está constreñida a hacerse prófuga, pensamos en el drama de aquellos migrantes y refugiados que son víctimas del rechazo y de la explotación. Pero también pensamos en los “exiliados” que puede haber dentro de las mismas familias: los ancianos, por ejemplo, que a veces son tratados como presencias molestas”.
El Papa explicó que para saber cómo va una familia basta con ver cómo se trata en ella a los niños y a los ancianos.
Y expresó que Jesús ha querido pertenecer a una familia que ha experimentado estas dificultades, para que nadie se sienta excluido de la cercanía amorosa de Dios.
“La fuga en Egipto a causa de las amenazas de Herodes nos muestra que Dios está allí donde el hombre está en peligro, allí donde el hombre sufre, allí donde escapa, donde experimenta el rechazo y el abandono; pero es también allí donde el hombre sueña, espera volver a su patria en la libertad, proyecta y elige para la vida y la dignidad suya y de sus familiares”.
El Santo Padre dijo que la sencillez de la vida de la Sagrada Familia es un ejemplo que hace tanto bien a nuestras familias, las ayuda a convertirse cada vez más en comunidad de amor y de reconciliación, en la que se experimenta la ternura, la ayuda recíproca, el perdón recíproco. Y animó a las familias a tomar conciencia de la importancia que tienen en la Iglesia y en la sociedad, porque “el anuncio del Evangelio pasa ante todo a través de las familias, para alcanzar después los diversos ámbitos de la vida cotidiana”.