Por Diario HOY.-
Así lo afirmó el titular de YPF, una empresa vaciada por el kirchnerismo y sus socios, cuya producción viene en picada. El negocio de Vaca Muerta en la mira
Si no fue fuera trágico, sería cómico. El titular de YPF, Miguel Galuccio, habló de una “revolución energética” a partir de la explotación de Vaca Muerta, el mayor yacimiento de gas y petróleo no convencional del país que le fue cedido de forma vil a empresas multinacional.
La principal beneficiada por la entrega kirchnerista es la norteamericana Chevron que firmó un acuerdo secreto con el gobierno K, y podrá utilizar tecnología prohibida en gran parte del planeta por sus efecto devastadores para el medio ambiente. Esta empresa viene de ser expulsada de Ecuador, luego de haber destruido miles y miles de hectáreas de selva, lo que habría provocado la desaparición de pueblos enteros.
Las declaraciones de Galuccio se dieron ante un auditorio con más de 500 empresarios del sector.
En ese ámbito, sin sonrojarse, el funcionario aseguró que la industria del petróleo puede "repetir la revolución energética que comenzó en los Estados Unidos" en las últimas décadas, basada en la explotación de hidrocarburos "shale", como los alojados en Vaca Muerta de la cuenca neuquina.
"El mundo hoy mira a la Argentina con mucha expectativa", advirtió durante la apertura de la exposición Oil & Gas Argentina y el Foro de la Industria de los Hidrocarburos 2013 (AOG-FIH 2013), uno de los eventos comerciales más importantes que reúne a los ejecutivos del sector energético.
No es ninguna novedad que las grandes potencias y muchas multinacionales tienen entre ceja y ceja los recursos que existen en nuestro país. Pero lo que no dijo Galuccio es que el kirchnerismo, del cual él forma parte, le está poniendo bandera de remate a nuestros recursos. En esa estrategia, la seudoestatización de YPF sólo implicó que el Estado –que financiamos todos los argentinos con nuestros impuestos- se terminara haciendo cargo de una empresa vaciada durante el proceso privatizador, que desde su génesis tuvo respaldo del kirchnerismo.
Tal es el fracaso de la gestión de YPF en los últimos meses, que la comparación entre los balances de la empresa en marzo de 2012 -último mes de la gestión Repsol- y junio de este año refleja todos números negativos. Objetivamente, la compañía vale menos, gana menos, produce menos. Y debe mucho más.
La deuda bancaria y financiera de YPF creció un 120%: pasó de 10.967 millones de pesos a 24.940 millones de pesos, número que alcanzó con la deuda de 150 millones de dólares que acaba de emitir en Wall Street.
Asimismo, Galuccio no puede justificar el aumento de la deuda en una mayor producción. Al asumir prometió que rápidamente mejoraría un 15%, pero sus propios balances del primer trimestre de este año lo desmienten: las ganancias cayeron un 2,8% y la producción de crudo y gas cayeron un 0,7% y un 3,7%, respectivamente.
Un dato llamativo fue que Galuccio focalizó su intervención en el potencial del país en lo que respecta al objetivo del autoabastecimiento y la exportación neta de combustibles. Incluso, tomó como espejo lo que Estados Unidos realizó en la materia, donde pudo reducir drásticamente las importaciones con una proyección a exportar en el 2016.
Ahora bien, la única verdad es la realidad. Y ponerse a hablar de autoabastecimiento, cuando el Estado se está desangrando para importar energía por la crisis estructural de YPF, parece ser un chiste de mal gusto.
Algunos números meten miedo: desde que el kirchnerismo está en el poder, el gasto de importación energética creció unas 18 veces y trepó en 2012 a U$S 10.254 millones. Lo que quiere decir que en sólo diez años aumentaron un 1.765%.
Lo más grave es que la situación empeora día a día. Por ejemplo, entre enero y agosto de 2013, Argentina tuvo que desembolsar 9.029 millones de dólares para satisfacer la demanda interna, en medio del déficit energético que afecta al país, lo que implica un 29% más que los U$S 7.020 millones del acumulado en igual período de 2012.
En agosto, las compras al exterior de energía se incrementaron 92% en cantidades y 5% en precios, lo que provocó -en general- un retroceso interanual del 59% del superávit comercial, frente a un estancamiento de las exportaciones en conjunto.
En definitiva, se pone de manifiesto que la mal llamada estatización de YPF en realidad fue una pantalla para seguir haciendo negocios oscuros y permitir que las riquezas hidrocarburíferas de nuestro territorio sean entregada al mejor postor.
Los mercados ya anticipan los tarifazos
Las acciones de firmas vinculadas al sector energético prolongan ayer su racha alcista, tendencia que arrastran desde hace unas cuatro semanas. ¿Pero cuáles son los motivos que justifican esta suba, en medio de un escenario de recesión económica? Sencillo: los mercados avizoran que, después de las elecciones, el gobierno K no tendrá más alternativa que instrumentar tarifazos en luz y gas, sumado a nuevos incrementos en los precios de combustibles, debido a que las cajas del Estado ya no resisten poder afrontar el costo de los subsidios. De este modo, las empresas privatizadas de energía tendrían ingresos extras, a costa del bolsillo de la ciudadanía que deberán hacer frente a mayores gastos en un escenario que no haría más que aumentar la escalada inflacionaria.
En los últimos ocho meses del año los subsidios energéticos pegaron un nuevo salto y acumularon un alza del 69,5%. Sumaron $ 51.454 millones. Son $ 21.093 millones más que en igual lapso de 2012. De ese total, el mayor incremento, con el 76%, fue para la compra de combustible importado y por las compensaciones a las tarifas eléctricas, que insumieron casi $ 44.000 millones. Esos subsidios energéticos se concentraron en Cammesa y Enarsa, por donde se distribuye el 85% de los subsidios a la energía. A su vez, esos subsidios a la energía registran un alto porcentaje de ejecución, lo que anticipa que deberán ser ampliados.