Guillermo Moreno se sumó a la lista de funcionarios elegidos por Cristina y que caen en desgracia con la presidente. Algo similar le ocurre a Galuccio en YPF. Antes fueron Martín Lousteau, Sergio Massa, Graciela Ocaña y Amado Boudou. El problema es la ‘cazatalentos’; que elige, da poder y luego lo quita mientras nadie sabe qué quiere ni hacia dónde va. El kirchnerismo tiene una sola headhunter (buscadora de talentos) para encontrar funcionaros de la poco fértil cantera del Frente para la Victoria. El problema de recursos humanos en el oficialismo –que cada vez se limita más a La Cámpora- no es novedad, el problema es la propia seleccionadora. Cristina elige a sus ministros y funcionarios de menor rango sin que se entienda muchas veces cuáles son las razones técnicas de la elección, les otorga poder, visibilidad, peso propio y luego se desencanta de ellos, los ningunea aunque no los echa.
Esa situación, que en el pasado padecieron el ex ministro de Economía Martín Lousteau; el ex Jefe de Gabinete; Sergio Massa; la ex ministro de Salud, Graciela Ocaña y más recientemente Amado Boudou –que parece estar superando el peor momento de la relación con la presidente- le está tocando vivir a ahora al CEO de YPF, Miguel Galuccio y al que se creía ‘intocable’: Guillermo Moreno.
A Moreno, luego de haberle dado todo el Poder, tal es así que a pesar de ser un Secretario rivaliza y hasta supera a muchos ministros del gabinete, Cristina ha dejado de recibirlo como hacía antes.
También cesaron las referencias al titular de Comercio en los actos públicos, hasta llegó a deslizar un reto.
Todo eso le provoca decepción a Moreno que se siente desplazado por La Cámpora, donde adscribe la última estrella del firmamento cristinista: Axel Kicillof.
Que Moreno ha caído en desgracia con Cristina lo demuestra además que en el canal de Cristóbal López hayan empezado a ‘atenderlo’. De hecho se hizo mucho hincapié al acto donde la primera mandataria le dedicó un tibio reproche.
Moreno, al igual que sus pares elegidos y adorados por Ella, hace lo mismo que todos cuando han perdido el favor presidencial: Agachar la cabeza y esperar a que se le pase el enojo o lo que le esté pasando. Porque ese es el otro problema de la Headhunter: nadie sabe qué quiere ella.
