HANNAH ARENDT

En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".

sábado, 21 de julio de 2012

EL AJUSTE DESTITUYENTE

La realidad que se advierte en el trasluz del relato muestra a la Presidenta actuando con las Grecia y España argentinas como una Merkel que habla como Evita. Octavio Paz escribió que las ideologías crearon “esquemas más o menos geométricos para enterrar la realidad”. Y el kirchnerismo suele valerse de un relato más o menos ideológico para disfrazar la realidad. En la historia mundial, la realidad siempre terminó emergiendo de los enterramientos ideológicos de los que habló el escritor mejicano, mientras que en la actualidad argentina, la realidad siempre asoma su verdadero rostro por detrás del disfraz ideológico que impone el relato.
Los únicos que no la perciben son los consumidores del relato y los sectores más despolitizados, una muestra de que la híper-ideologización y la despolitización son extremos que se tocan, o dos formas diferentes de no ver la realidad. Cristina Fernández recurre al relato para disfrazar la palabra más despreciada por su propia narración: ajuste. Reitera su crítica a Europa por las durísimas medidas aplicadas a Grecia y España. En la crítica de la Presidenta, la canciller alemana Angela Merkel impone ajustes despiadados a pueblos mediterráneos, en lugar de seguir las expansivas recetas aplicadas en Argentina. Pero la realidad asoma por detrás del disfraz, porque está a la vista, sobre todo en Buenos Aires, que el Gobierno está provincializando lo que, en definitiva, es un severo ajuste.


Por cierto, la provincia de Daniel Scioli está en déficit, pero también está en déficit el Gobierno nacional que tan duramente la castiga. La diferencia es que la administración nacional puede emitir moneda y recurrir a otros medios de financiación con que los gobiernos provinciales no cuentan.
De tal modo, la Presidenta puede administrar mal y financiar sus deficiencias, mientras que las provincias ni siquiera pueden pedir créditos, porque está cortado para la Argentina por razones vinculadas a políticas nacionales y ajenas a las administraciones provinciales.
Merkel puede estar equivocándose al imponer ajustes en economías que necesitan estímulos para crecer, pero Alemania, el país del que ella es gobernante, no tiene recesión ni déficit, sino todo lo contrario. Además, la canciller alemana no disfraza lo que hace con lo que dice. En cambio, su más dura cuestionadora extranjera aplica ajustes a través de los gobernadores mientras repite el relato antiajuste, esperando que la sequía norteamericana y la próxima recuperación de Brasil vuelvan a inflar desde afuera las velas que, cada vez que se desinflan, detienen abruptamente la marcha de la economía dejando a la vista los huesos del déficit en el esqueleto de la 
recesión.
Para pagar los aguinaldos, Scioli recibió, a último momento, un préstamo de Anses que tendrá que devolver con intereses altísimos. No está claro si, en este agónico acuerdo que, al menos, pospone el incendio de la principal provincia argentina, cedió la Presidenta o capituló secretamente el gobernador. Lo que está claro es que el ajuste se canaliza a través de las provincias. Ergo, la realidad que se percibe en el trasluz del relato, muestra a la Presidenta actuando con las Grecia y España argentinas como una Merkel con discurso de Evita.
Misterios. Resulta enigmático que un dirigente al que jamás se le escuchó algo lúcido o profundo, tenga tanta popularidad. Es increíble que logre rating una letanía que abusa de palabras como “gestión” y frases hechas como “poner el hombro” y “trabajar codo a codo”.
En las entrevistas, Scioli es un especialista en no responder. A diferencia de la Presidenta, dio una conferencia de prensa, pero en ella no respondió ninguna de las preguntas, sino que ante cada una disparó los vacíos clichés de siempre, o amontonó palabras que no dicen nada.
La popularidad del gobernador bonaerense es un misterio, pero el acoso político que lanzó la Presidenta no tiene que ver con la insoportable levedad de Scioli ni con su ineptitud administrativa, sino con su enigmática popularidad.
Como la madrastra de Blancanieves a su espejo mágico, Cristina les pregunta a las encuestas y detesta lo que estas le responden.
La manzana envenenada es Gabriel Mariotto y en este punto comienza otro de los grandes enigmas argentinos: los mismos que candidatearon a Scioli tantas veces para beneficiarse con los votos que tracciona, ahora dicen que es un babieca, inútil para gobernar.
Un político puede convertirse en traidor o en desertor de una causa, pero nadie se convierte en inútil de un momento a otro. Si lo es, lo ha sido siempre. Lo que no fue siempre, es alguien con posibilidad de llegar a presidente.
Está a la vista que esa es la verdadera razón del linchamiento. Si pretendiese la presidencia pero no tuviera popularidad, nadie habría estrangulado hasta último momento las finanzas bonaerenses, buscando ahorcar sus pretensiones.
Resulta paradójico que quiera matarlo políticamente, a través de su vice, el gobierno que sostuvo que si un vice no responde siempre a su cabeza de fórmula, es un “traidor” ejecutando una “acción destituyente”. Los propios creadores de esa palabra y de la teoría según la cual todo vice que cuestiona, traiciona, están intentando destituir a Scioli a través de su vicegobernador.
Increíble, pero cierto. En rigor, lo increíble es que la operación destituyente esté ocurriendo sin provocar el más mínimo debate en el oficialismo. Ese mismo espacio capaz de creer en el discurso antiajuste de la Presidenta que está ajustando la economía, a través de las Grecia y España que tiene hoy la Argentina.

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