Sin embargo, ya hay versiones de que algunos grupos locales, para empezar el de Vila-Manzano, podrían hacerse cargo de varias de las áreas que pierde ahora YPF. Meramente espectacular y sin efectos concretos, la demanda que anunció ayer el canciller Héctor Timerman contra las petroleras que operan en la zona de Malvinas sería sólo un recurso mediático para tratar de sostener la agonizante malvinización del oficialismo.
Volver a empezar
El caso es que CFK, con éstas y otras iniciativas, está intentando reconstruir su liderazgo, golpeado por una serie de decisiones desacertadas. Para empezar, la elección de Amado Boudou como candidato a vicepresidente fue un grave error de Cristina, que debería haber advertido que el perfil de aquél era el opuesto al necesario.
El segundo y grave error que la presidente cometió en diciembre pasado fue reasumir ratificando a un gabinete con figuras sumamente desgastadas por diversos episodios de corrupción, para empezar Julio de Vido. De haber contado con un Ministro de Planificación nuevo, el desastre de TBA hubiera tenido un efecto negativo mucho menor, porque las críticas hubieran caído sobre un ex funcionario.
Tercer error, también en diciembre, fue el anuncio oficial de que se recortarían progresivamente los subsidios a las tarifas de agua, gas y electricidad, lo que generó inmediatamente un enorme malhumor social, al punto que la Casa Rosada ya empezó a demorar el retiro de los subsidios.
Los efectos de éstos y otros tropiezos se advierten ahora en la baja de la imagen positiva de CFK. La reforma de la Carta Orgánica del BCRA está, por su parte, destinada a aumentar la emisión para evitar la profundización del ajuste. En síntesis, la salud del liderazgo presidencial está en la cuerda floja por la acumulación de errores cometidos desde la omnipotencia, porque no hubo una sola acción opositora que complicara al gobierno.