HANNAH ARENDT

En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".

martes, 3 de enero de 2012

REINA CRISTINA


El problema de la sucesión detrás de la múltiple ofensiva de Cristina.

En el kirchnerismo hablan de un período de apenas 18 meses antes que se abra la disputa por la sucesión de la Presidenta, que podría licuar el poder político del gobierno. Como defensa, Cristina intenta liquidar ya los pleitos pendientes y extremar la concentración del poder. Los riesgos de anticipar los tiempos.

El mundo político asiste sorprendido al espectáculo de una Presidenta que luego de ser revalidada por más del 50 por ciento de los votos, elude el habitual espíritu magnánimo de los triunfadores y desata un manojo de ofensivas teledirigidas para destruir a sus adversarios. Un raid con aroma a venganza que descarga golpes sobre el grupo Clarín, Hugo Moyano y el “Momo” Venegas y sobrevuela a los banqueros y operadores que agitaron las últimas corridas del dólar.

La embestida, más allá de su parcial eficacia, enfrenta el problema de la oportunidad. Extraña ver a una Presidenta enfrascarse en la faena de la pelea cuerpo a cuerpo con sus adversarios, cuando el mundo atraviesa una crisis global y Argentina acumula problemas económicos sin resolver ni con solución a la vista.

Lo natural hubiera sido el despliegue de convocatorias amplias, el debate de planes para enfrentar la crisis actual y los problemas acumulados –déficit, inflación, atraso cambiario, etc- y porque no, la apertura del gobierno a nuevos cuadros técnicos y políticos que aporten la necesaria oxigenación del equipo, con nuevos hombres y nuevas ideas para nuevos tiempos.

Sin embargo, por más ominosa que resulte la conducta actual, existe una racionalidad que la explica, aún cuando se la intuya desafortunada. En importantes sectores del Gobierno están convencidos que su período de máximo poder no se extenderá más allá de los 18 meses. Se entiende, en julio del 2013 se empezará a discutir fuerte las listas de las legislativas de ese año, que no es otra cosa que el primer posicionamiento para las presidenciales del 2015. Y como la Presidenta tiene vedada una nueva reelección esto significa que en esa fecha se abrirá la discusión de su sucesor.

Salvador Dalí solía explicar su defensa de la monarquía con una frase ingeniosa: “Soy monárquico porque la monarquía resuelve el único problema importante de la política: la sucesión”. Para desgracia del kirchnerismo ese sistema no se aplica en la Argentina, de manera que no tiene más remedio que lidiar con el síndrome del pato rengo que afecta a todos los presidentes democráticos en la segunda mitad de su segundo mandato.

Por supuesto que está dando vueltas la idea de reformar la Constitución y sobre eso trabaja el juez Eugenio Zafaroni con el sistema francés como modelo, donde existe una figura presidencial que asemeja un rey –conservando el manejo de las relaciones exteriores, la representación del Estado y la facultad de formar gobierno- y un primer ministro que lidia con el día a día de la administración.

No hay que ser muy imaginativo a quien le calza ese traje. Pero el tema son los tiempos y los votos. El kirchnerismo hoy no tiene los necesarios dos tercios del Congreso para declarar la necesidad de la reforma de la Constitución y será en el 2013cuando se sabrá si suma los legisladores que le faltan para esa faena, o se pierde para siempre la posibilidad de un tercer mandato consecutivo de Cristina Kirchner. Será esa la hora de la verdad.

Estrategias y riesgos

En el ajedrez se suele considerar que no hay defensa que supere un buen ataque, o visto del otro lado, que la mejor defensa es el ataque. Cristina parece empeñada en aplicar esa estrategia. La múltiple embestida que lanzó estos días opera en varios niveles paralelos pero relacionados y apuntan al corazón de su problema político: la sucesión.

Es decir, todas las guerras que no gane de aquí al 2013, todo el poder que no acumule en este lapso, será imposible de obtenerlo cuando los factores de poder, la dirigencia política y hasta la población empiece a centrar la mirada en los futuros líderes y a ella sólo le quede la pesada carga de administrar la siempre Argentina.

Se trata de una cuestión de tiempos, materia que define éxitos y fracasos en la política ¿Es este el momento de dar todas las batallas o sería mejor escalonarlas en el tiempo? Los más grandes imperios sucumbieron cuando cayeron en la tentación de multiplicar los frentes, de liquidar de una vez los pleitos acumulados. Pero claro la historia no siempre se repite.

Esta discusión operativa se engarza con la cuestión de fondo: el modelo cristinista. La blitzkrierg que lanzó la Presidenta tiene la ventaja de ofrecer un mapa muy definido de sus obsesiones y prioridades, así como de la matriz que guía las decisiones.

La conclusión general es bastante obvia y revela que el modelo kirchnerista es un modelo de acumulación de poder, no un modelo económico o social. La matriz que explica los movimientos es su funcionalidad para acrecentar el poder, entendido este como control. De allí que en esta nueva etapa se destaque la figura de Guillermo Moreno, que lleva al extremo de la caricatura la pulsión por el control.

Como es natural, la prensa crítica, la prensa que publica lo que desafina, lo feo y también lo horrible es un blanco móvil; un verdadero atentado terrorista a ese poder que se imagina totalizante. Pero claro, se trata de un gobierno peronista, liderado por una peronista, rodeada de peronistas. Eso le otorga al dispositivo un nivel de informalidad, de repentismo oportunista, que lejos de ser una flaqueza le da al sistema una flexibilidad que todavía le permite superar las crisis que genera en la medida que intenta desplegarse.

Pero el plan está trazado y ejecutándose. La Presidenta desató una triple ofensiva contra tres áreas de la realidad que todavía no ingresaron en la obediencia debida: los medios críticos, los sindicatos y ciertos núcleos del peronismo más tradicional –incluido Daniel Scioli-. La fantasía es clara: ordenados esos factores se ordena el poder y en consecuencia la realidad.

El problema es que mientras el gobierno gasta enormes energías en esta tarea, se acumulan al menos otros tres frentes libres de todo control: la inflación, el déficit y el eventual impacto de la crisis global. Con un agravante: podría ocurrir que los blancos elegidos por la Presidenta –aún mal heridos- sobrevivan a la embestida y en un futuro no muy lejano se conjuguen con los desatendidos problemas de la economía, en el momento justo que empieza a discutirse su sucesión.

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