Desde este miércoles el país quedará en manos de Amado Boudou por la licencia que se tomará la presidenta Cristina Kirchner para ser sometida a una operación por el cáncer de tiroides que le detectaron. Serán 20 días de manejo presidencial por parte de un dirigente que está alineado automática y ciegamente al kirchnerismo. Pero aún así hay incertidumbre en la Casa Rosada por lo que pueda hacer Boudou.
No bastaron las palabras de velada amenaza que hizo Cristina Kirchner la semana pasada ("Cuidado con lo que hace") o los pedidos de ayuda que emitió la jefa del Estado para el vicepresidente. En el kirchnerismo tienen temores y dudas por lo que haga Boudou. Si no fuera por ello, la Presidenta no hubiera conformado un "núcleo duro" comandado por el secretario legal y técnico Carlos Zannini, Máximo Kirchner, el secretario de Comercio Guillermo Moerno y el ministro de Planificación Julio de Vido para seguir los pasos de Boudou. Cristina Kirchner ya le dio instrucciones precisas a Boudou de que cada decisión que tome sea consultada por ese cuarteto del poder de paladar negro.
Fuentes de la Casa Rosada comentaban la semana pasada que la decisión de dejar a Boudou al frente del Poder Ejecutivo no fue fácil para la Presidenta aunque forzada por su salud. El kirchnerismo tiene desconfianza innata a todo aquello que no huela a Santa Cruz. Y Boudou no solo no huele a Santa Cruz sino que se crió en la Ucedé de Alvaro Alsogaray. Además, el fantasma la "traición" de Julio Cobos persiste en los pasillos de la Casa Rosada.
Aquellos que no son kirchneristas y que temen lo que vaya a hacer Boudou responden a una lógica propia de la democracia argentina: el exceso de presidencialismo. La concentración de poder en la figura presidencial ha sido tan grande en la historia argentina que cualquier cambio en esta lógica hace temblar a la ciudadanía. Este tipo de reacciones no ocurren en sistemas parlamentaristas.
A Boudou le tocará la parte menos popular y simpática del segundo mandato de Cristina Kirchner. Deberá enfrentar los nuevos anuncios de quita de subsidios, corregir los excesos de gastos provinciales y hacer ajustes en algunos sectores de la salud y el sector financiero. Está claro que Cristina Kirchner no quería correr con este costo político.
Boudou tiene buen diálogo con Moyano, que viene amenazando desde hace tiempo con movilizaciones y planteos duros contra el Gobierno. Está previsto un encuentro de la CGT para esta semana y es probable que de allí surjan nuevos cuestionamientos al Gobierno. Habrá que ver la reacción de Boudou y su muñeca para manejar conflictos gremiales.
El país ingresa desde este miércoles en manos de Boudou. Algunos pocos conocen sus mañas en el poder. Otros dan por seguro que responderá a las órdenes del cuarteto kirchnerista. Pero la realidad dinámica de la Argentina puede deparar sorpresas.
