HANNAH ARENDT

En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".

martes, 17 de mayo de 2011

EL PLAN PARA QUE ALFONSÍN POLARICE CON CRISTINA.

Más por decantación que por opción, el diputado radical se ha convertido en la única opción para los factores de poder enfrentados con el kirchnerismo. La apuesta ahora es dotarlo de “gobernabilidad” y potencia electoral. Un trabajo complejo y signado por mutuas desconfianzas. La idea de mostrar un gabinete de “lujo” con Sanz y Lavagna.


No fue la primera opción, ni siquiera la segunda y tampoco la tercera. Es más, aún hoy existe una profunda desconfianza entre los hombres de negocios más fuertes del país y el radical Ricardo Alfonsín. Pero rendidos ante la desoladora fragmentación de la oposición y la sucesión de experimentos fallidos como los del senador Ernesto Sanz, aún a regañadientes, muchos de los adversarios más enconados de Cristina Kirchner empiezan a aceptar que el hijo del ex presidente sea acaso su única opción para enfrentar a la Presidenta.

Alfonsín vive por estas horas ese sutil cerco que los factores de poder van tejiendo en torno al elegido, que combina recomendaciones, sutiles sugerencias y llegado el caso alguna imposición. El trazo central del plan que adscriben estos grupos es de una simpleza atrapante: unficar todas las opciones opositoras detrás de la candidatura del radical, para que polarice la eleción presidencial con Cristina Kirchner.

Esta iniciativa entraña enormes riesgos y la primera en percibirlo fue Elisa Carrió. La diputada ya demostró que no le gusta que le indiquen lo que tiene que hacer, ni siquiera aquellos que comparten su aversión al kirchnerismo.

En un reportaje concedido a La Nación este domíngo, la líder de la Coalición Cívica hizo pública una discusión que viene manteniendo en privado: “La polarización perjudica a la oposición, es una pésima estrategia la del candidato único”, afirmó.

El razonamiento detrás de esa afirmación es el siguiente: si la elección se polariza, seguramente suba la intención de voto de Alfonsín, pero también la de Cristina. Y acaso con ese escenario, Cristina se aseguraría los puntos que necesita para ganar en primera vuelta.

Los que apuestan a polarizar evalúan que si Cristina ya está cerca de los 40 puntos es necesario potenciar a Alfonsín para que supere los 30 y así recorte los 10 puntos de diferencia que necesita la Presidenta para ganar en el primer turno. La contracara de ese razonamiento indica que -si el escenario es de polarización- y Alfonsín duplica sus actuales mediciones, no sería descabellado que Cristina sume por su lado y termine rebasando la cota de los 45 puntos, límite que fija la Constitución para ganar en primera vuelta aunque la diferencia sea de un voto.
El plan para fortalecer a Alfonsín

No es un secreto que el principal desafío que enfrenta Alfonsín –y cualquier candidato radical- es disipar en el electorado las dudas sobre su efectiva capacidad de gobernar el país y terminar el mandato presidencial. Con un agravante, en caso de ganar esta incipiente alianza, asumiría en un contexto de alta inflación y el presidente se llamaría nada menos que Alfonsín.

Por eso, quienes intentan asesorar al candidato radical le han sugerido que empiece a focalizarse en mostrar un equipo de gobierno. En ese marco, se apuesta a dos cartas “fuertes”: el anuncio de Ernesto Sanz como su jefe de Gabinete, para mostrar “solvencia” política y de paso exhibir una garantía para el establishment que continúa apoyándolo, con Techint a la cabeza.

Pero la jugada más fuerte apunta a presentar a Roberto Lavagna como su ministro de Economía. No debería sorprender la cercanía de este ex ministro de Kirchner con el diputado radical. Lavagna fue funcionario de Raúl Alfonsín en el área de control de precios en los 80 y en el 2007 candidato presidencial del radicalismo.

Como sea, el acuerdo con Lavagna –y muchos menos el anuncio de su eventual designación de ministro-, aún no está cerrado.

Desde lo político esta apuesta se complementa con el zurcido de alianzas electorales con Francisco de Narváez en la provincia y Mauricio Macri en la Ciudad, sin descuidar el acuerdo con los socialistas santafesinos de Hermes Binner.

Este plan de trabajo también incluye mostrar a Alfonsín rodeado de “jóvenes técnicos”, acaso con la intención de arrebatarle al kirchnerismo un eje político en el que ya avanzó largamente: la seducción del voto de los jóvenes, que en octube serán una importante porción del electorado.

Desinteligencias internas

Esta articulación como se puede presumir no es sencilla ni mecánica. En primer lugar se trata de convertir en candidato del centro –hacia la derecha- a un hombre que hace de su supuesta esencia progresista casi un dogma. Es decir, las desconfianzas son mutuas y acompañan el proceso.

Alfonsín sabe que han terminado acompañándolo como un mal menor y luego de tratar incluso con modales bruscos, que diera un paso al costado. Por caso, el CEO de un importante diario –que no es Héctor Magnetto- le pidió en la cara que declinara su postulación a favor de Sanz.

Tampoco contribuyeron a construir un adversario fuerte del kirchnerismo, los barquinazos políticos de Techint. No es un problema menor que el trazo políticó del principal grupo empresario argentino esté en manos del lobbysta Luis Betnaza, quien ha perdido prestigio como estratega para casi todo el empresariado, menos para el líder de la siderurgica Paolo Rocca, que sigue escuchando sus fallidos vaticinios casi como si se tratara de palabras santas.

Sin embargo, el hijo del ex presidente cuenta con virtudes importantes para la pelea presidencial. Una no menor, es su infinita paciencia para desestimar con gesto bonachón las zancadillas y ninguneos que eludió en todos estos meses, lo que le permite imponerse sin producir fracturas irremediables en el camino. Y la otra, tan obvia como ausente en el escenario político actual, es unas ganas bárbaras de ser Presidente.

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