Dispuesto a liberar a Venegas, amenazó al Gobierno con tomar la calle; desplegó influencias de todo tipo. Juan Pablo Morales LA NACION
Ya habían pasado casi 24 horas de la detención de Gerónimo Venegas y Eduardo Duhalde estaba dispuesto a hacerle saber al Gobierno que se había enojado. A media mañana de anteayer, el ex presidente le mandó un mensaje al jefe de Gabinete, Aníbal Fernández. Un "amigo en común" ofició de puente y llevó información detallada a la Casa Rosada. Duhalde dictó qué palabras usar: "Decile a Aníbal que se equivocaron. Y que no lo vamos a permitir. Vamos a movilizarnos en todo el país y esto va a terminar como una nueva 125. Y va en serio". En ese momento, una tropa de militantes sindicales se amontonaba frente los tribunales de Comodoro Py, donde Venegas declaraba. Duhalde había monitoreado personalmente esa movilización. Había legisladores, gremialistas y hasta políticos oficialistas del conurbano. El diputado Eduardo Amadeo estuvo hablando en plena calle con el secretario de Gobierno y el secretario de Obras Públicas de dos distritos clave del Gran Buenos Aires. Duhalde había charlado con sus jefes, los intendentes, la tarde anterior.
Fueron 36 horas de furia. Dos días en los que el ex presidente reconstruyó una larga cadena de viejos contactos. Y amenazó con desplegar influencias dormidas para ganar la calle en contra del Gobierno.
El búnker fue la sede porteña del Movimiento Productivo Argentino (MPA). El jueves, no bien supo de la detención de Venegas, se encerró a hacer llamadas. Convocó a una reunión a primera hora de la tarde. Sus informantes incluyeron a abogados, sindicalistas, diputados de la oposición y hasta la cúpula de las entidades del campo. A las 15.30, juntó a 25 de esos contactos en el salón de reuniones del MPA. Los abogados detallaron la situación. Empezaron todos a discutir cuál sería la estrategia. Duhalde hilvanó el plan: "Si cuestionamos el procedimiento, hay que decir que el mensaje político de esto es inaceptable. Vamos con todo".
Después volvió a encerrarse. Fueron dos horas más de llamadas políticas, según reconstruyeron ante La Nacion dos altas fuentes de su espacio político. Hubo, por lo menos, una charla con la CGT de Hugo Moyano. Y habló, como mínimo, con nueve intendentes del conurbano, sus ex aliados de los 90. Entre ellos, hubo integrantes del "grupo de los 8", el nucleamiento de caciques díscolos que agrupa a varios peronistas ortodoxos, que Duhalde conoce muy bien. Intentó convencerlos de que estaba en juego "el peronismo" y apeló a las tradiciones justicialistas. Algo parecido a lo que ayer se animó a decir en público, con tono de advertencia: "El Gobierno tocó el corazón del PJ. Y eso se paga".
Así logró que cuatro intendentes le confirmaran que al día siguiente se movilizarían en secreto para garantizar una vigilia numerosa hasta que liberaran a Venegas. Un hombre clave fue Hugo Curto, de Tres de Febrero, viejo sindicalista de los metalúrgicos. Ante La Nacion, ayer tuvo un sorpresivo respaldo público para el gremialista más cercano al ex presidente: "Más allá de que hoy estemos en veredas diferentes, Venegas es mi amigo. Me cuesta creer lo que se dice de él. Me solidarizo con un gran compañero".
Duhalde también mandó mensajes a la Justicia. Se asesoró especialmente antes de amenazar al juez Norberto Oyarbide con un nuevo pedido de juicio político. Lo hizo al anochecer del jueves, en plena conferencia de prensa. Sólo horas después, el juez se puso nervioso con las bombas de estruendo en la puerta de los tribunales. "No crean que a mí me van a apretar con manifestaciones", dijo ante los abogados de Venegas. A esas alturas, Duhalde ya le había mandado su mensaje especial a Aníbal Fernández. Un rato después, partió la orden de adelantar la indagatoria. En el camino, Moyano hizo su jugada y anunció el férreo apoyo de la CGT a Venegas. La liberación se anunció en cuestión de horas.
Duhalde se enoja si dicen que Moyano fue clave. Pretende que esté siempre del lado de los enemigos. Ayer intentó dejarlo claro: dijo que no creía en las "defensas corporativas" y que era "posible" que el jefe cegetista haya intentado protegerse. Al final, volvió con las advertencias. "Se va a terminar la era kirchnerista", aseguró. Conforme con las aclaraciones, partió a Aeroparque. Se encontró con Venegas, otra vez. Ambos subieron a un avión privado rumbo a Necochea. Pasarán juntos el fin de semana.
DIXIT
"Venegas es mi amigo. No creo en las denuncias. Me solidarizo con él ". HUGO CURTO. Intendente de Tres de Febrero.
FUENTE: LA NACIÓN