OTRO
TRATAMIENTO
TRATAMIENTO
A LA MARGINALIDAD
Cómo incluir en la sociedad del conocimiento globalizada, a millones de chicos y jóvenes argentinos, pobres y marginados.
Por Víctor Eduardo Lapegna
Los millones de niños, adolescentes y jóvenes argentinos situados en la pobreza y la indigencia cuentan con medios para acceder a todo el conocimiento científico y tecnológico existente en el mundo, invirtiendo apenas unos ocho pesos (aproximadamente dos dólares estadounidenses) por día.
Esto es así debido a que el uso universalizado de las computadoras personales, la informática e Internet – la revolución impulsada por los grandes adelantos en las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones o TIC que es uno de los signos distintivos de la sociedad del conocimiento y la globalización, que caracteriza a la nueva etapa de la evolución histórica –posibilita que cualquiera pueda acceder a casi toda la información existente en el orbe – incluso a los conocimientos que generan a ritmo acelerado la ciencia y la técnica – sin restricciones de tiempo y espacio, con la sola condición de disponer de una computadora conectada a Internet.
Los ocho pesos o dos dólares diarios mencionados en el primer párrafo, es el costo que demanda estar conectado a Internet durante ocho o diez horas diarias en cualquier locutorio con computadoras, por ejemplo, en Moreno o Florencio Varela – por mencionar dos de los distritos más pobres del conurbano bonaerense – o en cualesquiera de las provincias del Noroeste o el Noreste de nuestro país con mayores indicadores de pobreza e indigencia, que son más graves entre los niños, adolescentes y jóvenes.
La existencia de locutorios con computadoras, aún en las zonas más humildes del país, y el costo que demanda su uso no son, por tanto, factores restrictivos de esa posibilidad de acceso al saber actual por parte de nuestros chicos pobres.
Tampoco representa una limitación significativa su aptitud para ingresar y operar en Internet, que pasó a ser casi instintiva en todos los que, por su edad, son nativos digitales, con prescindencia de su situación social.
¿Qué impide, entonces, que todos esos pibes salgan de la situación de marginalidad que hoy padecen y tengan la información y formación que les habilite para ser actores útiles y necesarios de la sociedad del conocimiento y la globalización y generen beneficios para sí y para el país, aprovechando las oportunidades que ofrece esta nueva etapa de la evolución y soslayando sus amenazas?
Intentar responder a esta pregunta y superar esos impedimentos es un desafío que debiera convocar a la capacidad de reflexión y acción de todos los argentinos, dado que lograr que se produzca ese tránsito desde la marginación a la inclusión de esos millones de niños, adolescentes y jóvenes; es una de las condiciones necesarias para que nuestra Patria pueda transitar este siglo XXI en adecuadas condiciones de desarrollo integrado e integral de todos y para todos.
Aunque reconocemos a priori nuestras limitaciones para encontrar respuestas completas a aquel interrogante, creemos debido allegar algunos aportes.
1. Esos chicos, adolescentes y jóvenes no tienen conciencia - y no pueden tenerla dadas sus condiciones de vida – acerca de los beneficios personales y directos que podrían obtener a través de la educación y tampoco del placer que depara saber más.
2. Ellos y la mayoría de los educandos de la Argentina de hoy – aún los que no son ni pobres ni marginados- ignoran el método y la disciplina que son propios y necesarios para saber estudiar y tener esa capacidad - que no es provista por la gran mayoría de nuestro sistema educativo en todos sus niveles - es hoy mucho más importante que las virtudes o defectos de la información que se brinde en el proceso de enseñanza – aprendizaje.
3. Esa generalizada deficiencia respecto de saber estudiar impide que se sepa que hay que buscar en Internet, como “leer” la información a la que se accede y que hacer para que esa información aporte a la formación de quien acceda a ella.
4. Para la formación en el proceso de enseñanza – aprendizaje es imprescindible el rol de los maestros y en la Argentina de hoy pareciera que hay muchos empleados en el sistema educativo, pero no tantos maestros con la vocación, aptitud y actitud que son propias de esa condición.
5. Las formidables posibilidades que brinda Internet para expandir la cantidad y calidad del proceso de enseñanza – aprendizaje, lejos de disminuir, acentúa el mencionado rol del maestro para guiar a los educandos en ese proceso y la mayoría de los docentes argentinos parecieran tener una actitud de marcada renuencia al uso de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones en la educación.
6. La inmensa mayoría de los educandos y también de los maestros de la Argentina desconocen al idioma inglés (según el presidente de Uruguay, José Mujica, “el inglés no es el idioma que hablan los yanquis, es el idioma con el que los chinos se entienden con el mundo”) que, como antes el latín, tiende a ser la lingua franca en el mundo de hoy en general y en Internet en especial.
7. Persiste entre nosotros una distancia y separación entre las instituciones propias del sistema educativo formal – la escuela en todos sus niveles y la universidad – y el resto de las organizaciones de la comunidad, por ejemplo los locutorios, que bien podrían ser el “aula de computación” de escuelas que carezcan de ella, sobre todo en zonas donde hay mayores niveles de pobreza y marginalidad.
8. Una de las condiciones necesarias para recorrer el proceso inclusivo que aquí se expone, es que ese objetivo se integre en una política estratégica nacional de corto, mediano y largo plazo, que persista en el tiempo más allá del mandato de los gobiernos de todos los niveles y en la que aporten y participen todos los sectores de la vida nacional, lo que hoy no existe.
Somos conscientes que lo expuesto es, apenas, una modesta aproximación a la etiología de un problema complejo, pero confiamos en el aporte que puedan brindar para su solución, otros más lúcidos y expertos que nosotros.
Buenos Aires, 28 de enero de 2011