LOS SUBMARINOS DE MASERA: OSCURO DESTINO DE LA PLATA DEL CLUB DE PARÍS.
Gran parte de los fondos fueron solicitados por el dictador Massera para crear una flota de submarinos. Cuatro fueron comprados y otros cuatro debían construirse aquí, pero jamás se completaron. Otra porción se destinó a armas. POR DIARIO HOY
Armas y submarinos. Ese fue el destino de gran parte de los fondos que la Argentina obtuvo del Club de París durante la última dictadura militar, y que hoy el Gobierno nacional, encabezado por la presidenta Cristina Fernández, se dispone a “honrar”.
El recientemente fallecido dictador Emilio Massera, un ícono de la represión durante el último gobierno de facto, fue uno de los ideólogos de esta deuda contraída por la Argentina que, en su momento, superaba los 6.600 millones de dólares y que actualmente habrá que actualizar para resolver el monto final.
La idea de Massera era armar una poderosa flota de submarinos para la Argentina. En realidad, era una pantalla, dado que el objetivo principal pasaba por hacer negocios con los recursos públicos.
Así es como, actualmente, en la página de internet del Ministerio de Defensa de la Nación se detalla que nuestro país sólo tiene una flota de tres submarinos (“ARA Salta”, “ARA Santa Cruz” y “ARA San Juan”), que, junto a otro que se utilizó durante la guerra de Malvinas, fueron comprados a Alemania y traídos al país por orden de Massera.
Sin embargo, también se había acordado con el grupo alemán Thyssen para la construcción de otras cuatro unidades de similares características, pero que, con el apoyo tecnológico de la firma europea, se iban a terminar de ensamblar en la Argentina, más específicamente en el astillero Manuel Domecq. El desbarajuste económico que generó el régimen nefasto de los militares, de la mano de José Alfredo Martínez de Hoz, quintuplicó la deuda externa, dejó al astillero al borde de la ruina y al proyecto de ampliar la flota totalmente paralizado.
De hecho, a principios de los ‘80, cuando la dictadura militar comenzaba su curva decendente, el país entró en una situación de default, pero quedó opacada por la Guerra de las Malvinas. El astillero llegó a su peor momento a poco menos de un año del gobierno de Alfonsín y las salvajes políticas neoliberales implementadas por Carlos Menem durante los ‘90 le dieron el golpe de gracia.
“La mayoría de la gente que trabajaba ahí terminó trabajando en el extranjero”, recordó ante este diario un conocedor del tema.
Pero, a principios de los ‘80, la Argentina se encontraba en una situación de default de hecho, que la Guerra de las Malvinas encubrió. El ministro de Economía del régimen conducido por Leopoldo Galtieri, Roberto Alemann, buscó renegociar los pagos, pero luego se sucedieron los golpes internos en el Ejército y, en medio del final de la dictadura, se dejó de cumplir con el pago de la deuda externa.
“Hay un submarino que está terminado en un 30% y le falta un 70. Hay otro que está completo en un 70% y le falta un 30. Ambos estuvieron abandonados durante años en las instalaciones de Costanera Sur (donde funcionaba el astillero)”, confirmó Angel Tello, quien fue viceministro de Defensa de la Nación y experto en política internacional. Pese a este dato, Tello señaló que, si bien conocía la versión de que esos submarinos -que permanecen incompletos y en estado de abandono- habían sido financiados con dinero de la dictadura, remarcó que jamás vio un “papel oficial” que confirme ese dato. “Si salió de la deuda del Club de París o de otro lado lo desconozco”, mencionó en diálogo con Hoy.
Esa confirmación, en cambio, llegó de otros dirigentes y expertos en el tema. El ex diputado nacional Mario Cafiero ratificó ante este medio que “todo el proyecto submarinos de Massera se financió con el Club de París”.
Por su parte, el líder de Proyecto Sur, Fernando “Pino” Solanas firmó una nota, que salió publicada en un diario porteño cuando al Argentina inició sus negociaciones con el Club de París para saldar la deuda, en la que ratificó que Massera había destinado gran parte de los fondos solicitados al Club de París “para el equipamiento de submarinos que nunca se fabricaron”.
Pero el equipamiento de submarinos inconclusos no fue el único destino de esa plata. Cafiero señaló que otra parte de los fondos obtenidos por ese crédito se destinaron a la compra de armas, destino, obviamente, alejado de los intereses de los argentinos, que pese a eso pagarán por esa deuda contraida con intereses perversos.
Además de los submarinos y las armas, Cafiero recordó que otro de los proyectos que pretendió financiarse con ese dinero fue la obra del gasoducto Cogasco, que tampoco tuvo un final feliz. En la misma línea, Solanas remarcó que esa porción de fondos es reclamada por Holanda y no debería pagarse, “por ser producto de acciones irregulares y delictivas”.
“Es el llamado Caso Cogasco: los fondos nunca ingresaron al país, pero fueron registrados como deuda de Gas del Estado. Además, funcionarios de la dictadura endeudaron a las empresas públicas para alimentar la fuga de capitales y la plata dulce”, concluyó el líder de Proyecto Sur.
Patear para adelante
La deuda contraída por la Argentina ante el Club de París siempre fue, literalmente, pateada para adelante por las autoridades del Gobierno nacional. Cuando Raúl Alfonsín asumió la presidencia en 1983, la deuda ya estaba contraída. Dos años después, comenzaron los reclamos y el caudillo radical envió a su ministro Bernardo Grinspun a negociar. En realidad su labor fue dilatar el pago. Cumplió. Así, la deuda pasó a la siguiente gestión y el ex presidente Carlos Menem, en 1992, envió al por entonces ministro de Economía Domingo Cavallo, quien siguió el ejemplo de su colega radical y logró que se posterguen los pagos.
El kirchnerismo, en cambio, desde que asumió hasta la fecha, mostró un fuerte interés por cancelar las deudas con organismos internacionales y, luego de los dos canjes de bonos y el pago al FMI, ahora va por el informal Club de París. Sin embargo, no son pocos los que opinan distinto a la presidenta Cristina Fernández, que varias veces se refirió a esta deuda como una de las “más legítimas” que contrajo el país y, por eso, subrayó su decisión de honrarla.
“Esto demuestra la hipocresía del Gobierno nacional”, disparó Mario Cafiero.
Sospechas por la ausencia del FMI en la negociación
El economista Ricardo Arriazu consideró que es “muy raro” que el Club de París acepte el pedido de Argentina para renegociar a largo plazo su deuda con el grupo sin la intervención del FMI u otro organismo similar.
“La experiencia histórica dice que, si se da un plazo (mayor), hay que asegurarse de que (el deudor) va a pagar, y por eso interviene el Fondo Monetario”, explicó.
En ese marco, advirtió que “si la pretensión de Argentina es pagar a largo plazo, sería muy raro (que se acepte) sin una negociación que involucre al FMI o algún otro organismo parecido”.
“En cambio, no hay interferencia si se paga dentro de un año. Si el pago es a más de un año, el Club de París tendrá que asegurarse de que le van a pagar”, dijo el
economista.
FUENTE: DIARIO HOY