A comienzos de los setenta, un prestigioso profesor de lógica y filosofía fue interrumpido durante una clase por un alumno: “Usted habla de lógica deductiva, de lógica inductiva, pero esas son categorías que vienen del norte imperialista. Tiene que haber una lógica nacional y popular, una lógica argentina”. El docente meditó unos segundos y respondió, algo apesadumbrado: “Claro que sí. Hay una lógica argentina, la generalización al voleo”.
La anécdota refleja la visión dual que conforma el núcleo del pensamiento kirchnerista. Tesis y antítesis, imperialismo y colonia, patria y antipatria, nosotros y ellos. Aunque en una versión moderna, continua presente lo que el viejo profesor denominó lógica argentina. El silogismo, eslogan de campaña, es el siguiente:
1. La debacle del país se inició con la dictadura militar
2. La década del noventa fue la continuación del genocidio político en su esfera económica
3. La convertibilidad fue la máxima expresión de esa maldad
4. El modelo económico que Kirchner instauró desde 2003 permitió romper con la dinámica perversa dictadura-menemismo-convertibilidad
5. Criticar al kirchnerismo equivale a defender ese tridente
6. La derrota del kirchnerismo ocasionará el regreso a los años de ausencia de democracia y de crisis económica
Muy a pesar de los discursos oficiales, a simple vista se ve que nada en los puntos 1,2,3 y 4 conduce necesariamente a 5 y 6. Se puede criticar sin defender la dictadura, se pueden mejorar las instituciones sin un golpe de Estado, se pueden hacer ajustes al modelo sin que todo explote. Pero desde el Gobierno se insiste con la generalización al voleo: toda oposición es la derecha recalcitrante que apoyó a la dictadura y al menemismo, y por lo tanto es golpista, liberal y antidemocrática.
Un ejemplo: que el sistema de jubilación privada haya cobrado comisiones exorbitantes (entre otros motivos porque el kirchnerismo se lo permitió en cinco de sus catorce años de vida) no significa que el régimen estatal vigente, con la ANSeS empapelada de bonos, sea la panacea ni mucho menos. En la dualidad y la sobre-simplificación en la que cae la lógica kirchnerista termina por presentar una realidad fragmentada.
La evidencia empírica, enseñaba el mismo profesor, es clave para corroborar o refutar teorías, también en ciencias políticas. Si el enemigo es la década del noventa y el kirchnerismo representa lo opuesto, ¿cómo se explica que una decena de funcionarios y ex funcionarios kirchneristas (y hasta el propio Kirchner) fueran protagonistas durante el menemismo?. Algo no cierra, pero identificar al modelo K con los noventa porque algunos de sus titiriteros son los mismos implicaría, nuevamente, generalizar al voleo. Como un búmeran, la lógica kirchnerista se vuelve en contra del oficialismo.
Sin embargo, hay diferencias, matices, cambios graduales y también de los otros. La conciencia social, con avances y retrocesos, tuvo su aprendizaje y los momentos históricos por definición nunca se repiten. Más allá de lo que ocurra el 28 de junio, el paso de 1-4 a 5-6 demanda una falacia, verdaderos saltos mortales del pensamiento que dividen más de lo que unen, y restan más de lo que suman. FUENTE: CRONISTA COMERCIAL