CACHO CORNETA: UN FINAL A TODA ORQUESTA

Un interesante porcentaje de electores indecisos para el comicio nacional del 28 de junio, han definido su voto en los últimos días. Al menos notoriamente en provincia de Buenos Aires. Con la causa judicial por el tráfico de efedrina, han involucrado de manera sospechosa pero convenientemente para los Kirchner, al candidato opositor Francisco de Narváez. La manipulación electoral de la docilidad excesiva de la justicia por parte de Néstor ha generado el efecto contrario por él deseado. No solo indecisos han engrosado el voto de Narváez, también fronterizos votantes de todos los sectores a los que quizás no les llegue el ansiado, efímero y corto brazo de la precaria dádiva oficialista. Se produce el fenómeno no buscado de repudiar tanta denuncia. Para un argentino no hay nada peor que otro argentino buchón. Peor si es desde el poder y una tribuna constante. El argentino, en general y a Dios gracias, se ha sublevado desde siempre contra la delación. Los pobres lo viven en carne propia, porque nunca falta un buchón que los denuncia por estar enganchados a la luz, al cable, que llama a la partida policial, al inspector, etc. Además, en el caso de Narváez e independientemente de su implicancia o no en el tema en cuestión, el que lo denuncia no es precisamente la Madre Teresa. Si el auditorio de la disputa fuese una clase media prolija deseosa de esclarecimiento judicial light por televisión, quizás otro gallo cantaría. Pero es inexistente para Kirchner y ya para la Argentina aquél “exigente” público. Pareciera que sea cual sea el tema planteado para denostar al contrario, lo que es observado y repudiado es el personaje que lo plantea. Hoy por hoy, sin temor a equivocarnos podemos afirmar que los peores y más impresentables políticos de la Argentina están en este gobierno, empezando por Néstor y Cristina Kirchner. Piantavotos con poder, se potencian al infinito. Es bastante alucinante verificar en el día a día, la malicia y capacidad autodestructiva del matrimonio presidencial. Se percibe un clamor producto del cansancio general-hace seis años que están en el gobierno- de la malaria, de la falopa y muerte, del horizonte plagado de incendios y de un gobierno que pareciera que reparte nafta gratis. Quizás para salvar la ropa electoral, el oficialismo tenga que recurrir a algún artilugio de última hora. Ya no solo existe la sospecha de una justicia instrumentada para todo tipo de arbitrariedades. Todo son certezas.