Por Elisabetta Piqué/La Nación.-
De visita en Nápoles, el pontífice pidió "no ceder a la tentación del dinero fácil y de los ingresos deshonestos"; "Es pan para hoy y hambre para mañana", sostuvo
"La corrupción apesta, la sociedad corrupta apesta, como apesta un animal muerto, y un cristiano que deja entrar adentro suyo a la corrupción no es un cristiano, apesta".
Desde el barrio de Scampia, en la periferia norte de Nápoles y símbolo de todos los males que aquejan a esta ciudad del empobrecido sur de Italia, el papa Francisco lanzó hoy un fuerte mensaje contra la ilegalidad.
Rodeado de niños que antes se habían sacado selfies con él, que como siempre conquistó a la multitud saliéndose del protocolo, el Papa habló así después de escuchar el testimonio de una mujer filipina, un trabajador y un juez, en un palco montado a pocos metros de "Le Vele", el complejo de edificios símbolo de la degradación y criminalidad de este barrio.
Luego de asegurar que los migrantes "no son seres humanos de segunda clase", sino que "todos somos migrantes" y de denunciar que es grave que más del 40 por ciento de los jóvenes esté sin trabajo, culpa de "un sistema económico que descarta", el Papa fustigó a la corrupción como origen de todos los males.
"Pero díganme, si nosotros les cerramos la puerta a los migrantes, le sacamos el trabajo y la dignidad a la gente ¿cómo se llama esto?", preguntó, saliéndose del discurso que tenía preparado. "Se llama corrupción y todos nosotros tenemos la posibilidad de ser corruptos, ninguno de nosotros puede decir «yo nunca seré corrupto». ¡No! Es una tentación, es caer hacia los negocios fáciles, hacia la delincuencia, hacia la explotación de las personas", clamó, aludiendo a cómo suele meterse en estos sitios la criminalidad organizada.
"¡Cuánta corrupción hay en el mundo!", siguió, al destacar que se trata de una "palabra fea porque una cosa corrupta es una cosa sucia".
"¡La corrupción apesta! ¡La sociedad corrupta apesta! ¡Un cristiano que deja entrar adentro suyo la corrupción, no es cristiano, apesta!", agregó, y provocó cataratas de aplausos entre las miles de personas de Scampia, barrio marcado por la desidia y bastión de la mafia napolitana.
El Papa llegó hasta aquí luego de rezarle a la imagen de la Virgen del Santuario Mariano de Pompeya, desde donde llegó en helicóptero. Y tuvo una recepción triunfal al desplazarse en papamóvil hasta la plaza principal de Scampia, a pocos metros de "Le Vele", los edificios símbolo de degrado de esta periferia famosa por el libro sobre la camorra Gomorra, de Roberto Saviano.
"¡Viva el Papa! ¡Viva Jesús!", gritaba la multitud al paso del Papa, mientras agitaba banderitas del Vaticano amarillas y blancas, entre las cuales se destacaban varias argentinas.
"Queridos amigos, mi presencia quiere ser un impulso a un camino de esperanza, de renacimiento y de resaneamiento ya en curso", dijo Francisco, quien destacó no sólo la calidez de los napolitanos, sino también su espíritu.
"La vida en Nápoles nunca fue fácil, pero nunca fue triste", aseguró. "Y éste es su recurso: la alegría. El camino cotidiano de esta ciudad, con sus dificultades y sus duras pruebas produce una cultura de vida que ayuda siempre a levantarse después de cada caída y a hacer de modo que el mal nunca tenga la última palabra", afirmó.
Durante la misa que celebró más tarde en la céntrica Plaza del Plebiscito, a la que llegó luego de atravesar una ciudad blindada, pero en júbilo y eufórica ante su paso, tuvo palabras de aliento similares.
Y fue más allá porque directamente llamó a la camorra a la conversión ante las 20.000 personas presentes en la plaza, pero muchísimas más en las zonas adyacentes, en las que habían colocado pantallas gigantes.
Al pedirle a los napolitanos que no se dejen robar la esperanza, de hecho, llamó a "reaccionar con firmeza a las organizaciones que explotan y corrompen los jóvenes, los pobres y los débiles, con el cínico comercio de la droga y otros crímenes".
"No se dejen robar la esperanza. No dejen que su juventud sea explotada por esta gente", clamó, refiriéndose a los camorristas. "Que la delincuencia y la corrupción no desfiguren el rostro de esta bella ciudad. Es más, que no desfiguren la alegría del corazón napolitano. A los criminales y a todos sus cómplices hoy yo humildemente, como hermano, repito: ¡conviértanse al amor y a la justicia!", exhortó. ¡Déjense encontrar por la misericordia de Dios!", pidió.
Más tarde, tal como estaba programado, el Papa, quien se quedará hasta entrada la tarde en la ciudad de Diego Armando Maradona, almorzó con detenidos en la cárcel de Poggioreale.