HANNAH ARENDT

En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".

sábado, 21 de marzo de 2015

LA INFLACIÓN YA NO "GARPA": LA CLASE MEDIA NO ADELANTA CONSUMOS Y EL GOBIERNO SE QUEDA CON LA PEOR COMBINACIÓN.


    Por Federico Mc Dougall/iProfesional.- Crecen las polémicas con las estadísticas oficiales. Para el Indec, el país creció 0,5% en 2014. Aun siendo cierto, la realidad es que el Ejecutivo dejó atrás las famosas "metas de crecimiento" que alentaba CFK. Y si busca que la economía repunte, corre el riesgo de que se termine la pax cambiaria La economía creció 0,5% en 2014, según informó el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC).
La evaluación oficial mostró una desaceleración del ritmo de suba del PBI, que había iniciado el primer trimestre con una alza de 2,8%, continuó con un avance del 1,6% en el segundo período para luego ubicarse en 0,8 por ciento en el tercer trimestre.

Los datos del instituto muestran que la economía estuvo al borde de la recesión durante el año pasado y dan cuenta de una marcada diferencia respecto de las cifras de consultoras privadas, para las que hubo una caída del producto bruto interno de entre 0,5% y 2%. Entre otros factores, el flojo desempeño tuvo como origen una caída de la inversión durante 2014 de 5,6% respecto del 2013. El empleo se deterioró y la tasa de desocupación subió a 6,9%, desde el 6,4 por ciento de 2013. Además, se observó un deterioro de la calidad laboral ya que el trabajo en negro se elevó al 34,3 por ciento. Durante 2014 la economía convivió con una inflación medida por el INDEC de 24%, mientras que la los privados se ubicó en 30% y 35%. En distintas apariciones públicas el ministro de Economía, Axel Kicillof responsabilizó de la caída en el nivel de actividad a la crisis internacional que redujo la demanda de los principales productos de exportación. En tanto, el déficit fiscal que superó los $100.000 millones. 


¿Cuál es hoy la meta? 

 "Nosotros no tenemos metas de inflación, tenemos metas de crecimiento", se jactaba Cristina Kirchner al asumir su segundo mandato presidencial, como forma de marcar lo que ella percibía como la esencia del "modelo". Sobre el final de su gestión, haría bien en no recordar aquella frase: todas las acciones de su ministro de Economía, Axel Kicillof, dejan en claro que si hay algo sobre lo que el Gobierno no se fija metas prioritarias es, justamente, en el crecimiento. Ahora el país se quedó con la peor de las combinaciones: alta inflación y escenario recesivo. El brusco cierre de la canilla de dólares que reclaman los empresarios para comprar insumos deja en claro que el "modelo" ha decidido pasar la producción a un segundo plano. La nueva consigna parece ser la de fijar "metas de reservas" en el Banco Central, de manera de sostener al dólar lo más estable posible a expensas de un deterioro en el nivel de actividad. 

 Ante un escenario de escasez de divisas, la administración K se ve entonces obligada a tener que elegir entre: 

 • Cuidar las reservas, pagando por ello el costo de una mayor recesión en la actividad económica (freno a las importaciones de insumos que necesita la industria). 

 • Impulsar el crecimiento del país, pagando por ello el costo de perder reservas y generando así mayor inquietud en la plaza cambiaria. La realidad está mostrando que el Ejecutivo ha elegido la primera opción. Desde la consultora Economía & Regiones coinciden en que al Gobierno "hoy día le importa más el nivel de reservas, de inflación y del dólar que el de actividad". Y que procurará que las tenencias del Banco Central no caigan, de manera de preservar la estabilidad financiera. La consecuencia, advierten, es que "habrá un deterioro de la producción y del empleo", ya que necesariamente la administración K tendrá que frenar importaciones de una gran cantidad de insumos que necesita la industria. Tal como ya diera cuenta iProfesional, no es el único dilema que debe enfrentar. También la escasez de billetes verdes (producto de un país con déficit y sin crédito externo) lo obliga a tener que optar entre: 

 • Atrasar al dólar frente a la inflación, para que un alza del tipo de cambio no acelere el índice, a costa de que los productos argentinos se encarezcan en el mundo. 

 • Aumentar el billete verde para no perder competitividad cambiaria, a costa del riesgo de una disparada de los precios internos. En este dilema, también el Ejecutivo ha elegido la primera opción. Con el dólar cuasi-anclado "se apunta a desacelerar la inflación, a mantener acotadas las expectativas de devaluación y a preservar las reservas, a costa de deteriorar el nivel de actividad", subrayan desde Economía & Regiones. 

¿Podrá CFK tener su fin de fiesta con alza del PBI? 

No hay mejor defensa que un boom consumista. Y si es con el dólar congelado, mejor. Así lo demuestra la historia reciente. Muy en particular la del kirchnerismo, que ha sabido recuperarse de sus crisis gracias a las dosis de efectivo para "lubricar" la economía. Avanzar en este sentido es, una vez más, uno de los temas que el Gobierno tiene en carpeta, en momentos en que necesita mostrar su capacidad de recuperación, ya en el tramo final del mandato de Cristina Kirchner. La estabilidad del dólar blue ha sido ampliamente festejada por el oficialismo, si bien no resulta suficiente como para constituirse por sí solo en un factor que cambie el humor social. A fin de cuentas, los números de la economía real siguen fríos. Por eso, el gran objetivo que se plantea el Gobierno es el de recrear una situación similar a la de 2011. 

 En aquel entonces, la combinación de un dólar quieto y la mejora en el poder adquisitivo de los salarios (que le habían ganado a la inflación), posibilitaron alcanzar cifras récord de consumo y, por cierto, un inmejorable rédito electoral para el oficialismo. Falta la otra mitad, que es la recuperación del poder de compra de los salarios. Y es en este punto en el que surgen las mayores dudas. Hay analistas que advierten que -a diferencia de lo ocurrido a lo largo de la década kirchnerista- ahora ya no queda mucho margen para generar ese shock consumista. ¿Por qué? Porque el diagnóstico de la mayoría es que la actual paz financiera y la moderación de la inflación fueron logradas, justamente, utilizando a lrecesión como "moneda de cambio". En otras palabras, el Gobierno obtuvo ambos premios (dólar y precios más calmos) pagando por ellos con una caída en el nivel de actividad, en los ingresos y en el consumo. Es una mala noticia para Cristina, que siempre se ha aferrado a la idea de que el consumo interno -sobre todo en momentos recesivos- es la gran llave para poner en marcha la economía. 

 El costo del dólar con anestesia 

En estos momentos, parte de las críticas que está recibiendo el Gobierno están vinculadas al atraso cambiario, que ya está haciendo notar su efecto nocivo en las economías regionales. Precisamente, en cientos de empresas que tienen que colocar sus productos en el exterior. La suba de costos en general (y de los salarios en particular), combinada con un dólar quieto, encarece sus productos en esta moneda y los saca de competencia. Paradójicamente, Axel Kicillof y Alejandro Vanoli parecen tomar estas críticas como si fueran un elogio. A fin de cuentas, planchar al billete verde es algo que no lo hace quien quiere sino quien puede. Claro que a costa de frenar importaciones de insumos y productos clave para la industria y de tener que recurrir a los peligrosos "dólares chinos". Salvando esos "pequeños detalles", esa parte se logró. Y hay que admitir que, pese a las críticas, la actitud del Gobierno reviste cierta lógica: 1. Desde el punto de vista político, hay un viejo axioma que dice que para lograr un buen resultado electoral se requiere de un dólar bajo. 2. Desde el punto de vista económico, si se quiere fomentar el consumo está terminantemente "prohibido" devaluar. 

 El costo del dólar planchado 

El tema central es si, aun con la posibilidad de que haya una recuperación salarial, el Gobierno está en condiciones de lograr su ansiado boom consumista. Claro que para que ello suceda, la economía debe mantenerse "mansa y tranquila", de modo que mejore el humor social y los argentinos estén más propensos a comprar. Y en este punto es donde se da la paradoja: lo que posibilita mantener a la inflación contenida y al dólar anestesiado es, justamente, el clima recesivo. De manera que cualquier intento por provocar un shock en los ingresos pondría en riesgo ese clima de tranquilidad. Uno de quienes apunta en ese sentido es el economista Eduardo Curia, que advierte contra la tentación de "ablandar" las condiciones que posibilitaron la calma. Entre ellas, incluye como requisito una moderación salarial que sirva de "dique" para contener una mayor presión inflacionaria, si bien ve difícil que ello sea políticamente viable. Además, considera que la calma implica seguir siendo estricto con el manejo de la caja verde: "Disponer de una afluencia de dólares suficientes resulta crucial. A la vez, hay que ser conscientes de los límites que hay en este sentido". 

 En cuanto al ingreso de billetes verdes que posibiliten esa mayor caja, analistas creen que este año los ingresos por exportaciones no ayudarán como en otros, lo cual limitará las posibilidades de abrir el cerrojo a los productos e insumos importados para incentivar la producción y el consumo. La diferencia de otros momentos, el contexto no parece propicio para darle impulso al consumo a partir de incentivar el gasto público, ya que esto puede causar más problemas que expansión. Desde Economía y Regiones advierten que si no se producen más bienes para incrementar la oferta, "existe el riesgo que surjan presiones de demanda que terminen acelerando los precios y estimulen nuevamente la inflación, haciendo que el poder adquisitivo del salario no sólo se vuelva a evaporar, sino que termine cayendo más". En definitiva, la posibilidad de fomentar el consumo en este contexto aparece cuestionada.

Entradas populares

ARCHIVO DEL BLOG