Por Guillermo Cherashny/El Informador.-
Ya señalamos en una nota anterior que el gobierno tiene una fuerte tendencia a engañarse con las encuestas que le dan a Cristina una imagen positiva de entre 40% y 46%. En este contexto, el cristinismo aborda el nuevo año sin dar señales de arreglo con los holdouts porque cree que esa supuesta “imagen positiva” se basa precisamente en la “guerra” contra los fondos buitres. De ahí que intentarán volver a los mercados voluntarios de crédito con el Bonar 24, quizás pagando tasas que superen el 10%, que hasta ahora se consideraba un límite para el gobierno, pero la necesidad se sabe que tiene cara de hereje, ya que ni ellos mismos se engañan con los 31.000 millones de dólares de reservas que en realidad llegan a los 14.000 millones de la moneda americana.
En efecto, ese número real impide levantar el cepo el año que viene, por la simple razón de que las utilidades no remitidas de las empresas extranjeras superan esa cifra. Todo indica que el próximo gobierno que asuma el 10 de diciembre del 2015 necesitaría entre 100 y 180 días para levantarlo. No se entienden entonces las declaraciones del presidente del BCRA Alejandro Vanoli sosteniendo que se podía levantar el cepo en el 2015. Algo que fue desmentido por Aníbal Fernández diciendo que no hay cepo, lo cual era obvio que iba a pasar. Evidentemente a Vanoli lo envalentonó la baja del dólar blue mediante controles policiales para llevarlo a decir semejante contradicción con las afirmaciones de la presidente. Un caso parecido al de Axel Kicillof, que se creyó un genio adelantando los pagos del Boden 2015 y la emisión de 3.000 millones del Bonar 24.
Al filo
En definitiva, la recesión continuará quizás con una inflación menor a la de este año, pero rondará el 30% y no menos, como espera la cartera económica. Con este panorama, aunque las chances de una crisis financiera son menores, no hay que descartarla. No es menos cierto que el oficialismo llegará a la PASO con cuatro años de estanflación y los dos últimos con recesión y alta inflación. En estas condiciones es improbable para cualquier gobierno hacer una buena elección. Pero cuenta a su favor, como en el 2007 y el 2011, con la división opositora, la extensión territorial íntegra del Frente para la Victoria y su aplastante superioridad de recursos, que le permitirán entrar al ballotage pero con la esperanza de que el contendiente sea Mauricio Macri.
