Por Mariana Verón/La Nación.- Vestía un traje azul, con el maquillaje impecable y su cara sin signos de tensión. Así apareció ayer en público Cristina Kirchner en una reunión que mantuvo en Olivos con los gobernadores de provincias petroleras, en el día en el que su vicepresidente, Amado Boudou , era indagado en los tribunales federales acusado de corrupción.
En silencio, la jefa del Estado siguió minuto a minuto lo que pasaba en el despacho del juez Ariel Lijo y habló durante todo el fin de semana con el hombre que eligió para compartir la fórmula presidencial.
Su silencio público, al que se aferra desde que estalló el caso, tiene su contracara puertas adentro, desde donde impulsa las decisiones que llevó adelante Boudou para defenderse en la investigación. Ella misma fue la que designó a los abogados Diego Pirota y Darío Richarte para que encabecen la defensa, recordaban ayer quienes conocen los inicios del caso. Son los mismos letrados que asisten a la mayoría de los funcionarios.
No hay matices en la Casa Rosada entre los funcionarios que conforman el círculo íntimo de la Presidenta. "Si cae el vicepresidente, van por Cristina", resume un allegado a la jefa del Estado, que avala la teoría conspirativa contra el Gobierno, tanto de la Justicia como de los medios. "Va a dar la batalla hasta el final", insisten, para describir cómo se mueve la Presidenta.
El contacto entre Cristina y Boudou fue permanente desde que el vice fue llamado a indagatoria e incluso le abrió las puertas de su programa insignia, 6,7,8, para que se defienda. Las fisuras hoy en Balcarce 50 son por la estrategia que se implementó en el pasado ante la falta de explicaciones por parte de Boudou cuando la fórmula gozaba todavía, en el comienzo de 2012, de la gloria de haber ganado las elecciones con el 54 por ciento de los votos. El Gobierno y el vicepresidente minimizaron desde el comienzo del caso el impacto que la causa podría traer para la imagen presidencial. Recién reaccionaron cuando el anterior juez Daniel Rafecas ordenó allanar el departamento del vice en Puerto Madero. Desde entonces, la Presidenta se puso al frente y terminó estatizando la imprenta Ciccone.
Ayer, para que no quedaran dudas, la defensora del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual, Cintia Ottaviano, se presentó en los tribunales para pedir el registro audiovisual de la indagatoria, avalando la jugada de Boudou. En el mismo sentido lo protegió el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, que ayer por la mañana, antes del comienzo de la indagatoria, reclamó que la declaración fuera televisada.
EL MUNDIAL
En la Casa Rosada reconocen que el caso perjudica a la Presidenta, pero advierten que no está en los planes soltarle la mano al vice. Incluso se esperanzaban ayer con que el procesamiento, de llegar, se dé durante el Mundial. A partir de entonces, la defensa apelará. Pero con cierto gusto a poco resaltaban que lo mejor es que el caso haya estallado a más de un año de las próximas elecciones.
Ayer, allegados a Boudou y dentro de la esfera oficial tomaron con alivio, aunque sin festejos, el fallo de la Sala I de la Cámara Federal que reclamó al juez que avance en la investigación sobre el origen de los fondos que permitieron la resurrección de la imprenta, en quiebra. Eso era lo que Boudou había pedido en 6,7,8 y lo había señalado como una falencia del juez. Por el momento, la Presidenta se mostrará ajena al derrotero judicial. "No es el momento político de salir a hablar", explican en su entorno.
Mientras tanto, Cristina apuesta a relanzar el Gobierno con medidas de corte social y popular. Mañana volverá a su agenda semanal dedicada a los nuevos trenes, acto que debió cancelar ayer en la línea San Martín. También estudia las alternativas para avanzar con los cambios en el impuesto a las ganancias como una manera de dar un salto hacia adelante.