Por Carlos Tórtora/El Informador.-
En menos de 48 horas, el gobierno obtuvo dos triunfos políticos significativos, que harán sentir sus efectos en las próximas semanas. El primero fue el estallido de la crisis interna en UNEN, protagonizado por Elisa Carrió pero que tiene su centro en la interna de la UCR. Si algo dejó en claro el último cónclave radical es que ninguno de los sectores en pugna está en condiciones de definir la estrategia electoral del partido, sea en dirección hacia una alianza con Mauricio Macri, con Sergio Massa o postulando una fórmula propia de UNEN. La verborragia de Carrió, aunque resonante, no es entonces la cuestión de fondo.
Lo significativo es el debilitamiento de la conducción del Comité Nacional que preside Ernesto Sanz y cierta convergencia -aunque sea táctica- entre Pino Solanas, Hermes Binner y Julio Cobos. El jefe del socialismo coincide en su necesidad de evitar que el PRO, con Miguel del Sel, esté en condiciones de ganar la gobernación de Santa Fe el año que viene. En cuanto a Pino, si Macri concreta la convocatoria a primarias para abril y primera vuelta para junio, dos meses antes de las primarias nacionales, estarían dadas las condiciones para un triunfo aplastante del PRO, escoltado por UNEN, tal vez con Martín Lousteau como candidato a Jefe de Gobierno, y tercero quedaría el Frente para la Victoria, que puede tener un candidato sorpresa, aunque hoy el que mejor mide (unos 17 puntos) es Daniel Filmus.
Con este panorama, Proyecto Sur debería optar entre plegarse a la candidatura de Lousteau, aliado de Carrió, o romper para disputar apenas el cuarto lugar.
Cobos, en cambio, salió a su vez fortalecido de la cumbre radical como posible presidenciable. Su problema es la carencia de una estructura partidaria propia y allí es donde juega el apoyo de Ricardo Alfonsín, que tiene dos cartas fuertes: el predominio en Buenos Aires y el control de la primera minoría en la Convención Nacional de la UCR. A Alfonsín, CFK lo llama Ricardito y hasta consiguió que asistiera a varios actos oficiales.
A su vez, el abrazo en Corrientes entre Massa y Nito Artaza, un operador de Julio de Vido en el Congreso, despertó una ola de suspicacias. De perfil bajo, Leopoldo Moreau, un aliado de la Casa Rosada, también trabaja para que la UCR tenga su propio candidato, o sea, para que los votos opositores se fraccionen en los tres presidenciables principales.
Volviendo a Cobos, la posibilidad de su candidatura alegra a los encuestadores oficiales, porque el mendocino, por su perfil conservador, disputa el mismo electorado que Macri.
Las heridas que deja la actual crisis tardarán semanas o meses en cicatrizar, que serían aprovechados para que en las provincias que tendrán elecciones locales adelantadas a las nacionales, los radicales sigan tejiendo con el massismo o el macrismo a la búsqueda de quedarse con la gobernación.
La crisis de UNEN y de la UCR vino acompañada de la media sanción por el Senado de la reforma del Código de Procedimientos Penal, lo que le daría un marco victorioso a la reaparición pública de CFK el próximo lunes.
La tormenta sindical
Pero así como el kirchnerismo no deja de avanzar en el campo político y electoral, la sombra de un cimbronazo social en las próximas semanas amenaza con bajarle el optimismo a la cúpula cristinista. La Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT) y la Unión General de Asociaciones de Trabajadores del Transporte (UGATT) amenazan con un plan de paros en respuesta a la negativa oficial a conceder el bono de fin de año y la elevación del mínimo no imponible de ganancias. La presión apunta a la actual pasividad de Hugo Moyano. El delegado sindical de la línea Sarmiento, Rubén “el Pollo” Sobrero, le puso plazos al líder de la CGT Azopardo, para que vuelva a convocar a un paro general. Y lo hizo frontalmente: “Si Moyano no llama a otro paro en menos de un mes, se suicida políticamente”, dijo. Jorge Capitanich, confirmó la semana pasada que Cristina Kirchner estudia la suba del mínimo no imponible de Ganancias aunque “sin plazos” para anunciarla. La tensión gremial tiene un factor extra: si el gobierno pone en marcha la negociación con los holdouts en Nueva York sin antes hacerles concesiones a los gremios, el moyanismo quedaría arrinconado.
A esto se le suma la posibilidad de saqueos en el Gran Buenos Aires y el Gran Rosario. Una amenaza que según Sergio Berni y el jefe del Ejército, General César Milani, tiene proyecciones conspirativas pero se apoya en una realidad: la alta inflación en alimentos.
Los sindicalistas saben de memoria que su oportunidad de presionar está en las próximas semanas. A partir de enero, la influencia de las vacaciones primero y luego el comienzo de las campañas para las primarias en algunas provincias le quitarían protagonismo a la ofensiva sindical.
En un clima cargado de suspicacias, a Moyano se lo sospecha de haber vuelto a su vieja relación con Daniel Scioli. Según esta teoría, la entente entre José Manuel de la Sota y Gerónimo Momo Venegas sería una maniobra para converger en la “gran unidad” del PJ con el gobernador, a la cual no sería ajeno el líder de los camioneros. Scioli juega con los tiempos y sabe que, si consigue mantener cierta paz social en su provincia en los próximos 60 días, su candidatura se fortalecería significativamente.
