Por Diario HOY.-
La presidenta ayer inauguró 216 viviendas en Ezeiza. Forman parte del plan que regenteaba Hebe de Bonafini y los Schoklender. Surgen nuevas pruebas de irregularidades. Parches para tapar la putrefacción K. La inauguración de viviendas siempre debería ser tomado con alegría, pero en la Argentina está todo tan dado vuelta, que la apertura de un barrio por parte de la presidenta Cristina Fernández en la localidad de Ezeiza, sirvió para intentar ocultar uno de los mayores desfalcos de fondos nacionales -que salen de los impuestos que pagamos todos los ciudadanos- como ha sido el programa Sueños Compartidos de la Fundación Madres de Plazas de Mayo.
Las 216 casas inauguradas tendrían que haber sido ejecutadas por el programa que regenteaba Hebe de Bonafini y sus socios: los hermanos parricidas Sergio y Pablo Schoklender. Forman parte de un plan de 450 viviendas, lanzado en 2008, y que apenas se ha cumplido en un pequeño porcentaje. Resulta paradójico entonces que la jefa de Estado no haya dicho una sola palabra en su discurso de ayer sobre Sueños Compartidos y el robo de $750 millones. Por el contrario, aseguró que “no nos interesa quedarnos con la plata de nadie, sino generar empleo para todos".
Muchos de los presentes al acto oficial murmuraban por lo bajo qué pensarían los trabajadores de Sueños Compartidos ante estas palabras, que se quedaron sin su fuente de trabajo, no le depositaron los aportes previsionales y fueron dejados a la intemperie. Y todo esto avalado por un gobierno cómplice.
En diálogo con Hoy, el investigador Luis Gasulla, aseguró que “lo que hicieron en las casas de Ezeiza fue pintar las fachadas pero no hubo movimientos importantes en el complejo de enero de 2012 a hoy”.
Para el autor de “El negocio de los Derechos humanos”, lo inaugurado ayer “se sumó a las 84 viviendas del Barrio Madres I de 2012 y esto es la segunda fase. El complejo ya estaba: lo que pasa es que estaba deshabitado, hay que ver si en un par de meses lo habitan o no”.
“Cuando se firmó el convenio con Ezeiza, que fue a principios del 2008, hablaban de 450 viviendas y recién ahora se inauguran casi 200, lo que te da casi un promedio de 2 casas por mes, es casi un símbolo de la corrupción”, sentencia Gasulla.
Fiel a su estirpe, el gobierno nacional cree que puede tapar el sol con las manos, y que nadie se acuerda del escándalo que significó el plan Sueños Compartidos y los fondos nunca esclarecidos de lo que realmente se gastó desde el Estado en el mismo.
En vez de hablar de que las viviendas inauguradas son un paliativo al mal manejo realizado desde Madres de Plaza de Mayo, la presidenta prefiere destacar el rol de la juventud al sostener que “hay que preparar a las futuras generaciones para defender lo nuestro, de seguir preparándose y apuntalando este modelo que necesita reconvertirse permanentemente, porque son nuevas las necesidades y los desafíos".
Palabras vacías de contenido en un contexto que poco tenía que ver con la alegría, sino más bien con el papel rancio que cumple el Estado ante hechos de corrupción como el sucedido con Sueños Compartidos durante la mal llamada década ganada.