Por Elisabetta Piqué/La Nación.-
En el discurso inaugural, reclamó no evitar temas como los homosexuales y los divorciados, "que son parte de la Iglesia". Desde el vamos, el sínodo extraordinario sobre los desafíos de la familia, que arrancó ayer en el Vaticano en medio de gran expectativa, demostró que será totalmente distinto de las anteriores reuniones de obispos.
Después de entonar junto con los 191 padres sinodales -entre ellos 61 cardenales, obispos, sacerdotes, expertos laicos y religiosos de todo el mundo-, la invocación al Espíritu Santo y luego de una meditación sobre los desafíos pastorales de la familia, célula básica de la sociedad, que está en crisis, el Papa volvió a sorprender por su determinación de hacer las cosas en forma muy distinta a como se hicieron hasta ahora en el Vaticano.
En un discurso breve, destinado a los saludos y agradecimientos de rigor, Francisco marcó el terreno y puso los puntos sobre las íes. Después de destacar dos aspectos clave de la reunión -el espíritu de colegialidad y sinodalidad-, subrayó, como una cuestión metodológica fundamental, la urgencia de la libertad de expresión.
De hecho, reclamó franqueza a los 253 participantes del sínodo, hablar claro, sin miedo. "Una condición general de base [para el sínodo] es ésta: hablar claro. Que nadie diga «esto no se puede decir, va a pensar de mí así o así». Hay que decir todo lo que se siente con parresia", indicó. Parresia es una palabra griega que significa "libertad para decirlo todo".
El Papa aludió así al hecho de que en sínodos anteriores, tal como él mismo pudo experimentar siendo arzobispo, no existía verdadera libertad de expresión, sino más bien censura.
Reveló, además, que después del consistorio de cardenales que hubo en febrero pasado en preparación del sínodo, un cardenal le escribió diciendo que "lamentaba que algunos cardenales no hubieran tenido el coraje de decir algunas cosas por respeto al Papa, pensando quizás que el Papa pensaba algo distinto".
"¡Esto no está bien! ¡Esto no es sinodalidad, porque hay que decir todo lo que, en el Señor, se siente que hay que decir: sin respeto humano, sin cobardía!", dijo.
"Al mismo tiempo, hay que escuchar con humildad y recibir con corazón abierto lo que dicen los hermanos. Con estas dos actitudes se ejerce la sinodalidad", agregó. La palabra sínodo también deriva del griego y significa "caminar juntos".
Luego de volver a reclamar a los participantes dos actitudes -parresia y escuchar con humildad-, aconsejó hacerlo "con tranquilidad y paz", porque "el sínodo se desarrolla siempre cum Petro y sub Petro (con Pedro y bajo Pedro), y la presencia del Papa es garantía para todos y custodia de la fe".
Esta última frase fue más que significativa y pareció referirse a las polémicas que arreciaron en los últimos días presinodales entre conservadores, que temen que haya cambios en algunos puntos y colapse la construcción moral de la Iglesia, y reformistas, que esperan aperturas. A todos ellos les recordó que, en definitiva, es él, el Papa, el jefe máximo de la Iglesia Católica, quien tendrá la última palabra. Su presencia, de hecho, "es garantía para todos y custodia de la fe".
"Queridos hermanos, colaboremos todos juntos para que se afirme con claridad la dinámica de la sinodalidad", pidió finalmente Francisco, que estuvo presente a lo largo del primer día entero de trabajo, en el que tomaron la palabra algunas parejas que participan, y que, informal, en las pausas para el café charló normalmente con los demás participantes.
La novedad del sínodo quedó en evidencia no sólo porque el latín dejó de ser el "idioma oficial" y fue sustituido por el italiano, sino porque, como recordaron los organizadores, éste tendrá dos etapas.
Primero, la actual asamblea extraordinaria, que terminará el 19 de octubre con la beatificación de Pablo VI, y una segunda asamblea ordinaria, en 2015. El período que habrá en el medio, de casi un año, resultará determinante, destacó el teólogo y arzobispo de Chieti-Vasto, Bruno Forte, secretario especial del sínodo.
"La gran novedad de la metodología del sínodo, que antes aparecía encorsetado, es este período entre los dos sínodos, porque va a involucrar a la base de la Iglesia, a los demás obispos y a los fieles", dijo Forte en una conferencia de prensa.
Por la mañana, en una larga intervención, el cardenal húngaro Peter Erdo, relator general, repasó, punto por punto, los temas que serán debatidos.
Tal como había anticipado el Instrumentum Laboris -el documento preparatorio del sínodo-, elaborado sobre la base de un inédito cuestionario que el Papa envió a las diócesis de todo el mundo, aunque en el sínodo se hablará de las dificultades de la familia de hoy, no está en discusión la indisolubilidad del matrimonio. Pero sí la pastoral de la Iglesia ante esas situaciones difíciles o irregulares, como los divorciados vueltos a casar y homosexuales, "que son parte de la Iglesia", que no deben ser discriminados.
El desafío del sínodo, destacó Erdo, es lograr proponer de nuevo al mundo "la belleza del mensaje cristiano sobre matrimonio y familia", dando "respuestas verdaderas y llenas de caridad".
UN PEDIDO DE FRANQUEZA
Francisco
"Una condición general de base [para el sínodo] es ésta: hablar claro, sin miedo"
"También hay que escuchar con humildad y recibir a corazón abierto lo que dicen los hermanos"