Por Hernán Lascano/La Capital.-
Entrevista. Bulit Goñi, especialista en prevención de lavado de dinero, sostuvo que "lo indispensable" en la lucha contra el narcotráfico "es decisión política y presión pública sobre la Justicia". “Quien recibe el dinero del traficante y lo blanquea hace del narcotráfico algo más rentable. Ahí hay que atacar”. Especializado en prevención del lavado de activos.
Abogado de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Ex profesor de la UBA y de la Universidad Torcuato Di Tella. Miembro de la Fundación Argentina para el Estudio y Análisis sobre la Prevención del Lavado de Activos (Fapla)
"Contra el narcotráfico el desafío es la investigación económica: hacer menos rentable el delito, quitarle los bienes a la banda para debilitarla. El dinero es una vía excelente para llegar a las cabezas de las organizaciones y para ello hay que aplicar los instrumentos que tenemos sin inventar nada. Lo indispensable es decisión política y presión pública sobre la Justicia", dice Roberto Bulit Goñi, especialista en prevención de lavado de dinero.
"El delito tiene casi siempre un objetivo lucrativo por lo que debemos entender los aspectos económicos de ese delito para tener éxito en la confrontación. Si no entendemos el lavado de activos en el narcotráfico no le haremos daño dado que lo que más le cuesta a la organización es el dinero".
—¿Qué quiere decir eso?
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El producto de una cadena que empieza con un vendedor de coca en Bolivia y termina en un bunker en Rosario es el dinero. Quedarnos con la mayor cantidad de ese dinero atenta contra esa actividad. Supongamos que quiero dañar a un fabricante que tiene chapas para armar lavarropas. Puedo robarle las chapas en su galpón o esperar que fabrique y robarme el lavarropas. O puedo esperar que lo venda y apoderarme del producto de esa venta cuando la lleve al banco. ¿Cuándo habré producido más daño? Seguro que al final. No sirve meter gente presa si la organización, con la plata que no le hemos quitado, sigue adelante con otras personas.
—¿A qué apuntar entonces?
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La organización delictiva es una espectacular generadora de dinero en efectivo de baja denominación. En un bunker o en el baño de una disco se paga con billetes chicos y no con cheques o con pagarés. Estos grupos se tienen que deshacer de esa enorme cantidad de efectivo porque es donde son más vulnerables. Por ello hay que controlar la circulación de dinero en efectivo. El problema es que en una sociedad con el 47 por ciento de su economía en el sector marginal eso es difícil. Si necesita pasadores de droga la organización siempre encuentra voluntarios, mano de obra barata. Pero quien lava dinero a la organización, por ser mano de obra calificada, es mucho más difícil de reemplazar. Ese es el objetivo.
—Se calcula que el 40 por ciento de la actividad agropecuaria se comercializa en negro y luego pasa a la economía formal. ¿Favorece eso al lavado del narcotráfico?
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¿Por qué lava el delincuente? Para borrar el origen delictivo que tiene su ingreso y gozar de ellos con tranquilidad. Pero en una economía marginal un delincuente puede comprar más cosas sin lavar, se siente más libre. Si un país tiene una alta tasa de marginalidad es mucho menos necesario lavar dinero. En un país con control cuando usted compra una casa paga el 90 por ciento de su valor en blanco. Por tanto si tiene mucha plata negra deberá blanquear mucho. Pero si ese país tiene alta marginalidad usted hace un boleto en negro donde paga la mitad y después en la escritura paga la mitad restante, que es lo blanco, y rompe el boleto. En este último caso debe blanquear la mitad. En el primer país el comprador pide que le paguen vía transferencia bancaria. Acá hay mucha actividad informal y menos necesidad de blanquear. Esto favorece a las bandas.
—¿Qué opina de haber incorporado delitos tributarios a la ley de lavado?
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Creo no aconsejable colocar a la evasión tributaria como delito antecedente al delito de lavado, porque produce confusiones. De la evasión tributaria que se encargue el señor Echegaray, el Código Tributario y los jueces federales. La Afip tiene las herramientas necesarias. El lavado de activos dejémoslo para los seis o siete delitos importantes que producen las organizaciones complejas.
—Usted dice que el lavado de activos lo cometen casi siempre los autores de los delitos que originan los fondos.
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Sí, nosotros por la presión internacional que nos hace un organismo devaluado como el Gafi hemos aceptado lo que se llama el autolavado. Lo que se hacía en Estados Unidos era buscar a las personas que encubrían en su forma de receptación favoreciendo a los delincuentes complejos. Allí se procuró penar a quien beneficia al que comete un delito de contenido antisocial. Pero esto lleva a confusiones graves aquí, donde en los delitos de lavado se pone en el mismo nivel al que evade que al que blanquea desde un grupo delictivo. El que evade impuestos vendiendo choripanes en la cancha o no pagando el impuesto de su restaurante incurre en una inconducta social, pero no es equiparable al que lava la plata de una red de pornografía infantil o al testaferro que blanquea dinero de los bunkers. Aquí sí hay que usar la figura de lavado de activos, porque se le quita el combustible al automóvil de la delincuencia.
—¿Cómo pesan los regímenes de blanqueo de capitales en los objetivos de perseguir a las bandas?
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El lavador de activos saca recursos de la economía informal y la coloca en la formal. Y a partir de ahí se vuelve el mejor cumplidor de sus obligaciones fiscales porque no quiere que la autoridad lo investigue por nada. A diferencia del contribuyente normal, que sufre juntando los pesos para pagar, va a ir a poner la plata dos días antes del vencimiento. En ese marco, que en Argentina tengamos un blanqueo cada tres años es un despropósito. Como si al delincuente le sirvieran un whisky cuando está lavando plata.
—Hace unos meses detuvieron a un hombre llamado Delfín Zacarías con 300 kilos de cocaína. Este hombre inscribió cerca de 40 terrenos en 2009, en coincidencia con una moratoria fiscal. ¿Esos bienes son confiscables pese al blanqueo?
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Sí, los efectos y productos del delito en bienes son decomisables. Es algo muy parecido a la ley de extinción de dominio de Colombia o la de testaferrato de México. Nosotros introducimos que pueda ser hecho sin condena lo que genera problemas constitucionales. Una hipótesis que permite incautar antes del final de la causa penal es la vinculación del bien con una actividad ilícita. Sería el caso de este señor. Por eso lo decisivo es ver quién lo ayudó. No se trata de incrementar la pena al autor del delito de narcotráfico. Lo importante es detectar y sancionar a aquellos que recibían el dinero del narcotraficante sin participar de su delito pero convirtiendo al narcotráfico en un negocio más rentable.
—¿Con qué herramienta?
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Herramientas no nos faltan, pero entre el año 2000 y el 2011 introdujimos 104 modificaciones a la ley de lavado y en ese lapso hubo sólo dos condenas firmes. Es ridículo. Necesitamos voluntad política para luchar contra la delincuencia: presionar a los administradores de Justicia para que actúen, capacitar a los fiscales y a los policías dándoles todo el apoyo para que sigan la ruta del dinero. El ejemplo es trillado: Elliot Ness no agarró a Al Capone averiguando quién le manejaba la ametralladora. Lo agarró cuando arrinconó a su contador. Ese es el enfoque que uno aspira a que se aplique. Preguntarle a la gente de dónde sacó la plata.
—¿Hay una idea de cuánta plata se lava en la Argentina? ¿Tienen validez los reportes de operaciones sospechosas?
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Sobre el monto del lavado no hay estudios serios, ni en Argentina ni en el mundo. Sobre los reportes de operaciones sospechosas, serían muy útiles si se hicieran bien y se manejaran mejor. Si fuera la generación responsable de sectores de la sociedad que tienen vínculos con actividades económicas significativas y sospecharan que sus fondos son ilícitos, por un lado, y el que los recibiera les diera la debida atención sin preguntarse si son o no amigos. Ahí serían productivos para buenas investigaciones. Ninguna de esas cosas sucede. No hay eficacia en la UIF (Unidad de Información Financiera), que maneja 43 mil alcahuetes gratuitos: bancos, casas de cambio, escribanos, registros públicos, inmobiliarias. El Estado debe hacer una sana utilización de la enorme información que tiene. Si no, los leones andan por la platea y no en las jaulas.