Por Guillermo Cherashny/El Informador.-
La jurisprudencia penal con influencia zaffaroniana establece que los robos de los motochorros o los asaltos sin armas por arrebato, cuyos autores son arrestados hasta 300 metros del lugar del hecho, serán calificados de tentativa de robo y no de robo. Esto, aunque tengan en su poder lo que le sustrajeron en forma violenta a la víctima, pero siempre y cuando no porten armas de fuego y no comprendan el delito de lesiones leves o graves, que también son excarcelables aunque se produzcan en reiteradas oportunidades. Esta exagerada interpretación jurisprudencial tuvo su aplicación ayer en el barrio de Palermo. Allí un motochorro se bajó de la moto y le robó con violencia el Rolex de oro a una turista americana. El caso es que fue detenido a una cuadra por un policía arma en mano y tocando un pito junto al actor Gerardo Romano. Ambos lo redujeron en momentos en que se acercaban unos 50 vecinos con intenciones de linchamiento y hasta uno se bajó de un auto con un machete para castigar al ladrón. No sería de extrañar que hoy el motochorro recupere su libertad como pasó con el otro golpeado el sábado pasado en Palermo, que fue llevado al hospital Rivadavia y ayer, ya curado, recuperó su libertad y está en condiciones de robar de esa forma 10 o 20 veces seguidas, ya que siempre se lo calificaría de tentativa de robo de ser capturado en un radio de los 300 metros del hecho o estar a la vista de un policía.
El poder de la reacción
La ciudadanía no conoce esta jurisprudencia benigna para los delincuentes pero sabe que hay una puerta giratoria hasta para delitos muchos más graves que éstos. Pero si sufre la creciente violencia que los motochorros aplican para robar a transeúntes o víctimas que manejan autos a los que les que les rompen los vidrios para manotear los objetos valiosos, especialmente si hay mujeres al volante. Es que en estos casos, si son detenidos, vuelven a hacer lo mismo, de ahí que la indignación de la gente y la aparición de hechos conmocionantes. El sábado pasado en Rosario la gente dijo basta y el pueblo enardecido mató a golpes a un motochorro y después se produjeron en todo el país una docena de estos hechos. Eugenio Zaffaroni replicó calificando estas reacciones como homicidios calificados con penas de 30 años de cárcel, además de calificar de vendepatria a Sergio Massa. Éste, sin justificar los linchamientos, dijo que los mismos se producían por la ausencia de un Estado que castigue a los delincuentes y luego Mauricio Macri declaró algo parecido.
Hace tiempo que el macrismo quiere legislar sobre la identificación de las parejas de hombres que viajan en moto con pecheras fluorescentes pero la izquierda, los seguidores de Elisa Carrió y los kirchneristas no le aprueban la ley regulatoria. La ola de inseguridad que asola a nuestro país se quiso institucionalizar legalmente con la sanción de un nuevo Código Penal que recoge la mayor parte de estas interpretaciones jurisprudenciales que favorecen a la delincuencia contra el ciudadano común. La reacción la encabeza el Frente Renovador, con la recolección de firmas para impedir que este nuevo proyecto de Código Penal sea discutido en el Congreso. Este proceso ha tomado una nueva dimensión con el auge de los linchamientos que se produjeron en esta semana. Muchos medios de comunicación, como ocurre desde hace varios años, contribuyen a enardecer a la gente. al calificar a los motochorros como excluidos de la sociedad que no tienen otra oportunidad que robar, interpretación que es cuestionada por el 80% de la población. Y ese 20% que la apoya está formada por el cristinismo, la izquierda y ciertos medios de comunicación. La novedad es la reacción de la gente en la calle con la bronca a flor de piel. Aunque una sociedad civilizada debe encaminarse a proveer la cárcel efectiva para los motochorros, evitándose los linchamientos civiles.
