Por Giacomo Galeazzi/Vatican Insider.-
El Pontífice lo dijo al comentar el Evangelio de la Samaritana: "La misericordia de Dios es más grande que el prejuicio". Y proclamó un momento penitencial, "24 horas para el Señor", el viernes y el sábado 28 y 29 de marzo
Al acercarse a la Samaritana, Jesús "supera las barreras de hostilidad, que existían entre judíos y samaritanos y rompe los esquemas del prejuicio en frente a las mujeres". Lo afirmó esta mañana Papa Francisco en el breve discurso antes de la oración mariana del Ángelus, al comentar el episodio evangélico en el que Jesús pide un poco de agua a una mujer en el pozo de Sicar, "donde la mujer iba cada día, para sacar agua. Aquel día se encontró a Jesús, sentado, 'fatigado por el viaje' (Juan 4, 6). Él inmediatamente le dice, 'dame de beber' (v 7, 7)".
"La de Jesús -explicó Bergoglio- era una sed no tanto de agua, sino de encontrar un alma sedienta. Jesús tenía necesidad de encontrar a la samaritana para abrirle el corazón: le pide de beber para poner en evidencia la sed que había en ella misma". Y la mujer, prosiguió Bergoglio, "queda tocada por este encuentro: dirige a Jesús aquellas preguntas profundas que todos tenemos dentro, pero que muchas veces ignoramos ¡También nosotros tenemos tantas preguntas para hacer, pero no encontramos el coraje de dirigirlas a Jesús!".
Y, según Francisco, justamente la Cuaresma "es el tiempo oportuno para mirarse adentro, para ser surgir nuestros deseos espirituales más verdaderos y pedir la ayuda del Señor en la oración. El ejemplo de la samaritana nos invita a expresarnos así, 'dame de esa agua así no tendré más sed'. El Evangelio dice que los discípulos quedaron maravillados de que su maestro hablara con esa mujer. Pero el Señor -subrayó Bergoglio- es más grande que los prejuicios; por eso no tiene temor de detenerse con la samaritana: la misericordia es más grande que el prejuicio".
En este tercer domingo de Cuaresma, el Pontífice reflexionó sobre el encuentro entre Jesús y la mujer samaritana para subrayar "resultado de aquel encuentro junto al pozo": "la mujer fue transformada: 'dejó su cántaro' (v 28) y corre a la ciudad a contar su experiencia extraordinaria. Había ido a buscar agua del pozo, y ha encontrado otra agua, el agua viva de la misericordia que salta hasta la vida eterna. ¡Ha encontrado el agua que buscaba desde siempre!".
Al final del Ángelus, el Papa quiso recordar a todas las personas golpeadas por la tuberculosis y a cuantos las sostienen de diversos modos y exhortó a participar el próximo viernes y sábado en la celebración penitencial que se realizará en muchas diócesis y parroquias del mundo. “Será una fiesta del perdón, un momento especial penitencial, llamado 24 horas para el Señor", explicó.
Y, efectivamente, "comenará en la Basílica de San Pedro el viernes por la tarde; después al anochecer y en la noche algunas Iglesias del centro de Roma estarán abiertas para la oración y las Confesiones". "Será una fiesta del perdón -comentó Bergoglio-, que se llevará a cabo también en muchas diócesis y parroquias del mundo". El Pontífice añadió: "El perdón que nos da el Señor debe ser festejado, como hizo el padre de la parábola del hijo pródigo, quien, cuando el hijo volvió a casa, hizo una fiesta olvidándose de todos sus pecados. La fiesta del perdón". En la liturgia penitencial en la Basílica del próximo viernes 28 de marzo, el Papa confesará a algunos fieles.
