Por Carlos Tórtora/El Informador.-
Con aparente centro en el sciolismo, en las últimas 72 horas tomó fuerza la versión periodística acerca de una posible reforma de la ley que rige las primarias, la 26.571, para posibilitar que en las PASO sólo se elija al candidato a presidente, pudiendo elegir éste a su vice o bien, en una versión más restringida, que este último sea el precandidato a presidente que salió segundo en la primaria. Esta flexibilización no sólo entusiasma al sciolismo sino a buena parte de la oposición.
Por ejemplo, el frente de centro izquierda se aseguraría así poder realizar una primaria en la cual, por ejemplo Hermes Binner, podría terminar compartiendo la fórmula con un radical, lo que aumentaría el interés en la participación en las PASO. Obviamente, esto abriría el camino también para una primaria entre Scioli y Massa. Darle flexibilidad a las PASO puede formar parte del debate político de los próximos tiempos. Sin embargo, hay razones objetivas que obligarían al gobierno a defender a ultranza el actual texto de la ley, a partir de una serie de razones objetivas. También hay que tener en cuenta que para reformar la norma, tratándose de una ley electoral, es necesaria una mayoría especial de votos.
Buenos motivos
Para empezar, la rigidez de la ley 26.571 no sólo le produjo hasta ahora excelentes resultados al kirchnerismo sino que puede seguir haciéndolo. Al llevarse todo la fórmula ganadora y no existir posibilidad alguna de recomposición, esto convenció a las fuerzas opositoras de que no tiene mayor sentido formar alianzas para realizar una PASO conjunta, ya que el riesgo de perder y quedarse sin candidato a presidente ni vice es muy alto. De ahí que, salvo contadas excepciones como la de UNEN el año pasado en Capital, la casi totalidad de las agrupaciones optaron, tanto en el 2011 como en el 2013, por concurrir con lista única a las PASO. Este resultado es obviamente un contrasentido con el objetivo de la ley, que era incentivar la competencia, lo que quedó anulado por la apabullante mayoría de listas únicas. Sin embargo, para el cristinismo esta reacción es óptima, por cuanto fracciona al máximo el voto opositor, impulsando que cada presidenciable opte por presentarse por su cuenta para no correr el riesgo de una jugada a todo o nada.
Este esquema de las PASO sería clave para el 2015, porque hoy más que nunca el gobierno, con un piso electoral que oscila alrededor del 25 por ciento, para llegar al ballotage necesita que haya cuando menos 4 ó 5 fórmulas opositoras. Si en cambio se produjeran alianzas y la oposición se concentrara en dos o tres fuerzas, por ejemplo detrás de Massa y Binner, el cristinismo podría acercarse a un verdadero precipicio electoral: quedar fuera del casi seguro ballotage. De ocurrir esto, no sólo perdería el rol de encabezar la oposición y negociar con el futuro gobierno sino que levantaría las barreras políticas para que la justicia investigue masivamente la corrupción de la era K. Como un argumento extra a favor de que no se modifique la ley, está el hecho probado de que aun con una situación económica dramática, el kirchnerismo conserva un núcleo duro de votos lo suficientemente sólido como para llegar al ballotage si la oposición, una vez más, se deja llevar al juego de la división en 4 +o 5 fórmulas presidenciales importantes.