Por Urgente24.-
La salud de Cristina Fernández de Kirchner es la protagonista de todos los medios gráficos, a 21 días del comicio en el que todas las encuestas vaticinan una derrota de Cristina. Sin embargo, a causa de su situación sanitaria, Cristina logra que la crisis de su administración, las consecuencias del lunes 28/10 y el debate electoral pasen a 2do. plano. Un imprevisto se deslizó por la agenda de la sociedad argentina y modificó todo.
“Cristina tiene un mes de reposo por orden médica”, titula Clarín.
“La Presidenta estará un mes en reposo por un hematoma en el cráneo”, afirma el diario La Nación, que agrega en su bajada que es producto de un traumatismo sufrido en agosto.
Página/12 explica que ella padece una “colección subdural crónica”, y que se hará un “seguimiento evolutivo estricto”.
El bisemanario Perfil explica: “Un mes sin CFK por su salud”, y agrega que ella permaneció casi 10 horas en la habitación 911 del Hospital Universitario de la Fundación Favaloro.
A 3 semanas de las elecciones legislativas, en las que los candidatos de Cristina y su Frente para la Victoria serán derrotados -una situación que puede tener consecuencias para la Administración-, la Presidente de la Nación se apropia de la agenda de la actualidad con su reposo por 30 días, a causa de una “colección subdural crónica”, un hetamoma en el cráneo que podría haberse provocado por un golpe en la cabeza.
"Voy a contar algo que por prudencia no conté en este tiempo, a pesar de que las fuentes eran fidedignas, la Presidenta después de las PASO tuvo una caída con un golpe fuerte en la cabeza", le dijo el médico y periodista Nelson Castro al canal de noticias TN. Castro resulta una suerte de especialista en la salud de los Kirchner, en parte por la ausencia de transparencia informativa acerca de la agenda médica de los K, y en parte por su condición de médico.
"Se la llevó al Sanatorio Otamendi y se encontró con la tomografía que no tenía alteraciones, ahora, toda esta patología aparece en el tiempo", agregó él.
Castro apuntó al comunicado oficial que informó que la jefa del Estado sufrió una cefalea, y señaló: "Puede ser que la arritmia haya llevado a una hemorragia subdural".
"No se sabe qué arritmia tiene", advirtió.
Castro informó, meses atrás y provocando una reciente referencia crítica de parte de Cristina, a que Cristina sufría del "síndrome de Hubris", señaló: "Sus médicos están muy preocupados por su estado emocional. Se preocuparon el domingo por la noche, el lunes, el martes y hoy. Sépalo, sea conciente, escúchelos. Es importante que su salud emocional sea perfecta".
Acerca del comunicado de la Unidad Médica Presidencial, debe destacarse que
> "colección" se conoce en términos médicos como acumulación;
> "subdura"l, porque está ubicada dentro del cráneo entre la duramadre que es la membrana que cubre el cerebro y la aracnoides, una de las capas de las meninges; y "crónica", a causa de que con el paso del tiempo se agudizó hasta provocarle una fuerte cefalea y arritmia.
Alberto Alves de Lima, cardiólogo, Jefe del Departamento de docencia e investigación del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires (ICBA), afirmó al diario La Nación: "Estas colecciones pueden expresarse tardíamente y depende del lugar donde ocurran en el cerebro, podrían llegar a generar diversos síntomas como un dolor de cabeza o una arritmia, entre otros padecimientos aunque los especialistas coinciden en que no se puede vincular con certeza que en este caso la arritmia y la cefalea sean consecuencia de esta colección crónica nombrada en el parte médico".
Fernando Iglesias, cirujano, indicó que los "hematomas subdurales ocurren cuando se junta sangre en espacio subdural, entre la duramadre y la piamadre, dos de las capas que recubren el cerebro, y los síntomas aparecen entre la semana y el mes desde que se produjo el traumatismo. Generalmente, se dan en gente adulta que tiene un traumatismo leve".
La agencia estatal de noticias Telam informó sobre los saludos en la red social Twitter a la Presidente:
Francisco Pérez, gobernador de Mendoza, publicó: "Fuerza @CFKArgentina, hoy más que nunca, a tu lado".
El líder del Frente Renovador, Sergio Massa, escribió: "Nuestro deseo de una pronta recuperación a la Presidenta de la República @CFKArgentina".
El presidente del Partido Socialista (PS), Hermes Binner (quien además es médico), publicó: “A la Sra. Presidenta de la Nación @CFKArgentina le deseamos una pronta recuperación”.
El diputadopor el PRO, Federico Pinedo, manifestó: “Le deseamos una pronta recuperación a la Presidenta”.
El diputado nacional Francisco de Narváez señaló: “Le deseo a @CFKArgentina una pronta recuperación”.
El presidente del Banco Ciudad y candidato del PRO, Federico Sturzenegger, publicó: “Le deseo una pronta recuperación a la Presidenta. Espero luego se tome las cosas un poco + tranquila”.
El ex vicepresidente Julio Cobos escribió: “Deseo una pronta recuperación a @CFKArgentina y que el mes de reposo lo haga con la tranquilidad necesaria en estos casos”.
El radical Leopoldo Moreau afirmó: “Todas las personas de bien le deseamos una pronta recuperación a la Presidenta de la Nación. Desde el corazón y con afecto”.
El gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri, escribió: "ánimo @CFKArgentina!! Te acompañamos desde cada rincón que has rescatado y con cada argentino al que le has devuelto el futuro. Cuídate!"
Milagro Sala escribió: “Fuerza @CFKArgentina! Jujuy esta con vos!”.
El dirigente de MILES, Luis D`Elia, sostuvo: “FUERZA CRISTINA. CONSTRUYAMOS EL 27 de Octubre un gran triunfo popular que honre la memoria de Néstor y fortalezca el corazón de Cristina”.
Así, Cristina logró, probablemente por un imprevisto, torcer el rumbo adverso de las noticias dominicales. Es una coyuntura muy complicada para ella.
Antes de que se conociera el cuadro médico, Eugenio Paillet había escrito, en su panorama dominical en el diario La Nueva Provincia, de Bahía Blanca, acerca de la situación que padece/provoca Cristina, a 21 días del comicio del domingo 27/10:
"El problema de la Presidenta es ella misma. Antes que una mera elección parlamentaria de medio tiempo, de las que hay a menudo en la región y en el mundo sin que en general nadie se conmueva por su resultado, como no sea cuando se trata de gobernantes dispuestos a corregir lo que haya que corregir según el mandato de las urnas, el drama de Cristina Fernández y su imposibilidad absoluta de torcer un destino de derrota como el que la espera está en su propia personalidad. O en su cabeza. Su terquedad a ultranza, esa que bien le marcó tiempo atrás José Mujica, y su inexplicable habilidad para romper al día siguiente la estrategia que había armado el día anterior, son los factores que determinan que nada de lo que ensaye sirva para cambiar las cosas.
Peor todavía: las encuestas que por estos días salen como pan caliente y hasta los focus groups que realiza casi sin respiro la Jefatura de Gabinete muestran que la sociedad definitivamente no le cree. Le ha perdido la confianza. Así, el grueso de esas interpretaciones y de esos sondeos revelan que el ciudadano de a pie sospecha que detrás de cada nueva alquimia hay apenas un interés electoral. Y que los cambios o las correcciones de políticas prometidas no llegarán después del domingo 27. O no llegarán nunca. Y que, por el contrario, muy probablemente lo que venga sea peor que lo que hay ahora.
Una Presidenta rencorosa y vengativa, cargada de chicanas y de ironías a veces insultantes para los que cometen el pecado de no pensar como ella, es la que aparece invariablemente detrás de algún amague de tornar la gestión más amigable y menos turbulenta, menos cargada de tensiones y de eternas sospechas. Lo curioso, o no tanto si se repasan los archivos de su comportamiento desde que creyó que el 54 por ciento de los votos de 2011 le daba derecho a cualquier cosa, es que en muchos casos es ella misma la que aprobó esos mínimos, pero necesarios para el objetivo de recuperar el favor social, golpes de timón.
Un ejemplo la pinta de cuerpo entero. La Presidenta había aceptado a regañadientes las recomendaciones de su entorno más cerrado para que, tras la dura experiencia de las primarias de agosto, le soltase un poco la mano a Martín Insaurralde. Le aconsejaron además que no apareciera tanto por la campaña. Se advertía por ese entonces y con la dura derrota de las PASO a cuestas, que su figura provocaba cierto rechazo.
De hecho hubo gobernadores, tal vez el sanjuanino José Luis Gioja entre los que más se animó a deslizarlo públicamente, que pidieron que, en la medida de lo posible, la presidenta se mantuviera al margen de la actividad preelectoral en sus propios distritos.
El intendente de Lomas de Zamora llegó a levantar la voz después de perder con Sergio Massa, en una reunión en la Casa Rosada encabezada por Carlos Zannini, por el protagonismo excluyente de Cristina en los spots previos a ese domingo, mientras su figura se atisbaba en un borroso tercer plano. "La candidata parecía ella y no yo", aseguran que dijo.
La President borró de un plumazo aquella estrategia: aceptó que la nueva tanda de avisos tuviese a Insaurralde como protagonista, pero se volvió a subir a cuanto palco le armen en el conurbano o en el interior de la provincia de Buenos Aires. Otra vez ella como figura central, y el candidato parado, entre sonriente y resignado, en un costado irrelevante. La cara de espanto de Daniel Scioli suele reflejar en la pantalla esos momentos. Y fue a San Juan, tal vez sólo para desafiar a Gioja y avisarle que a ella no se la va a sacar de encima así nomás.
Lo que se cuenta sirve a la vez para derrumbar el principal argumento del gobierno, de sus aliados y de sus candidatos, en torno a minimizar hasta niveles de ceguera política la derrota de agosto y la muy probable derrota corregida y aumentada de octubre. Un discurso que el atribulado Daniel Filmus suele utilizar como latiguillo cada vez que le piden que explique por qué la sociedad votó de esa manera y por qué volvería a hacerlo dentro de tres domingos.
Sostiene el senador, según la bajada de línea que le llega desde los campamentos del cristinismo puro, que en las elecciones parlamentarias o de medio tiempo "la gente vota otra cosa, elige otras variantes, a veces se saca las ganas, porque no se está votando gestión".
Sería así, si no fuese porque en esta oportunidad, apenas arrancó la campaña previa a las PASO, la Presidenta dijo que lo que estaba en juego no era precisamente un recambio parlamentario sino la vigencia del modelo y la ratificación de cada una de las políticas que se aplicaron hasta ahora. Lo que equivaldría, para más datos, y mal que les pese a algunos desesperados estrategas oficiales, insistir con el cepo cambiario, con negar la inflación y acusar de golpistas a los que destapan casos de corrupción, o a mostrar cambios cosméticos para combatir la inseguridad. Y que además ella se ubicó en el centro principalísimo de la escena, ninguneando, como se vio, a sus propios candidatos, con Insaurralde a la cabeza, de una larga lista no siempre pública de quejosos. Fue Cristina Fernández, en suma, la que mutó una elección "parlamentaria" en una elección "presidencial". Y planteó todo en t'ermino de "ella o el resto", de amigo-enemigo, de vida o muerte, cada vez que encontró el mínimo tropiezo.
Otra vez, como en agosto, y a tres semanas de las elecciones, se reafirma la impresión de que al gobierno nada le alcanza.
Y que aquella recurrente tozudez presidencial para petardear cada intento de torcer las cosas se encargará de hacer el resto.
Por un lado, el grueso de las encuestas está marcando un crecimiento de Massa aun en distritos en los que no pudo coronarse en las primarias, como La Matanza, mientras Insaurralde se mantiene dentro de lo que fue su cosecha de votos del 11 de agosto. Incluso la última encuesta de Carlos Fara le otorga al intendente de Tigre una intención de voto del 43 por ciento, contra el 27 por ciento de Insaurrralde. El consultor reconoce la magnitud de esa diferencia de diecisiete puntos, pero pronostica que cuando los tantos se acomoden y llegue el momento de la elección, la diferencia entre ambos igual será contundente, de entre diez y doce puntos. En el peor de los casos, Massa duplicará la ventaja que obtuvo en las PASO. Una catástrofe para Cristina, cuando tenga que afrontar sus dos últimos años de gestión.
No hubo caso en intentar bajarla de la campaña o de darle presencia y soltura a Insaurralde en la nueva tanda publicitaria. Hasta se le permitió prometer, en una muestra casi enternecedora de sus propias necesidades, que diga con ancha sonrisa: "Voy a intentar abrirme todo lo que pueda".
Un pelotazo en contra de cara al electorado que tiene una sola interpretación: buscará salirse del corset que le impuso ella y que le hizo cometer gruesos yerros en la campaña anterior, para luego tener que reconocer que la inflación no es la que dibuja Guillermo Moreno, por citar su voltereta más ruidosa.
Algunos estrategas imaginaron que introducir la supuesta decisión de la presidenta de adecentar su gabinete de ministros y secretarios, de introducir cambios que se le han reclamado largamente, podría acercar algunos votos. De allí que los voceros habituales entregaron generosamente en los últimos días rumores sobre relevos, salidas y entradas, o enroques. La verdad, si lo van echar a Hernán Lorenzino del ministerio de Economía para reemplazarlo por Axel Kicillof, autor con Moreno de uno de los más estrepitosos fracasos de esta gestión, como el blanqueo de capitales, no se observa el beneficio electoral buscado. Menos todavía cuando la presidenta ratificó en el cargo al secretario de Comercio Interior, cuando descubrió que los empellones contra el lamentable funcionario provenían más desde sus propios costados que desde la oposición.
Los creativos, casi resignados, recomendaron un cambio de estilo. Más dialoguista, menos irritable.
Hasta dispuesta a tender un cable con Mauricio Macri, tanto que se dice que el asesor ecuatoriano del jefe de gobierno, Jaime Duran Barba, hizo algunos aportes de estilo para la saga televisiva Desde otro lugar, que hasta ahora derivó en dos reportajes para el olvido. Nadie pudo impedir, no obstante, que la presidenta saliera acto seguido a maltratar a todos y todas a través de su cuenta en Twitter o desde cualquier palco al que subiera, a pelearse con los medios, a pretender que el sistema de salud pública en la Argentina es un paraíso comparado con las penurias que atraviesa Obama en Estados Unidos. O a pelearse con José Mujica por la pastera UPM. Un gesto destinado exclusivamente a la campaña electoral, que caerá otra vez en el olvido apenas pase el 27 de octubre, y que según confidentes del poder sirve y por eso fue rescatado justo ahora para captar un presunto "voto patriótico", que ninguna consultora alcanza a registrar en sus últimos sondeos. Y que conviene al objetivo de bajar de la tapa de los diarios el fracaso del blanqueo o las quejas ciudadanas por la inflación, la inseguridad, la corrupción y el desempleo, que son los cuatro temas subidos a la cabeza de cualquier encuesta en la recta final hacia octubre.
Todo podría ser distinto para la Presidenta y sus intentos de no sufrir el síndrome del pato rengo a partir del 28 de octubre. El problema es ella misma."