Por Silvina Premat/La Nación.- Más de 2 millones de fieles caminaron el fin de semana hasta la basílica. Fue la primera peregrinación juvenil a Luján en muchísimo tiempo sin Jorge Bergoglio, que todos los años celebraba la misa de cierre. Sin embargo, nunca estuvo tan presente. El reverdecer de la fe desde que fue elegido papa quedó reflejado este fin de semana en la multitud que participó de la peregrinación. Los obispos llaman "efecto Francisco" al fenómeno, que colmó la ruta nacional N°7 bajo el lema "María, cuida la fe de tu pueblo".
Fuentes de la Iglesia afirmaron que este año "fueron muchos más" los participantes, pero reconocen que es un dato muy difícil de cuantificar. Para la policía, entre el viernes y ayer habrían caminado rumbo a Luján más de dos millones de personas, el doble de lo que era habitual.
"Nunca vamos a saber la cantidad de gente, y hasta me da la impresión de que se han inflado un poco los números", les comentó Mario Poli, arzobispo de Buenos Aires, a los organizadores.
No obstante, agregó: "Nos damos cuenta de que la peregrinación se alarga cada vez más. Ya el viernes e incluso el jueves a la tarde sale mucha gente, y hasta el domingo a la noche están llegando peregrinos".
Poli, sucesor de Bergoglio en la diócesis porteña, concelebró ayer a la mañana la misa al pie de la basílica, junto con otros 15 obispos. En su homilía, en la que no hizo referencia a la realidad política y económica del país, atribuyó al llamado "efecto Francisco" el aumento de fieles en santuarios, parroquias, capillas y grupos de laicos católicos.
Más de dos millones de personas marcharon a pie desde Liniers hasta la basílica de la Virgen este fin de semana. Foto: Patricio Pidal / AFV
Según dijo monseñor Poli, "hay un movimiento dentro de la Iglesia que es muy bueno y muy saludable".
De hecho, la misma preocupación de los sacerdotes porteños por responder adecuadamente al aumento de peregrinos resultó un atractivo para algunos católicos que no participaban de la caminata desde hacía algunos años, o que nunca lo habían hecho.
"Lo que dicen del Papa es mi caso. Hace unos días un sacerdote me contó que preveían más gente en la peregrinación y me dieron ganas de venir", contó a LA NACION Pablo Kriwet, de 55 años, que llegó ayer a Luján caminando solo desde su casa, en Villa Urquiza. No lo hacía desde hacía cuatro años. "Antes venía siempre con alguien, pero esta vez no pudo ser. Caminar solo es más fácil porque vos ponés el ritmo, y más difícil porque si no pedís no tenés quien te ayude."
Como lo hacía su antecesor, Poli presidió la misa central de la Peregrinación Juvenil a Luján a las 7, apenas asomaron los primeros rayos del sol, que no mezquinó su calidez para los caminantes que colmaban la plaza Belgrano, frente a la basílica. Lo hizo junto a quince obispos de la región.
EXPLOSIÓN DE ALEGRÍA
Al término de su homilía, en la que no hizo referencia alguna a la situación a las noticias sobre la salud de la presidenta Cristina Kirchner, Poli anunció lo que todos esperaban: un saludo del Papa. La plaza explotó en un aplauso entusiasta.
"Para que no lo extrañen los saludo con el saludo del papa Francisco: «Que a todos la Virgen los cuide mucho»", fue el mensaje que, aunque breve, fue recibido con alegría.
Durante la semana pasada los organizadores de la peregrinación habían desestimado que Francisco enviara un mensaje filmado como lo hizo para la fiesta de San Cayetano, en agosto pasado. Así como a la celebración del día del santo patrono del pan y del trabajo, Bergoglio era infaltable el día de la peregrinación juvenil a Luján. Llegaba al anochecer del sábado y confesaba peregrinos hasta cerca de las cinco de la mañana y presidía luego la misa de las 7.
Según explicó a LA NACION el padre Martín Rebollo Paz, miembro de la Comisión Arquidiocesana de Piedad Popular, organizadora de la peregrinación, el Papa no habría enviado un mensaje "para ayudar a que tomen más protagonismo los obispos de la zona. Bergoglio estaba convencido de que la Iglesia no tiene que estar centrada en Roma, sino en la vida de las iglesias particulares".
La movida que está generando el Papa no sólo parece activar conductas, sino también corazones. El padre Fernando Lobo, de Morón, por ejemplo, contó haber quedado sorprendido por personas de su parroquia que, por distintas razones, decidieron no peregrinar a Luján, pero dieron dinero para ayudar a los que irían.
"Otras veces no había pasado esto", admitió el sacerdote, que vincula esa actitud con el "salir de uno mismo" de lo que habla Francisco.
"Hay un gran cambio bien enfocado", planteó a LA NACION monseñor Fernando Maletti, obispo de Merlo-Moreno. "Se ve al Papa como un puente hacia todos los hermanos", agregó el prelado, que, como cientos de sacerdotes y algunos obispos, pasó la noche del sábado confesando peregrinos en distintos puestos a lo largo de la ruta 7.
"Me llama la atención que antes se acercaban a pedir la bendición de a uno, como algo individual; ahora, en cambio lo hacen en grupos. Relaciono esto con lo que está pidiendo el Papa; de trabajar por la comunión. Es decir, un andar por la vida juntos y no aislados", agregó.
Como lo hicieron Natalia Britez, Eva Amarilla y Aldana Ponce, de 15, 16 y 17 años, respectivamente, que caminaron con sus amigos de Gregorio de Laferrère desde Morón y en cuanto vieron un cartel que anunciaba la celebración de bautismos al costado de la ruta, se detuvieron sin dudarlo. Era un puesto dedicado específicamente para impartir ese sacramento, algo que se hace desde hace tres años.
"Yo quería bautizarme, pero aún no sabía cuándo ni cómo, así que cuando vimos que se podía, llamamos a mi mamá y me bauticé allí mismo. Aquí tengo el certificado", contó Eva indicando el bolsillo de su mochila.
Su amiga Aldana le indicó: "Ahora tenés que tomar la comunión y confirmarte". Y Natalia, resumió: "Estamos recontentas. Durante la caminata me dolían los pies, pero en cuanto entrás a la iglesia y ves a la Virgen te olvidás de los dolores".
"Nos damos cuenta de que se alarga cada vez más la peregrinación"
Mario Poli / Arzobispo de Buenos Aires