Por Jorge Raventos/El Informador.-
Dentro de dos domingos, cuando los argentinos vuelvan a las urnas, la señora de Kirchner ya estará considerablemente repuesta de la operación que le practicaron el martes 8 de octubre en la Fundación Favaloro. Sin embargo, es probable que su ausencia de la Casa Rosada se extienda más allá de aquella fecha: le tocará a Amado Boudou, formalmente a cargo del Poder Ejecutivo por el forzado reposo de la Presidente, dar la cara a la hora de la derrota electoral. Ya hay equipos del oficialismo dedicados a elaborar interpretaciones reconfortantes de esa caída anunciada. Le tocará a Boudou recitarlas, la Señora se ha autoprescripto abstenerse de esa tarea amarga y sin duda poco saludable.
Ausencia que ilumina
La ausencia de la señora de Kirchner proyectó una luz despiadada sobre el estrecho círculo con el que gobierna y sobre la fragilidad y opacidad del dispositivo que toma decisiones. Si ya antes de su imprevista internación eran visibles las desprolijidades así como los tironeos y pujas entre sectores, el obligado apartamiento presidencial, al eliminar temporariamente la contención y la disciplina (que en el gobierno se imponen desde la cima), los subrayó de modo patético.
Boudou, en los papeles sustituto de la Presidente, debió refugiarse en despachos del Banco Nación y concurrió a la Casa de Gobierno para recibir indicaciones de Carlos Zannini (el poder detrás del trono) o para asistir a actos protocolares. Había ingresado trastabillando al escenario al estrenar su condición de titular del Ejecutivo: desde el atril de la señora de Kirchner, ante la leva de funcionarios que habitualmente aplauden las disertaciones de la Presidente, el vice sonó superficial y desinformado y hasta describió como “un merecido descanso, muchachos” la circunstancia que alejaba a la Señora; evidentemente, nadie le había dicho que, en ese mismo instante, ella estaba ingresando al sanatorio donde al día siguiente le trepanarían el cráneo.
En las horas que lleva como vicario, Boudou ha sido inflado, desinflado, minimizado por los principales escuderos de la Presidente (Zannini y Máximo Kirchner); le han suspendido actos y anuncios públicos y lo han lanzado a los micrófonos a que reiterara rituales de obediencia y disciplina, que él cumple aplicadamente. Él es una hechura de la Presidente, que lo eligió personalmente como acompañante en la fórmula por su nula representatividad política, garantía de que no le hiciera sombra en algún momento de debilidad. ¿Por qué, entonces, el entorno presidencial le desconfía? En parte, quizás, porque le acreditan a Boudou velocidad de maniobra en coyunturas especiales; algunos recuerdan que el caso Ciccone (la apropiación de una gran planta impresora de valores, con privilegios inducidos desde el gobierno que derivó hacia el misterioso sello Old Fund, vinculado a amigos muy próximos del vicepresidente), se concretó en los días y semanas posteriores a la muerte de Néstor Kirchner, que tenía mucha atención puesta en esa firma, donde ahora se produce papel moneda para el Banco Central.
En parte, también, porque el estilo y las operaciones de Boudou le han generado una mala fama que las encuestas traducen con elocuencia: es el personaje político de peor imagen. Nadie está demasiado interesado en cargar con ese lastre: en la campaña de Martín Insaurralde prefieren que el vicepresidente se mantenga alejado de la provincia de Buenos Aires.
¿Qué representa Boudou?
Sin embargo, aun ese cantante desafinado y obediente que está a cargo del Poder Ejecutivo, a quien evitan, ningunean o elogian forzadamente los propios y condenan o desprecian la mayoría de los ajenos, considera que tiene alguna carta para jugar. Apenas comenzó el segundo período de Cristina Kirchner, Boudou quiso encarnar un ala “realista” del gobierno. Desde el ministerio de Economía, con Hernán Lorenzino como secretario de Finanzas, Boudou había explorado la posibilidad de un retorno a los mercados de capitales (obvio: había establecido lazos estrechos con entidades que lucran en ese tipo de negociaciones). Señalábamos en este espacio en diciembre de2011: “Es probable que Lorenzino haya sido designado en Economía porque, junto a Boudou, fue la cara argentina durante dos años de negociaciones infructuosasy frustrantes. Al ascender Boudou a su nuevo cargo, quitar a Lorenzino hubiera dado una muestra de desinterés incompatible con las recientes conversaciones de la Presidente con Barack Obama. Allí se mencionó que Argentina tiene deudas y compromisos quedeben ser cumplidos.”
Aquel curso de acción quedó relegado: finalmente ganaron los métodos e ideas corporizados por Guillermo Moreno y Axel Kicillof. Los subordinados de Lorenzino tuvieron más mando y peso que el ministro. Boudou se fue con la música al Senado.
Pero precisamente esta semana, como suplente de la señora de Kirchner, Boudou quiso anunciar con bombos y platillos, en teleconferencia con Lorenzino(éste, desde Washington) un acuerdo con el Banco Mundial, precedido por una renegociación de deudas del Estado argentino con firmas estadounidenses surgidas de procesos perdidos en el CIADI, el tribunal de arbitrajes del Banco Mundial. Un úkase de la Casa Rosada(Zannini) y la Fundación Favaloro(Máximo Kirchner) canceló la conferencia de prensa. Los hechos se produjeron, ero sin el protagonismo de Boudou: el Banco Mundial anunció que estudia un financiamiento para Argentina y el Estado arregló con las firmas que le reclamaron y ganaron ante el CIADI.
La realidades como el agua
La realidad es como el agua: busca su camino. Las políticas de aislamiento que llevó a cabo el gobierno durante estos años, consagrándolas como rasgos esenciales del“modelo”, han fracasado. El enclaustramiento comercial golpea a la producción nacional y provoca conflictos con la región y el mundo. Las reservas caen. El cepo cambiario empeoró las cosas. La inversión cae (la inversión extranjera descendió un 25 por ciento mientras en la región crecía un 6 por ciento). Se incrementa la inflación, se incrementa el gasto público. La política energética es una catástrofe que se devora 14.000millones de dólares este año. Antes de internarse, en defensa de su relato, la Presidente aseguraba que no haría cambios al modelo. Pero la realidad los está exigiendo. Y dentro mismo de los elencos oficiales hay voceros de la necesidad de cambiar. Son varios los que esperan que Moreno pase a otras funciones o a cuarteles de invierno. Galuccio pide inversión privada y cambios en el área energética. Ahora se estudian medidas para alentar la importación de petróleos livianos por parte de las petroleras privadas.
Es la realidad la que empuja. Sucede, sin embargo, que aunque ese estímulo señale un rumbo, hay obstáculos que traban su paso. El principal es la pérdida de confianza. Los signos tímidos, los discursos ya no alcanzan para convencer. Hacen falta señales rotundas.
El gobierno, con sus procedimientos, no contribuye a la recuperación de la confianza. El secretismo y la revelación involuntaria de engaños y ocultamientos anteriores que rodearon la enfermedad y la operación de la Presidente alimentaron, por ejemplo, la suspicacia de sectores de la opinión pública, recelosos de que pudieran encubrir un posible uso menor de los sentimientos de la sociedad. La desconfianza nutre las teorías conspirativas.
Es obvio que la Presidente está atravesando una situación delicada, en la que el hematoma craneal y el episodio quirúrgico representan sólo un aspecto que, por sus rasgos, eclipsa momentáneamente cuestiones como las arritmias, los problemas de presión, las consecuencias de la (inútil) extirpación de la glándula tiroides de hace algunos meses.
El estilo de conducción del modelo K, personalista, hiperconcentrado e intervencionista, le reclama a la Presidente un activismo constante. Es decir, la somete a un desgaste que la debilidad política acrecienta. Y como el que constitucionalmente debe reemplazarla es Boudou -con atribuciones formalmente adecuadas -pero políticamente deficitarias-, lo que la vulnerabilidad física presidencial motoriza es una intensificación de los conflictos internos de la coalición oficialista. Algo que la derrota del próximo domingo 27 intensificará.
La isla de la fantasía
¿Cómo asimilará ese conglomerado que todavía convive bajo el mismo techo a partir del lunes 28? La reconstrucción de la unidad y de una relativa homogeneidad y capacidad de contención se complejizan por el hecho de que la señora de Kirchner perdió la batalla de la re-reelección (y, como apuntó agudamente un analista de opinión público, perdió inclusive la posibilidad de amenazar con la re-reelección). No se ve desde qué centro podrá reestructurarse el kirchnerismo, hoy en retirada.
En ese contexto, ante el hecho de que la figura -débil, pero ineludible-de la Presidente parece el único eje de estructuración política del encogido pero abigarrado oficialismo, la sospecha de sectores de la oposición de que pueda renacer el intento de convertirla en candidata en las próximas presidenciales tiene, si bien se mira, algo de comprensible, aunque parezca impracticable.
Por caso, un reconocido jurista desplegó esta conjetura, fruto de “la pura imaginación jurídica”: ¿puede sostenerse que un presidente que deje su cargo por razones médicas antes de llegar a la mitad de su segundo mandato ha cumplido dos períodos y tiene entonces vedado el camino a otra candidatura presidencial? La Constitución argentina no da indicación ninguna en este sentido (lo que podría permitir las clásicas “dos bibliotecas”), pero la de Estados Unidos, que en tantos sentidos ha sido considerada el modelo de la Argentina, tiene una respuesta: si un presidente no cumplió al menos la mitad del segundo mandato, su segundo período no está agotado y tendría, pues, el derecho a volver a presentarse. Una fantasía, claro. Pero en la Argentina ocurren a veces cosas fantásticas. ¿No presentará acaso por tercera vez consecutiva su candidatura a la gobernación de Santiago del Estero el radical K Gerardo Zamora, pese a que la Constitución provincial lo prohíbe? Increíble pero cierto, un juez dictaminó que ese artículo de la Constitución es anticonstitucional.
Claro está, es más sencillo que las fantasías se realicen cuando -caso de Zamora- hay detrás una fuerza política que se impone en las urnas. Se vuelve más ardua la cosa cuando se cae del 54 al 30 por ciento.
En el gobierno conviven mal las fantasías salvíficas, los intentos de resignarse ante la realidad, las decaídas ilusiones ideológicas, la defensa de territorios amenazados, la búsqueda de garantías sobre el futuro amenazante, la tentación del sálvese quien pueda.
La Presidente se repone en su refugio hospitalario. Boudou ejercita sus cinco minutos de fama. La sociedad espera tranquila el domingo 27 y va imaginando las alternativas que se abren a partir de ese día.