A través de su jefe de Gabinete, Cristina lanzó una provocación. "Son minoritarios y les importa más lo que pasa en Miami que en San Juan", dijo sobre los manifestantes. Un severo llamado de atención para la oposición. El Gobierno nacional no entendió nada. Esa es la conclusión que arrojó el día después de la multitudinaria protesta que se realizó en las principales ciudades del país, que fueron protagonizadas por ciudadanos autoconvocados que dijeron basta a la creciente ola de inseguridad, a la crisis económica y a los deseos de Cristina Kirchner de querer eternizarse en el poder mediante una reforma de la Constitución.
Por eso, no fue casualidad que el jefe de Gabinete de la Nación, Juan Manuel Abal Medina, uno de los principales aplaudidores y obsecuentes de Cristina, que no dice una sola palabra sin la anuencia de la primera mandataria, ayer saliera a faltarle el respeto a la ciudadanía que, espontáneamente, salió a decir basta.
Por eso, no fue casualidad que el jefe de Gabinete de la Nación, Juan Manuel Abal Medina, uno de los principales aplaudidores y obsecuentes de Cristina, que no dice una sola palabra sin la anuencia de la primera mandataria, ayer saliera a faltarle el respeto a la ciudadanía que, espontáneamente, salió a decir basta.
Concretamente, el funcionario dijo que los cacerolazos de protesta contra el Gobierno fueron “minoritarios” y no tuvo “espontaneidad alguna”. Y hasta agredió verbalmente a los participantes, diciendo que “les importa más lo que pasa en Miami que en San Juan”. Eso no fue todo: los desafió a “armar un partido y ganar las elecciones”.
Abal Medina insistió: “(El cacerolazo) no es algo que ocupe ni preocupe a este Gobierno”.
Consultado sobre quienes protestaron en la ciudad de Buenos Aires y otras ciudades del país, dijo que “el sector social era bastante homogéneo. Cuando veía las caras... No es una novedad en la historia argentina. Esta gente no votó a Cristina”, concluyó.
Otro impresentable que salió a hablar fue el senador Aníbal Fernández, quien, luego de reconocer que las movilizaciones fueron “importantes” en cuanto al número, dijo no saber “cuáles son los planteos que están haciendo” los manifestantes.
Por eso, la postura asumida por el Gobierno nacional fue una verdadera provocación, y más si se tiene en cuenta que Abal Medina es hijo de la mano derecha del hombre más rico del mundo: el mexicano Carlos Slim, que amasó una fabulosa fortuna en un país acechado por el narcotráfico y el crimen organizado. Obviamente, la amistad con la familia Abal Medina les habría abierto más de una puerta a las empresas de este magnate para hacer importantes negocios con el Estado argentino.
Igualmente, no hay que confundirse. La movilización también implicó un severo llamado a la oposición. Una parte importante del reclamo estuvo dirigido al conjunto de la dirigencia política, que no sabe, no puede o no quiere elaborar propuestas superadoras, planes estratégicos que permitan a la Argentina volver al camino del desarrollo sostenido. Una nación sin generación de trabajo genuino, y con índices de pobreza e indigencia real que rozan el 40%, lleva a que cualquier proyecto de país sea inviable si no se abordan los problemas estructurales.
Asimismo, la protesta también estuvo dirigida a otros sectores sociales e instituciones, como una parte importante del gremialismo, la Iglesia y la Justicia, que tampoco parece estar a la altura de los desafíos que exige la situación actual, ya sea por la cercanía con sectores del poder político o por la ausencia de valentía para plantear o proponer un camino diferente.
Hay un lugar vacante, una pronunciada anomia que afecta a los sectores políticos, a la hora de constituirse como una alternativa válida. Y en muchos hasta terminan siendo cómplices del oficialismo, como es el caso del seudoprogresista Hermes Binner, que sin ponerse colorado salió a manifestarse a favor del alocado proyecto de que los jóvenes voten a los 16 años, sabiendo que es el artilugio que está impulsado el oficialismo para eternizarse en el poder. Pese al difícil momento, la Argentina es una nación con futuro. Por eso, este nuevo fenómeno social y político que se está viviendo dará lugar a la aparición de una nueva camada de dirigentes con capacidad de sacar el país adelante.
Un socialista se hace cargo
El senador socialista Rubén Giustiniani sostuvo ayer que si bien las protestas “tienen como destinatario principal el Gobierno nacional, todos tenemos que tomar nota”. Giustiniani también se refirió al rol de la oposición en este contexto, señalando que “fue un mensaje fuerte para el Gobierno nacional”, aunque “cada uno desde su lugar tiene que trabajar en los reclamos que se están expresando”. Y dejó en claro que “hay que tener los oídos bien abiertos ante esta expresión, que fue muy importante y que se hizo en paz”.
Por otra parte, Giustiniani reafirmó que confrontó “fuertemente” con Cristina Kirchner cuando ambos coincidieron en el Senado. El legislador había evocado días atrás los “debates y contrapuntos fuertes” que tuvieron ambos desde sus respectivas bancas en la Cámara alta, señalando que
mantenía “respeto” hacia la jefa de Estado.
Gobernadores kirchneristas, en alerta
El gobernador de Mendoza, Francisco Pérez, aseguró ayer que el cacerolazo en distintas partes del país en contra del Gobierno es “un llamado de atención” para la Casa Rosada, y pidió “hacer un análisis profundo”.
Horas después de que en Mendoza se manifestarán más de 15.000 personas en contra del Gobierno nacional, y en parte también contra el de la provincia, Pérez señaló que “sin lugar a dudas es un llamado de atención. Fue importante, y hay que hacer un análisis profundo de cuáles son sus derivaciones”.
“Más allá de que en democracia y en la Argentina habrá muchos que no marcharon pero que estaban de acuerdo con la marcha, y había otros tantos que no están de acuerdo con esa marcha y los contenidos”, añadió.
En tanto, el gobernador tucumano, José Alperovich, dijo que “no hay que tenerles miedo a las expresiones porque son parte de la democracia; esto es democracia”. Y sobre las demandas planteadas por los manifestantes, expresó: “A todo hay que prestarle atención; es sano que la gente se exprese, te guste o no”.