La semana pasada, un emisario de la presidente -que no es sindicalista- se habría reunido con Hugo Moyano con el objetivo de tantear una tregua. La misma consistiría en que, en los próximos meses, la CGT moyanista aminore el ritmo de sus reclamos al gobierno por la no modificación del mínimo no imponible del impuesto a las ganancias, las asignaciones familiares y la cuestión salarial, entre otros temas.
Ayer, Florencio Randazzo envió un mensaje conciliador al decir: “La discusión sobre el salario mínimo vital y móvil, el mínimo no imponible y las asignaciones universal y familiar son temas que hacen a la dinámica propia de la relación del gobierno nacional con la Confederación General del Trabajo que siempre estuvieron en la agenda”.
Como contraprestación, el gobierno estaría dispuesto a flexibilizar el cerco económico que viene estrechando sobre las finanzas de la Federación de Camioneros a través del desfinanciamiento de su obra social, el despido de los funcionarios moyanistas y la cancelación de cuanto beneficio el gobierno le había concedido al sindicato.
Parece obvia la razón que impulsaría a buscar un alto el fuego a un gobierno que convirtió la política en una guerra. En la Casa Rosada se estima que este trimestre y el próximo la recesión con alta inflación generarán condiciones de malestar social importantes y que un plan de lucha de la CGT moyanista podría debilitar seriamente al gobierno.
Pero la oferta al líder camionero también tendría otra intencionalidad política: evitar, o por lo menos posponer, la formación de una multisectorial con el apoyo de José Manuel de la Sota, Jesús Cariglino, Pablo Michelli y tal vez Eduardo Buzzi.
El caso es que la extrema dureza con la cual el cristinismo le fue clausurando distintas cajas al moyanismo en las últimas semanas habría apuntado, en definitiva, a obligarlo a negociar. Estas conversaciones reservadas no impedirían que el clima siga tenso. Ayer, el secretario adjunto del Sindicato de Camioneros, Pablo Moyano, advirtió que el gremio analizará si declara un paro nacional de recolección de residuos, en repudio al envío de telegramas de despido a 400 trabajadores de la empresa Covelia en Quilmes.
Desgaste y encuestas
Simultáneamente, en el frente caliente de la provincia de Buenos Aires, también se detectan señales de desgaste. En el entorno de Daniel Scioli crecerían las presiones para que éste afloje las tensiones con Cristina, haciéndole nuevas concesiones políticas. Una de las principales promotoras de la pacificación sería Karina Rabollini. La esposa del gobernador opinaría que mantener el actual nivel de tensión hasta el 2015 sería practicamente insostenible. El problema, según señalan varios encuestadores, es que el ex motonauta se consolida en las encuestas cuando aumenta su grado de diferenciación con el cristinismo. De ser esta apreciación correcta, una tregua se convertiría en un arma de doble filo, ya que, por un lado, Scioli dejaría de sufrir el asedio permanente de los talibanes del gobierno, pero por el otro podría debilitarse como presidenciable. Con un pie en el oficialismo y el otro en la oposición, estaría condenado a ejercer el malabarismo.