HANNAH ARENDT

En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".

martes, 20 de marzo de 2012

LOS IDUS DE MARZO - POR PASCUAL ALBANESE


La articulación entre política, economía y negocios es un objeto de análisis indispensable para comprender la dinámica de los acontecimientos. La tragedia de Once, como el conflicto con YPF; colocó encima de la mesa una cuestión delicada: la subsistencia de las alianzas establecidas entre el gobierno y ciertos grupos empresarios durante la presidencia de Néstor Kirchner. Kirchner sabía de qué se trataba. Su experiencia en Santa Cruz, una provincia petrolera con una fuerte presencia estatal, las obras públicas, le permitía entender la dinámica de la relación entre el poder político y los grupos empresarios. Sea en las negociaciones con las compañías petroleras, en las adjudicaciones de obras de infraestructura a empresarios como Lázaro Báez, en la privatización del Banco de Santa Cruz, adquirido por Enrique Eskenazi, o en cuestiones como el rol de Cristóbal López en el sector de los juegos de azar, una actividad estrictamente regulada por el Estado, así como en el negocio de la pesca, el ex presidente supo manejarse con solvencia en arenas movedizas.
Con Kirchner vivo, el manejo de los vínculos con los grupos empresarios quedó concentrado en su persona, con la colaboración de Julio De Vido, aunque el Ministro de Infraestructura fue siempre ejecutor de las decisiones y nunca autor. En ningún área la desaparición de Kirchner dejó un vacío tan grande como en este terreno, en el que, en términos futbolísticos, Cristina Kirchner juega en cancha visitante. Por el carácter personalísimo de ciertos contactos, esa vacancia no fue cubierta. En ciertas circunstancias, la primera mandataria desautorizó a algunos funcionarios o allegados al ex mandatario que intentaron incursionar en ese tema. La tragedia de Once puso los reflectores sobre la familia Cirigliano, propietaria de un holding empresario con aceitadas relaciones en el Ministerio de Infraestructura, que no sólo incluían su participación en los colectivos y en el transporte ferroviario, sino en rubros tan diferentes como la fabricación de los decodificadores para impulsar el servicio de televisión digital impulsado por el gobierno nacional, la distribución de las minicomputadoras del Plan “Conectar Igualdad” y hasta la importación de gas licuado de Qatar. El hecho de que Claudio Cirigliano haya compartido un auto de procesamiento con el ex Secretario de Transportes, Ricardo Jaime, otorgó mayor visibilidad aún a esas vinculaciones. Como se trata de un tramado de relaciones difícil de disolver de golpe, Cristina Kirchner optó por una estrategia gradualista. La renuncia de Juan Pablo Schiavi, originada en la intención de descomprimir, no fue sucedida por el nombramiento de Martín Sabatella, que hubiera implicado un “giro copernicano”, sino por el de Alejandro Ramos, un intendente peronista alineado en Santa Fe con los hermanos Agustín y Alejandro Rossi (propietario de más de una línea de colectivos), pero a la vez allegado a De Vido y sobrino del empresario rosarino Orlando Vignatti, socio minoritario del diario “La Capital” de Rosario y dueño de Ámbito Financiero. Por el contrario, el ascenso de Guillermo Moreno revela la intención presidencial de privilegiar a una figura caracterizada por su capacidad de confrontar con los sectores empresarios. Moreno tiene además un plan: pretende edificar un sistema de alianzas con las pequeñas y medianas empresas, que entre otras cosas implica un fortalecimiento de la Confederación General Económica (CGE) en detrimento de la Unión Industrial Argentina (UIA). La misión comercial a Angola fue el punto de partida de un operativo de vastos alcances que continuará con la conformación de otras dos delegaciones que próximamente visitarán Vietnam y Azerbaiján. El protagonismo asumido en estas circunstancias por Carlos Spadone no es una simple distracción. Spadone es el presidente de la Cámara de Comercio Argentino-China. Los chinos son actualmente los principales socios comerciales de Angola. MORENO VS BOUDOU En el Congreso Nacional circuló la especie de que los billetes con la efigie del vicepresidente Amado Boudou volanteados en la Asamblea Legislativa fueron una idea de Moreno. Lo cierto es que Moreno siempre atribuyó a Boudou una excesiva cercanía con Jorge Brito, el dueño del Banco Macro y titular de la Asociación de Bancos Argentinos (ADEBA), un financista que en el pasado supo tejer un fluido diálogo con Kirchner pero en noviembre de 2011 fue ubicado entre los promotores de la fuga de dólares que impulsó al gobierno a establecer el control de cambios. Según la apreciación de Moreno, Boudou, Brito y el Ministro de Economía, Hernán Lorenzino, son parte del “club de la deuda”, que pretende llevar al gobierno a la búsqueda de créditos internacionales, un peregrinaje que supondría la necesidad de pagar la deuda con el Club de París, satisfacer las exigencias de los “holdouts” y normalizar la relación con el Fondo Monetario Internacional. Más allá de esta caracterización, Boudou enfrenta una situación delicada. El “caso Ciccone” lo encuentra sin acompañamiento político. El vicepresidente tuvo que salir a la palestra sin que ninguna figura relevante del oficialismo saliera a respaldarlo. Más que una defensa, sus explicaciones fueron un contraataque. Es probable que Boudou tenga una dosis de razón. Resulta verosímil que la empresa Boldt (una firma vinculada también al mundo del juego) haya alimentado las denuncias periodísticas y efectivamente se trata de una compañía que estuvo vinculada al “duhaldismo. Boudou tiene que saber muy bien de qué se trata porque Guillermo Gabella, el principal operador político de Boldt, fue uno de sus compañeros en la UCeDe en la década del ‘90. JUEGO Y POLÍTICA En el análisis del entrecruzamiento entre política, economía y negocios, la industria de los juegos de azar ocupa un lugar preponderante. Cristóbal López, el principal empresario del juego de la Argentina, que desde hace años incursiona también en la actividad petrolera sería, según al menos se sospecha en los círculos empresarios españoles, el “caballo del comisario” del gobierno argentino para adquirir una parte del paquete accionario de YPF. En Buenos Aires, esa sospecha se extiende a la familia Bulgheroni. Sugestivamente, la regulación de los juegos de azar se ha constituido en un nuevo eje de discusión en la provincia de Buenos Aires. El gobernador Daniel Scioli busca prorrogar las licencias existentes para las salas de bingo de la provincia. El mandatario expresa así su alianza con el “establishment” del empresariado del sector, encabezado por la empresa española CODERE y por el grupo Boldt, titular la licencia del Casino del Tigre y del servicio de contralor de apuestas en las salas de juego de la provincia. Por su parte, el vicegobernador Gabriel Mariotto abrió espacio para el antiguo reclamo del mundo del turf, que desde hace años persigue la habilitación legal de máquinas tragamonedas en las agencias hípicas y en los hipódromos de San Isidro y La Plata. EL TRASFONDO DE UN PAPELÓN Lo ocurrido el martes 13 en el programa de Marcelo Longobardi en la señal de C5N constituye un episodio que trasciende lo meramente anecdótico y merece una atenta lectura política, o varias. Más allá de cualquier consideración principista, conviene ante todo atenerse crudamente a los resultados. Longobardi logró una repercusión absolutamente inusual. Daniel Hadad se vio obligado a pedir disculpas públicamente por un “exceso de formalismo”. Alberto Fernández apareció como víctima de la censura y encima quedó invitado para el siguiente programa de Longobardi. Alberto Padilla, un periodista mexicano que fuera una figura importante de la CNN y esperaba ser entrevistado por Longobardi cuando se cortó la trasmisión, apareció, primero a través de Twitter y después en distintos medios nacionales e internacionales, como un molesto testigo que acusaba a la propia Presidenta de haber ordenado esa interrupción, a través del ministro Julio De Vido. En síntesis, peor imposible. Surge aquí la importancia crucial que en circunstancias críticas adquieren los funcionarios capaces de actuar como “filtro” de las órdenes presidenciales. De Vido cumplía, a veces, esa función con Néstor Kirchner pero carece de la confianza suficiente como para hacerlo con la Jefa de Estado. La creciente concentración de poder personal también tiene sus costos- Otro costado significativo de este singular cortocircuito es el rol del ex Jefe de Gabinete. El blanco permanente de sus críticas es la propia figura presidencial. Fernández asume el papel de custodio de la herencia conceptual de Kirchner y. desde ese lugar acusa a la primera mandataria de abandonar dicho legado. Fernández por cierto un testigo privilegiado, por lo que sus dichos pueden tener impacto. Más aún si se tiene en cuenta que sus acusaciones coinciden con una etapa en la que la Jefa de Estado está obligada a realizar una serie de adecuaciones que le otorgan un cierto perfil propio, diferenciado de Kirchner. La voz de un antiguo allegado de Kirchner que califica esa diferenciación como una “desnestorización” del gobierno provoca naturalmente algún “ruido” molesto. Pero Fernández no es sólo el portador de un discurso orientado a reivindicar la gestión de Kirchner contra la de su sucesora. También se postula como operador político de Daniel Scioli y como interlocutor de Hugo Moyano para el armado de una alternativa para el 2015. En la visión conspirativa tan frecuente en la Casa Rosada y la residencia de Olivos, a partir de la estrecha relación establecida entre Scioli y Hadad, aceitada por algunos negocios en el rubro de seguridad manejados por Mario Montoto con una empresa israelí, cundió la sospecha de que la promoción de Fernández en la pantalla de C5N no respondía únicamente a una inquietud de Longobardi, o al menos que ese interés era compartido por Hadad. Todo esto ocurría en la misma semana en que el gobierno nacional, a través de los gobernadores de Chubut y Santa Cruz, revocaba concesiones de YPF en ambas provincias. Esta drástica decisión, que desoye las presiones del gobierno español en defensa de Repsol, responde a la estrategia diseñada por el viceministro de Economía Axel Kiciloff, que sepulta la alianza establecida entre el gobierno de Kirchner y la familia Eskenazi, dueña del Banco de Santa Cruz. La decisión de avanzar en esa dirección no agradó a De Vido, protagonista del acuerdo con los Eskenazi. En conversaciones con algunos amigos, el ministro (también golpeado por las esquirlas del accidente de Once y el rol del grupo Cirigliano), confesó que, a diferencia de lo que sucedía en vida de Kirchner, su influencia personal sobre Cristina Kirchner era virtualmente nula. Los comentarios de Carlos Pagni sobre Kiciloff y de Osvaldo Pepe sobre los “imberbes” de “La Cámpora” reflejan que los reflectores periodísticos empiezan a colocarse sobre las figuras y los sectores más representativos del “cristinismo” emergente. La durísima respuesta de la primera mandataria revela una debilidad estructural. No es un oficialismo que sale en defensa de su presidenta, sino al revés: una presidenta que se ve forzada a salir en defensa de su oficialismo. SCIOLI Y MOYANO Los problemas judiciales de Boudou son festejados por los amigos de Scioli. El gobernador bonaerense estima que el debilitamiento político del vicepresidente eliminaría un competidor en la carrera presidencial. Muy en privado, observa con satisfacción los números de una encuesta que indica que, por primera vez desde el fallecimiento de Kirchner, su imagen positiva es actualmente más elevada que la de la Jefa de Estado, que habría descendido varios puntos. Paralelamente, Moyano blanqueó su alianza con Jerónimo Venegas. Un afiche fijado en las paredes de Buenos Aires, que recuerda la fecha de nacimiento de José Ignacio Rucci, lleva la firma de la CGT y las 62 Organizaciones, con el nombre de sus dos secretarios generales. El cartel fue diseñado y pagado por Venegas, con el consentimiento de Moyano. Es la primera aparición conjunta de la CGT y las 62 Organizaciones desde que Moyano está al frente de la central obrera. La arbitrariedad de la excusa acentúa la dimensión política del hecho. El sindicalismo conmemoró tradicionalmente el aniversario del asesinato de Rucci, ocurrido el 25 de septiembre de 1973, pero jamás lo hizo con su cumpleaños.

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