CRISTINA LO HIZO
Ex duhaldistas y sciolistas se reagrupan bajo Moyano.
La eterna interna del peronismo no se detiene. En su discurso del sábado ante la Asamblea Legislativa, CFK realizó un doble ataque contra la CGT y la memoria de Juan Domingo Perón, y ayer, un grupo de La Cámpora actuó como fuerza de choque en el acto de reasunción de Daniel Scioli. En los códigos del peronismo no hace falta más.
Así es que en las últimas horas se aceleraron las conversaciones entre distintos sectores disidentes con el equipo de Hugo Moyano, particularmente su hijo Facundo. De estas conversaciones van tomando forma distintas posibilidades.
Así es que en las últimas horas se aceleraron las conversaciones entre distintos sectores disidentes con el equipo de Hugo Moyano, particularmente su hijo Facundo. De estas conversaciones van tomando forma distintas posibilidades.
Por ejemplo, el senador bonaerense Baldomero Álvarez de Olivera podría empezar a funcionar como el operador político de la CGT en Buenos Aires. “Cacho” Álvarez intentó permanecer como ministro de Desarrollo Social de Daniel Scioli, pero fue vetado por la presidente. El veto se extendió al Senado, donde al ex intendente de Avellaneda no se le ofreció ningún cargo de importancia, en medio del avance de los dirigentes de Gabriel Mariotto, La Cámpora y Alicia Kirchner. Por otra parte, el próximo 18, Álvarez se impondría como presidente de Independiente con el apoyo del moyanismo. En el proceso de crisis abierta entre la CGT y la Casa Rosada, el lanzamiento de una línea interna del PJ bonaerense con terminal en el sindicato de Camioneros podría potenciar el conflicto. Es muy improbable que algún intendente del PJ se vuelque hacia Moyano, pero no ocurre lo mismo en las segundas y terceras líneas de los aparatos políticos municipales, donde sobran los heridos por los embates de Mariotto y La Cámpora y la estrategia de la retirada permanente que practica Scioli.
Jugadas obligadas
Tanto o más significativo es el rol que está cumpliendo Luis Barrionuevo como consejero político de Moyano. Esta influencia converge hacia un objetivo central: una rebelión en el peronismo bonaerense podría debilitar seriamente al kirchnerismo, exponiéndolo a perder las elecciones del 2013 en el principal distrito del país. O sea, actualizado y casi con los mismos actores, el plan que intentó cumplir Eduardo Duhalde. Esta operación política le sería muy útil a Moyano para fortalecer su capacidad de negociación con CFK, evitando el aislamiento al que intenta someterlo el cristinismo. Ya sin el paraguas de Duhalde, a los grupos barrionuevistas que tienen peso en la Primera Sección Electoral no les queda otro camino que buscar la alianza con el moyanismo.
Un disparador importante de este proceso fue la categórica negativa de Scioli a marcar diferencias con la presidente, que se acentuó a partir del crecimiento de la influencia de Mariotto. “El protagonismo político de Mariotto es tan fuerte que ya hay dos gobernadores y en poco tiempo empezará a discutirse cuál de los dos se queda”, definió un preocupado dirigente sciolista.
Hasta ahora, la sangre nunca llegó al río entre CFK y Moyano, lo que alentaría la posibilidad de que se produzca una tregua aunque sea precaria. Pero cada vez sería más difícil volver al equilibrio que había en el 2010. A partir de haber obtenido el 54% de los votos, Cristina estaría convencida de que cualquier concesión importante a Moyano sería una muestra de debilidad imperdonable. Y a su vez, el líder camionero creería que el cristinismo busca, como parece obvio, un poder absoluto que sería incompatible con una CGT influyente. El tiempo es un factor que, en este caso, aceleraría el conflicto. El cristinismo sabe que en los próximos meses la sociedad le aceptará a la presidente ciertos excesos que tal vez más adelante causen rechazo. La oportunidad de ir por todo no será entonces duradera.