HANNAH ARENDT

En 1951, Hannah Arendt escribió: "El sujeto ideal de un régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista comprometido, son las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción, lo verdadero y lo falso ha dejado de existir".

lunes, 21 de marzo de 2011

CRISTINA, MOYANO, Y EL TEMOR POR UNA "GUERRA FRÍA" QUE SE PROFUNDIZA, A PASITOS DE LAS ELECCIONES.

La amenaza y posterior suspensión del paro general dejó al descubierto que las tensiones entre el movimiento sindical y el Gobierno son cada vez más difíciles de manejar. Por qué los analistas creen que existe "riesgo de radiación" en los próximos meses. El antes y el después

Por Fernando Gutiérrez - Juan Manuel Barca para iProfesional

"Un antes y un después"; "un quiebre"; "un punto de inflexión". Esas fueron las expresiones más escuchadas en las últimas horas para definir lo que significa la convocatoria y posterior suspensión del paro general de la CGT, en respaldo a Hugo Moyano. Y esa sensación de que ya nada será igual, luego de que casi se concreta el primer paro general en una década, obedece a que no quedan dudas respecto de contra quién se estaba convocando la medida de fuerza. Esto, más allá del discurso del líder sindical en el que evitó la confrontación contra el Gobierno y cargó las tintas sobre la Justicia y los medios de comunicación. Las propias consignas de los militantes del sindicato camionero ("Si lo tocan a Moyano paramos el país") fueron más explícitas que cualquier discurso o análisis. "No se para el país para protestar contra la fiscalía suiza, o contra un grupo de multimedios. Si se hace un paro es contra la Presidenta", afirma el analista de opinión pública y encuestador Jorge Giacobbe. En su punto de vista, lo que se pretendió con la convocatoria al paro fue "forzar al Gobierno a tomar una posición, en un momento en el que Moyano se siente atacado". En la misma línea, el analista Rosendo Fraga interpreta la actitud sindical como "una advertencia hacia el oficialismo, dado que la interacción entre el Ejecutivo y los jueces es intensa en las causas de contenido político". Su análisis parece confirmado por las propias declaraciones de los líderes sindicales. Pablo Moyano, dirigente camionero e hijo de Hugo Moyano decía, cuando todavía no se había anunciado la suspensión del paro general: "Esta agresión contra la CGT también va en contra de los intereses del Gobierno, porque el movimiento obrero ha servido como sostén de este Gobierno. Y el lunes todos los funcionarios tendrían que estar presentes, apoyando el paro, porque están en juego los intereses de todos".

Dedos rozando botones


Lo cierto es que lo que ocurrió en estas últimas horas fue que la "guerra fría", que desde hace tiempo mantienen Cristina Fernández de Kirchner con Hugo Moyano, estuvo a punto de pasar a la zona caliente. La lógica de este tipo de confrontación es que las dos partes se tengan un temor mutuo y que, por lo tanto, ostenten su poder de destrucción para impresionar y tratar de obtener réditos, pero sin llegar a una conflagración abierta. Esta vez, se llegó a un punto de tensión límite, donde hubo dedos que rozaron los botones de disparar misiles. "La pregunta clave es cómo se vuelve de una demostración de fuerza de este tipo. La CGT jugó sus cartas y ahora hay que esperar", afirmó a iProfesional.com un consultor de la central sindical, mientras todavía estaba en discusión el mantenimiento o no de la medida extrema.
¿Esperar qué?
Hay varias teorías respecto de cuál era exactamente el objetivo que perseguía Moyano o qué tipo de señales esperaba del Gobierno.

Desde el reclamo para que el Poder Ejecutivo influya sobre la Justicia -para que se "congelen" las causas por presuntas irregularidades en las obras sociales- hasta la pretensión de más cargos para dirigentes sindicales en las listas electorales, hay un amplio abanico de objetivos tras la beligerancia sindical.

Pero tal vez las palabras del propio Moyano den la pista más clara: "Los trabajadores queremos llegar al poder y eso es lo que les molesta. Pero ése es el objetivo y no lo vamos a abandonar".

El líder de la CGT adujo haber suspendido su medida de fuerza "para que vean que somos más gente", presuntamente dirigiéndose a quienes él siente que lo atacan, al vincularlo con empresas de transporte y recolección de residuos.

Moyano ¿levantó el paro porque pensó que ya había hecho una demostración de fuerza lo suficientemente grande? ¿O porque, tal vez, haya obtenido algo en una negociación secreta?

Desde el primer momento, el Gobierno intentó que la cúpula sindical depusiera su actitud, para lo cual se encomendaron gestiones discretas.

De hecho, sorprendió el silencio de radio al que se llamaron todos los ministros y funcionarios.

"Si la medida quedó en suspenso, es porque alguien le garantizó que no va a tener problemas, no hay otra lectura posible", sostiene Giacobbe.

Pero otros analistas creen que, en el fondo, el objetivo era la demostración de fuerza, para así garantizar un mejor lugar desde el cual revisar su alianza con el Gobierno.

Jorge Asis, ex funcionario en la administración de Carlos Menem y un respetado observador de la interna peronista, afirma que "lo que Moyano está haciendo es amenazar con golpear, cuando en realidad lo que pretende es seducir, porque quiere ser candidato".

Asis admite que "Moyano pasó una frontera y puso toda la carne en el asador; él cree que para negociar primero hay que apretar".

Un divorcio con altos costos
Ahora, la pelota pasó al terreno del Gobierno que, en sus primeras señales, parece confirmar una mayor frialdad en la relación con el movimiento sindical.

Apenas minutos más tarde del discurso de Moyano, al borde de las lágrimas, Cristina Kirchner reivindicaba en un acto partidario su vocación de amplitud y pluralismo.

"Yo no vine a dividir, no vine a separar, no vine a combatir a nadie", afirmaba la mandataria.

Los analistas interpretan estos dichos como una línea discursiva coherente con una nueva actitud, más distante respecto de la CGT.

Desde el pedido de "moderación" en las negociaciones paritarias hasta el reto público que hizo en su discurso ante el Congreso por los paros que perjudican a la ciudadanía, la Presidenta viene marcando una diferencia.

La incógnita es, ahora, si la suba de la apuesta que realizó la central sindical le pondrá un freno a esa actitud de Cristina o si, por el contrario, la profundizará.

El politólogo Sergio Berensztein, director de la consultora Poliarquía, afirma que la Presidenta "se apoya en un grupo que busca autonomía y que ve en Moyano un obstáculo, porque antes Néstor Kirchner le había dado mucho poder al sindicalismo".

El cambio de escenario resulta ya tan evidente que hasta los analistas cercanos al Gobierno admiten un ambiente más enrarecido, aunque creen que no se llegará a una fase de "guerra caliente".

Al respecto, Artemio López, afirma: "Hay cierta tensión, como siempre ocurre en la relación entre un Gobierno y las corporaciones. Pero no agrandaría la importancia de este episodio de la convocatoria al paro. Cristina no va a romper con la CGT ni va a cortar el diálogo".

Desde el ámbito sindical, Ricardo Sobrero, dirigente ferroviario de la línea opositora a Moyano, destaca que, finalmente, el Gobierno evitará cortar vínculos ahora, con quien fuera su aliado.

Quienes indican que la relación puede empeorar se aferran a un dato que claramente emana de los sondeos de opinión: Moyano tiene una fuerte imagen negativa, especialmente en la clase media, donde Cristina aspira a crecer en intención de voto. Y cada gesto de alejamiento del poder sindical parece darle a la Presidenta un mayor rédito electoral.

¿Qué tan lejos estará dispuesta a llegar para sacar provecho de esta situación?

Asís, cree que El Ejecutivo tratará de "generar una esfera de contención e integrar al líder sindical".

Pero esa contención implica caminar por un sendero estrecho, buscando un equilibrio que no parece fácil.

"Si Cristina se distancia de Moyano, el efecto inmediato es que crece en la intención de voto. Pero si se produce un boicot sindical y la gente ve que pasan dos semanas sin que haya recolección de basura, ahí el humor social empieza a cambiar, y la situación puede volverse en su contra", argumenta Giacobbe.

El difícil equilibrio
Faltan siete meses para las elecciones. En el ínterin los precios y salarios crecen al 25% y el mundo, ahora enrarecido por las crisis en Japón y en los países petroleros, amenaza con ser menos amable con la Argentina.

En este contexto, las pujas intersectoriales ganan protagonismo.

Lo que viene, entonces, es un escenario complejo, donde el margen de negociación entre Gobierno y sindicatos se hace más pequeño.

Luego de haber llevado hasta el punto límite la amenaza de "pararles el país", es claro que cualquier desavenencia futura desembocará en la concreción de la medida de fuerza.

"En definitiva, lo que ocurrió es como una relación que era conflictiva en secreto y, de golpe, se transforma en un divorcio político con discusiones a través de los medios", grafica Giacobbe.

¿Logrará el Ejecutivo encaminarse hasta las elecciones?
Fraga afirma que "Cristina enfrenta quizás su disyuntiva más difícil desde que murió Kirchner: romper su alianza con Moyano, que hasta ahora había sido una pieza clave para el kirchnerismo, arriesgando problemas en la calle a siete meses de la elección, o mantener el pacto, pero al costo de perder consenso en la opinión pública".

Los dirigentes sindicales pro-moyanistas, que hablaron off the record con iProfesional.com, son bien elocuentes en marcar un cambio en la relación con el Gobierno.

"Nosotros vemos un quiebre, que se nota en el hostigamiento a las obras sociales. Moyano no quiere romper la relación, pero está presionando para que paren la pelota. Evidentemente, esto marca un antes y un después", señala un dirigente del sindicato aceitero.

En tanto, un integrante de la cúpula cegetista recuerda que "durante la crisis de la 125, el apoyo sindical fue importante para el Gobierno. Se viene un cambio muy profundo en la relación, por ahora de final abierto, y no se sabe hacia dónde puede desembocar".

La política y el arte de lo posible
Pasaron apenas 5 meses desde aquel acto del líder cegetista un 15 de octubre en la cancha de River, que contó con la presencia de Néstor y Cristina Kirchner.

A los 12 días el país amaneció con la noticia del inesperado fallecimiento del ex Presidente.

Desde ese entonces, se fue evidenciando un punto de inflexión en la relación entre el Gobierno de Cristina y el líder de la CGT.

Los "tiros por elevación" comenzaron a sucederse, de un lado y del otro, como dos contrincantes que miden sus fuerzas y marcan sus territorios, en un intrincado juego entre manejo de poder y necesidad mutua.

La "guerra fría" había comenzado.

Ahora, a 7 meses de las elecciones, el pasaje a una hostilidad abierta es un serio riesgo que enfrentan ambas partes.

Buscarán evitar el jugar en ese terreno. Pero en la política, definida como el arte de lo posible, todo puede suceder.

FUENTE: iProfesional

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