El 21 de Febrero de 1953 el Gobierno del General Perón firmó con Chile el Acta de Complementación Económica, a la que posteriormente se agregaron otros países del continente. Al retornar a nuestro país el Presidente dijo:
«….Por eso, en este mismo acto, el primero que cumplo después de mi regreso de Chile, quiero pedir al gobierno, al Estado y al pueblo argentino, que cumplan el objetivo internacional trazado por nosotros en este momento… Por eso, desde ya pido a todos los argentinos que tengan siempre presente lo que les voy a recomendar: que cumplamos todos con el noble pueblo y gobierno de Chile.
«1º - Cada argentino debe saber que los pueblos de Chile y de Argentina, conservando la plenitud de sus soberanías nacionales, son real y efectivamente pueblos hermanos y, en consecuencia, debemos trabajar por la grandeza de Chile y por la felicidad de su pueblo, con la misma fe y con el mismo amor con que trabajamos por nuestra propia felicidad.
2º - Desde hoy los chilenos serán considerados compatriotas por todos los argentinos y ésta debe ser una consigna de honor nacional.
3º - Cada argentino debe comprometerse a trabajar en su puesto por el acercamiento material y espiritual de los pueblos de Argentina y de Chile.
4º - El gobierno, el Estado y el pueblo argentino arbitrarán todos los recursos y medios que contribuyan a consolidar en Chile la justicia social, la independencia económica y la soberanía política, del mismo modo que luchamos por las nuestras, porque ellas son las únicas bases de la unión comprometida.
5º - La unión argentino-chilena no ha excluido ni excluye la futura adhesión de los pueblos hermanos de América sobre las mismas bases de justicia social, independencia económica y de soberanía política.
Cada argentino debe saber que ésta es una acción constructiva que no tiene finalidades ofensivas, que no está dirigida contra nadie y que tiene como único objetivo la felicidad y la grandeza de los pueblos que la componen o compongan en el futuro.
6º- Las organizaciones sociales, económicas y políticas del pueblo argentino habrán de promover la máxima vinculación posible con sus similares chilenas, a fin de realizar una acción armónica y solidaria en defensa de los intereses comunes. El gobierno prestará su más amplio apoyo a estas vinculaciones entre los pueblos hermanos.
7º - La legislación general argentina deberá corresponder en el futuro a la unión de los pueblos de Chile y de Argentina.
8º - Los organismos del gobierno y del Estado, en la Nación y en las provincias, particularmente en las provincias y territorios limítrofes con la hermana República de Chile, coordinarán su acción con sus similares chilenas sobre bases de real y leal sinceridad.
9º - Todo acto contrario a los intereses comunes de la unión de los pueblos argentino y chileno será considerado por los argentinos como una falta de honor en relación con el compromiso contraído.
10º - Los pueblos de Argentina y de Chile son depositarios absolutos de esta alianza puesta bajo la protección de Dios, fuente de todo amor, de toda justicia y de toda libertad.»
«Cada argentino será un vigía permanente.Cada argentino debe estar persuadido de que la vigencia y el desarrollo de esta unión asegurará la grandeza de América y la felicidad de nuestros pueblos.
Y ahora, compañeros, que la conciencia de cada uno de nosotros sea el vigía permanente de nuestros actos y que cada argentino sepa cumplir bien el deber de esta hora esplendorosa de la patria. Dios ha querido poner en nuestras dos patrias pueblos de hombres de buena voluntad. Hagamos así el destino en lo que podamos para ser dignos de Dios y de nuestra patria.»
Un Decálogo para el Gobierno, el Estado y el Pueblo. Una directiva para todos. Pedida desde el llano, antes de reasumir la investidura presidencial, y en el mismo curso que históricamente tiene la relación del pueblo chileno y el argentino. También un reavivar la conciencia y el compromiso para dar un paso más en esa dirección integradora.
Y esto es hacer lo que el pueblo quiere.
El paso de los chilenos hacia la Argentina es de siempre y está obligado por la propia geografía. La historia empuja a su vez registrando que la Región de Cuyo perteneció al Reino de Chile o Capitanía General de Chile con cabecera en Santiago, y con la memoria del constante ir y venir a través de la Cordillera de los Andes de los hombres que pelearon por la independencia y por la formación de los Estados nacionales convirtiendo a la frontera en membrana permeable.
«Creo que la unidad chileno-argentina... hay que hacerla total inmediatamente. La simple unidad económica no es suficiente. Se puede anular o destruir. Hay que hacer la unidad y los problemas que puedan originarse se arreglan en el camino... El pueblo argentino abrirá sus brazos a los chilenos para lograr la unidad porque el pueblo argentino quiere, de verdad, la unión. SI es necesario, el pueblo argentino saldrá a las calles a pedir la unidad con Chile... Creo que el pueblo chileno hará lo mismo. Yo hablo con franqueza sobre este asunto». Confesaba Perón en esos momentos.
Argentina ha recibido, y recibe, a miles de chilenos que se establecen con su familia, las han aumentado con hijos argentinos, y piensan esta tierra como permanente, del mismo modo que cualquier argentino de una provincia nuestra se instala en otra.
De esta manera se realiza la Unidad y se va cumpliendo con aquella directiva, y por ella alrededor de 450.000 chilenos habitan nuestra Patria con carácter permanente; carácter definido por los pueblos mismos y que debiera ser pauta insoslayable de las políticas de los gobernantes.
De esta manera el Amor de los pueblos derrota la influencia que los “poderosos” intentan ejercer sobre las estructuras del Estado y los Gobiernos en ambos países, y que ha sido determinante en todos los conflictos que se han suscitado entre los dos; destacándose en ello la presencia británica en Argentina, pero mucho más en Chile donde ha echado raíces profundas como para impulsar acciones bélicas contra todos sus vecinos.
Ha sido providencial que nuestros dos países no hayan combatido con las armas, y esto obliga a pensar en el destino inexorable de integración que nuestros pueblos tienen junto al resto de los suramericanos. Y al mismo tiempo en que son los pueblos los que saben sostener y recrear la Unidad, los que la harán perdurable.
De algún modo conocen aquello que nos transmitía Juan Pablo II con motivo de cumplirse el Centenario del monumento que reina sobre la frontera común:
«El Monumento al Cristo Redentor, símbolo de paz entre argentinos y chilenos, está enclavado en lo alto de la cordillera, desde donde vigila y despliega su Providencia protectora sobre ambos pueblos hermanos. Ha sido Él, tenedlo por seguro, quien ha velado siempre, y de modo particular en este último tiempo, para que se cumpla la hermosa leyenda allí estampada: ‘Se desplomarán primero estas montañas antes que argentinos y chilenos rompan la paz jurada a los pies del Cristo Redentor»
FUENTE: GENTILEZA DE CARLOS CEBALLOS